Hay que ver la propaganda de la derecha política que inunda al país (y que tienen aceptación en el pueblo) donde se acusa de que la independencia es para convertirnos en otra Cuba, Venezuela o Nicaragua. Con estos ejemplos de Repúblicas del desastre es de esperar que nadie o muy poca gente apoye la opción de independencia para Puerto Rico. Así también, la derecha dice en su propaganda que la independencia nos va a alejar de los americanos y los convertirá en nuestro enemigo. Con la independencia vamos a perder la preciada ciudadanía americana y los fondos federales. Oh, Santo Dios, ¡nos moriremos de hambre!
Esa propaganda de derecha campea por su respeto en el pueblo. Y a esto hay que añadirle que las mediocres explicaciones del independentismo y las izquierdas (con raras excepciones) tiende a fortalecer la propaganda de la derecha. “Que el pueblo es bruto e ignorante”. “Que piensan con la barriga”. “Que el pueblo es miedoso”. “Que son muñocistas y boqui abajo”. “Que no tienen columna vertebral”. Y muchas otras idioteces propias del elenco de la arrogancia del independentismo. Estas y otras son las “explicaciones” de los independentistas y la mayoría de la izquierda sobre la realidad que vive el pueblo y su aceptación de la presencia norteamericana.
¿Cómo se entiende el tipo de sociedad y el contenido particular de colonialismo que los yanquis implantan aquí? Si se quiere tener la atención de ese pueblo al que pretendemos hablar e inducir a la rebelión y sugerirle posibles opciones políticas mirando al porvenir, más vale que se abandonen las respuestas fáciles y simplistas que han caracterizado al independentismo y a ciertas izquierdas en el país.
Las transformaciones económicas y políticas que se han dado a partir de la invasión yanqui en 1898, en particular las transformaciones que se dan bajo la egida del capitalismo colonial de 1940 hasta el día de hoy, han dejado al independentismo y a ciertas izquierdas sin programa de lucha, sin propuestas políticas de futuro. La democratización del país, la modernización, la industrialización y el aumento real en el nivel de vida de las masas, que históricamente han sido banderas de lucha de la burguesía y la pequeña burguesía independentista, fueron logradas en Puerto Rico bajo el régimen colonial.
La clase burguesa que se suponía que fuera la base económica y social de la lucha nacional por la independencia se desnacionalizó y selló su suerte al régimen colonial bajo el cual ha logrado su sobrevivencia como clase y su progreso económico y social. Así que no debe extrañar que los sectores más numerosos y poderosos de la burguesía criolla y la pequeña burguesía apoya al ELA o la estadidad. O sea, esas clases están “casadas” con la burguesía imperialista.
El entendimiento de qué tipo de sociedad y colonialismo se vive en Puerto Rico nos ha de llevar a definir las etapas estratégicas de nuestra revolución y el carácter de esta. Las fuerzas principales en esa lucha, sus fuerzas aliadas tácticas y estratégicas, así como las fuerzas a las que nos enfrentaremos. Se trata, para el independentismo tradicional y ciertas izquierdas, de encontrar formas de incorporar a las masas trabajadoras y empobrecidas como base de apoyo a su proyecto y propuestas de República burguesa. Mientras que, para otros sectores de la izquierda más inclinados al socialismo marxista se trata de encontrar las formas en que esas masas se decidan a regir su propio futuro, y qué contenido debería tener el mismo.
Al final de la década de 1960 y principios de la de 1970, ante la crisis que abatía al independentismo, este reconoce la necesidad de vincular su lucha nacional con las luchas de las clases trabajadoras. Radicalizó su mensaje imprimiéndole al mismo un contenido socialista. A pesar de las limitaciones ideológicas y políticas, pues aún prevalecía la ideología nacionalista, el independentismo creció en calidad y cantidad.
“Las grandes masas del pueblo siempre se hacen la pregunta: “La Independencia, ¿para qué?” Y la respuesta no puede ser solamente, “para mandarnos a nosotros mismos.” Los pobres y la clase media en Puerto Rico tienen razón en preguntarse: “La República, ¿para qué”? El pueblo tiene razones válidas para temerle a una República al estilo de algunas que hay en el mundo.”
