Don’t trust AES

| Publicado el 14 octubre 2018

Víctor Alvarado Guzmán
Comité Diálogo Ambiental

No te fíes de las cosas correctas que se hacen por la razón equivocada. El por qué es la base.”

       John Lithgow, actor estadounidense

Para la mayoría de nosotros, la palabra Trust significa confianza: una creencia firme en la confiabilidad, verdad, habilidad o fortaleza de alguien o algo.

Sin embargo, al adentrarnos en las movidas corporativas de la carbonera Applied Energy Systems (AES), descubrimos que el término Trust adquiere otro significado: uno muy distinto.

Trust for the Americas

El hallazgo se hizo patente el pasado 22 de agosto, cuando en un semanario de Guayama la organización Trust for the Americas anunciaba el patrocinio de la empresa AES para costear talleres, pagar recursos y promocionar microempresas en la región. En especial, en las comunidades cercanas a la polémica planta de carbón. ¿Casualidad?

Según su portal oficial en internet, Trust for the Americas es una organización sin fines de lucro 501(c)(3), establecida en 1997 y afiliada a la Organización de Estados Americanos (OEA). Ha implementado proyectos en 24 países y trabajado con más de 500 organizaciones.

Según destacan, sus iniciativas pretenden mejorar el acceso a oportunidades económicas, seguridad ciudadana y buen gobierno.

No obstante, el portal no explica por qué Trust for the Americas necesita la “ayuda desinteresada” de una empresa contaminante, conflictiva y poco confiable como AES.

Aun así, una simple búsqueda de datos nos permitió descubrir otra verdad reveladora.

Trust for the Americas es apoyada y patrocinada por empresas multinacionales, además de pequeñas empresas, que aportan económicamente a un Fideicomiso con el cual se financian sus programas.

Entre sus socios corporativos más reconocidos resaltan Microsoft, Citibank, Copa Airlines, Chevron, Portland Holdings, Western Union, CISCO, Motta International, Diageo y, claro está, AES.

Además de ser socio y patrocinador del Trust for the Americas, AES es parte de su Junta de Directores como miembro vocal o a distancia (member at large), y al presente ese cargo es representado por la ejecutiva Scarlett Álvarez.

Álvarez, a su vez, forma parte de la empresa carbonera desde el año 2002, funge como vicepresidenta y jefa de las Partes Interesadas (stakeholders) y como Oficial de Sostenibilidad de AES. Ha ejercido distintos puestos a nivel corporativo en áreas como relaciones con los inversores, relaciones públicas, responsabilidad social corporativa y asuntos corporativos.

Por consiguiente, otra vez AES ha quedado al descubierto: en realidad la carbonera no apadrina ni apoya mediante «alianzas» a Trust for the Americas, sino que en efecto es parte de la organización.

Beneficio corporativo, no caritativo

Esta «benévola» afiliación, además, le facilita a AES un fascinante beneficio. La clave está en el 501(c)(3).

Una organización 501(c)(3) es una corporación, fideicomiso, asociación no incorporada u otro tipo de organización exenta del impuesto federal sobre la renta.

Esto le permite una deducción fiscal para propósitos de impuestos federales, a aquellas empresas que hacen contribuciones caritativas.

Así que AES, al igual que las demás corporaciones socias de Trust for the Americas, obtiene una deducción fiscal, lo que se traduce en una mayor ganancia económica.

Lavado de cara

Por otro lado, salta a la vista la verdadera intención del proyecto «altruista» del Trust y AES, en favor de vecinos de la planta. Máxime cuando esta última provocó e incentivó confrontaciones entre policías y comunidades de Guayama y Peñuelas que el año pasado repudiaron la descarga de sobre 15 mil toneladas de cenizas tóxicas de carbón en el vertedero de Tallaboa.

El intento de “lavado de cara” ante la opinión pública, sin embargo, no termina allí.

De igual modo, llama la atención cómo el polémico presidente de AES Puerto Rico, Manuel Mata Merino, fue sustituido ante los medios de comunicación por Andrés Gluski, presidente y director ejecutivo (CEO) de AES Corp., mientras el abogado corporativo Pedro Reyes Bibiloni, quien ha asesorado y facturado por más de 20 años a AES, fue sustituido meses atrás por el abogado Jerry Lucas Marrero, del bufete O’Neill & Borges.

Hasta el nombre del controvertible relacionista público Julio Sainz de la Maza desapareció de los comunicados de prensa de AES después del huracán María.

¿Por qué de pronto ha sido necesario “lavar la cara” de AES, alterando drásticamente sus fichas en la esfera pública corporativa? ¿Por qué reaparecen ante las comunidades junto al Trust for the Americas sin responder –a esos mismos vecinos- los cuestionamientos sobre su corroborada contaminación de agua subterránea con las cenizas tóxicas provenientes de su planta en Guayama?

Tal vez tiene que ver con la lista de candidatos que el gobierno de Ricardo Rosselló Nevares aceptó para participar en la licitación de tres multimillonarios proyectos de Alianzas Público-Privadas.

Uno de ellos es para el almacenamiento de energía: el desarrollo e instalación de baterías con capacidad industrial en subestaciones críticas de la Autoridad de Energía Eléctrica.

De las cuatro empresas o consorcios cualificadas, casualmente, una es AES Puerto Rico, L.P. – Fluence Energy, LLC.

Fluence Energy es una compañía creada por AES, junto con la multinacional Siemens, en enero de 2018.

De igual forma, AES compite por otro millonario contrato para la transición a gas natural de las plantas 5 y 6 de la Central San Juan.

Como dijo la escritora y dramaturga británica Agatha Christie: “Donde hay grandes sumas de dinero, es recomendable no confiar en nadie”.

AES sigue evadiendo su responsabilidad por la contaminación del agua, aire y suelos en Puerto Rico, su vínculo con la salud precaria de miles de residentes en Guayama, Peñuelas y Humacao, y el cumplimiento de órdenes gubernamentales para cubrir el inmenso vertedero de cenizas tóxicas que mantiene ilegalmente a la intemperie, en el patio de sus instalaciones.

A pesar de esto, el gobernador sigue confiando en AES y hasta considera premiar con más contratos millonarios su contaminación de acuíferos, suelos y humedales, además de las enfermedades que sus cenizas han provocado desde el año 2002 en nuestra isla.

Don’t Trust in AES… No confíen en AES.


Publicado por Víctor Alvarado Guzmán para El Patriota del Sur