“El pueblo no ha perdido el miedo, en buena medida, porque, bajo la teoría de que se asustaría, no le habíamos dicho lo que le podía quitar el miedo: Que la República será para establecer un sistema socialista y democrático que redundará en beneficio de las grandes mayorías del país.” (Rubén Berrios Martínez: “La Independencia, ¿Para Qué?, Periódico El Mundo 1968)
En las elecciones de 1968 con un mensaje independentista tradicional, (himno, bandera, idioma, cultura y símbolos de la identidad nacional puertorriqueña), el PIP había llegado al nivel más bajo de apoyo en votos en su historia, hasta ese momento. Tampoco logró quedar inscrito como partido oficial. En 1972, con su mensaje de contenido socialista y un activismo social, el PIP obtuvo 69,000 votos, logró la inscripción y colocó dos representantes y un senador en la legislatura. En 1976 al sumar los votos obtenidos por el PIP y el PSP se alcanzó la cantidad de 94,000 votos, o el 6% de los votos emitidos.
Hay que observar que cuando el PIP de 1980 en adelante abandona el mensaje socialista y el activismo social, se centra en el discurso tradicional independentista, definitivamente el apoyo político electoral comienza a disminuir. Algunos resultados electorales en alza no alteraron el hecho de que la tendencia general en su apoyo político electoral seguía siendo a la baja.
Lo mismo sucedió con el PSP, cuya crisis y eventual desaparición, (disolución o auto liquidación es más apropiado decir), coincidieron con el abandono del discurso socialista. A esto hay que sumarle el efecto de la alianza de facto con el PPD para “detener el anexionismo”, (como si el autonomismo-soberanista de los populares no fuera anexionista). Esa alianza con los populares significó la absorción de un gran sector de integrantes del PSP por el PPD. También contribuyó al descalabro del PSP, la adopción del viejo mensaje del independentismo tradicional y el nacionalismo cultural, pero esta vez en clave reformista.
La condición colonial, el capitalismo y el imperialismo pasan a un plano de menor importancia en su discurso, pues la nacionalidad y la identidad puertorriqueña estaban ante un grave peligro de desaparición frente al avance y la fuerza que manifestaba el anexionismo. A su vez, el PPD de ser un partido colonialista representante de sectores de la burguesía compradora, hija económica y política de la burguesía imperialista, pasa a ser considerado un aliado en la defensa de la puertorriqueñidad y a ser un muro de contención contra la anexión. Bendito, con el pasar del tiempo, el muro de contención contra la anexión se les derrumbó encima.
Y esa apreciación que el PSP hizo sobre el PPD se elaboró luego de haber vivido la desastrosa experiencia de la primera administración de gobierno de Hernández Colón en la cual se activó y movilizó a la Guardia Nacional en contra de trabajadores en huelga y lucha en defensa de sus derechos. De hecho, el único partido, al menos en los últimos 75 años, que le ha tira’o la Guardia Nacional a los trabajadores en lucha ha sido el PPD. En la administración de Hernández Colón primero, y luego en la administración de Aníbal Acevedo Vilá. Se vale destacar un “pequeño detalle”: fue bajo esa primera administración de gobierno de Hernández Colón que se comienza a coquetear con el neoliberalismo. Para ello se armaron ideológicamente con el Informe Tobin en 1975.
De ser un partido representante de sectores de la burguesía compradora y defensor del colonialismo a través del anexionista ELA, se comienza a ver al PPD como un partido cuyo rasgo distintivo “es un fuerte agarre a los valores de la puertorriqueñidad, [y con] una gran inquietud por el deterioro cualitativo de la vida del hombre y la mujer ordinario en nuestro país; y una óptica progresista respecto a toda la problemática social y económica.” (Juan Mari Brás, Los Populares y Nosotros III, Periódico Claridad 10 al 16 de septiembre de 1982. Referencia tomada de Carlos Pabón Ortega, Ilusión y Ruinas, …).
En la alianza de los sectores del independentismo socialista con los sectores autonomistas-soberanistas (de la colonialista burguesía compradora) se sientan las bases para la cooptación-absorción de sectores de la izquierda por esa burguesía para su proyecto político anexionista colonial. Así surge de manera masiva el melonismo como expresión política de la lucha en amplios sectores del independentismo que hasta ese momento se definían como socialistas.
Se va desarrollando un proceso de absorción política y económica de sectores de esa izquierda que poco a poco van a posicionarse en un “comfort zone” en la estructura de dominio del gobierno colonial. Eventualmente, años más tarde, y como era de esperar, bajo la nefasta administración popular de García Padilla llegan al gobierno los “hijos talentosos”, esta vez, no del PNP, sino de sectores de la izquierda.
El carácter burgués y pequeño burgués de esa alianza entre independentistas- socialistas y autonomistas-soberanistas populares es evidente. El PPD, no debemos olvidarlo, representa los intereses de clase de un sector de la burguesía compradora en Puerto Rico. Esta clase ha crecido y se ha desarrollado enchufada al proceso de anexión y penetración política, económica, ideológica y cultural bajo el ala protectora del imperialismo. Ese PPD de hoy es hechura y resultado de ese proceso, es hijo político del imperialismo y, como tal no tiene contradicciones antagónicas con su gestora la burguesía imperialista. De esta manera podemos ver y entender el discurso conservador y colonialista de Pablo José.
Esto, a su vez, no niega la existencia o surgimiento de contradicciones interclasistas importantes entre la burguesía compradora y la imperialista, pero no se debe olvidar de que se trata de contradicciones secundarias. Podrán reclamar la mayor autonomía posible, pero siempre siendo parte del Estado de la “Gran Nación Americana”. La autonomía, queridos patriotas, siempre es anexada. Tienes la mayor libertad posible siempre y cuando no olvides que eres parte de un centro político de dominio general, desde donde te dicen hasta dónde llega tu libertad.
Cuando se trate de una verdadera ruptura-separación de los Estados Unidos, estos sectores de clase que representa el PPD optarán por permanecer junto a su progenitora, los sectores de la burguesía imperialista que le dieron razón y sentido de ser como clase social.
La lección parece ser clara: el mensaje nacionalista de himno, bandera, identidad puertorriqueña y cultura no le da fuerza al independentismo. Ese mensaje es asimilable por los diversos sectores de la burguesía compradora y sus representantes políticos, PPD-PNP. Así también, la defensa de la independencia sin contenido de justicia económica y social no le dice nada a las grandes mayorías sociales trabajadoras, empobrecidas y oprimidas. Estas clases y sectores sociales ya habían logrado importantes conquistas económicas, políticas y sociales tendientes a una existencia y convivencia democrática bajo el régimen colonial.
En Puerto Rico la historia ha demostrado que insistir en el mensaje de independencia sin contenido económico y social para las mayorías sociales, solo puede conducir a la extinción del independentismo y al fortalecimiento de la hegemonía del imperialismo, su capitalismo colonial y sus representantes políticos los partidos del capital.
El régimen capitalista colonial solo debe ser enfrentado por propuestas que sean una superación de éste. Con un contenido económico y social que represente en diversas maneras las aspiraciones e intereses de sectores significativos de la sociedad, entiéndase las clases trabajadoras, empobrecidas y oprimidas. Entonces, la independencia tiene que identificarse con las y los trabajadores y amplios sectores que sufren opresiones en la sociedad. Es en esas masas que la independencia tiene que buscar su base de apoyo si es que quiere tener posibilidades de futuro.
Para ello debe adoptar plataformas que representen las necesidades, intereses y aspiraciones de esas mayorías sociales. A la vez, el independentismo debe sacudirse de la ideología nacionalista que históricamente ha representado a sectores privilegiados de la burguesía y la pequeña burguesía radicalizada. Las plataformas y propuestas del independentismo nacionalista no resultan ser atractivas a las mayorías sociales, pues no le dice, ni le promete nada más allá de la cultura y la simbología identitaria nacional puertorriqueñista.
Sectores mayoritarios de ese independentismo entienden que Puerto Rico es una colonia clásica. Asumiendo esa definición se plantean como tarea indispensable el establecimiento de una República burguesa para, a través de esta propiciar un desarrollo capitalista propio, autóctono, que dé lugar a crear las condiciones materiales para transitar a una sociedad justa. Estos estaban representados durante el siglo XX por el Partido Nacionalista, el PIP, el MPI-PSP y la Liga Socialista.
Pero llegaron tarde al escenario del desarrollo del capitalismo. Su afán de constituirse en República burguesa tropieza con la realidad de que: “La época de libre concurrencia, en la economía capitalista, ha terminado en todos los campos y en todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinoamericanos llegan con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos ya están definitivamente asignados. El destino de estos países, dentro del orden capitalista, es el de ser simples colonias.” (José Carlos Mariátegui)
Los desarrollos políticos, económicos, sociales y culturales que impulsa el imperialismo yanqui en Puerto Rico dejó a la burguesía criolla y a la pequeña burguesía sin posibilidad de poder establecer un proyecto propio de desarrollo autóctono de capitalismo bajo alguna forma de República. Nuestra burguesía y la pequeña burguesía resultó ser débil económicamente hablando y esto limitó sus posibilidades políticas de convocar al resto de la sociedad para el desarrollo de algún proyecto de República.
La que liquidó las posibilidades del establecimiento de la República no fue la represión, (que sí la hubo, y tuvo sus efectos negativos en el desarrollo del movimiento independentista). Fueron las grandes transformaciones económicas, políticas y sociales las responsables de la imposibilidad de la República. Frente a la implantación del capitalismo en Puerto Rico por los norteamericanos las esperanzas de “un país libre” se desvanecieron. Se le hizo tarde a la burguesía y la pequeña burguesía para implantar su República.
Ya más adelante, adentrándose el siglo XX y con el pasar de los años Muñoz Marín y el PPD, con el auspicio del imperialismo, se encargaron de liquidar toda posibilidad de la República capitalista. Esto lo hacen en condiciones de total dominio colonial. Lo que hubiese sido nuestra revolución democrático-burguesa se llevó a cabo en Puerto Rico bajo condiciones de subordinación y sujeción colonial a los yanquis. Esta circunstancia hizo que ese proceso fuera uno deficiente, inconcluso e incompleto.
Pero, a pesar de ello, significó el desarrollo de unas políticas de identidad y afirmación cultural de la puertorriqueñidad desde el “estado” colonial. La afirmación nacional sucede ante la total ausencia de un Estado soberano. He ahí una de las características del dominio imperial y sus nuevas políticas coloniales, lo que hace de nuestra colonia una atípica que no tiene nada que ver con el colonialismo clásico. Podemos definir el colonialismo en Puerto Rico como uno capitalista y patriarcal.
Los sectores radicalizados de la pequeña burguesía parecen no haberse dado cuenta del significado y el impacto político que esas medidas implicaban para sus aspiraciones de constituir un estado nación independiente. Vemos aquí, de manera directa, lo que significa las nuevas políticas coloniales del capital imperialista consistentes en la anexión al Estado de la metrópoli, exportación de capital y la implantación del sistema capitalista en las colonias. De esta manera dejaron en el aire esos proyectos de la pequeña burguesía de constituir su soñada Republica.
El proyecto burgués de independencia capitalista y su constitución en estado nación independiente fracaso y sigue sin apoyo de masas. Ante la imposibilidad de implantar su propuesta de República, a los sectores patrióticos no le quedo otra opción que refugiarse en la cultura y la simbología identitaria. De hecho, ese refugio eventualmente significó la muerte de la lucha patriótica por la independencia. ¡Descanse en paz!
En Puerto Rico nunca han caminado juntos en voluntad y propósitos la lucha por la independencia y las luchas obreras. Mucho menos ha habido un vínculo o una tradición de lucha mutua del independentismo y las luchas obreras socialistas. Más allá de los intentos del Partido Comunista a partir de la década de 1930, (esfuerzos que estaban dirigidos a la lucha por obtener la independencia primero, y luego de establecida esta, entonces vamos por el socialismo). El independentismo, en sus diversas variantes, siempre se mantuvo como una expresión política dominada por la ideología nacionalista, a pesar de los ropajes socialistas que asumió en diversos momentos.
Por otro lado, quienes sí organizaron a los obreros y a los movimientos sindicales y políticos por el socialismo fueron sectores del anexionismo. El independentismo, incluyendo a la izquierda maquillada de socialista, es un movimiento de sectores medios de la sociedad. Estudiantes, comerciantes, intelectuales, profesionales en distintas disciplinas, y sectores acomodados de la llamada clase media, (pequeña burguesía diría algún marxista).
El vínculo más cercano del independentismo y las izquierdas ha sido con los empleados públicos. Vínculo que se da más con los dirigentes sindicales y no necesariamente con las bases obreras y trabajadoras. Además, ese vínculo ha sido en función de trabajo casi estrictamente sindical tradeunionista y no en función de impulsar el trabajo político para que la clase obrera se asuma como tal en defensa de sus intereses políticos clasistas, socialistas.
De ahí el peso de la ideología nacionalista en el independentismo y las izquierdas maquilladas de socialistas. De esta manera se puede entender por qué no han logrado un vínculo con las clases obreras y trabajadoras, de igual forma no hay una tradición de lucha obrera por la independencia socialista. Los intereses de clase de los obreros siempre fueron secundarios y subordinados al logro de la independencia sin importar su contenido económico, político y social.
Aparte de la primera mitad del siglo XX, no se pensó, ni se trabajó en propuestas o proyectos socialistas al margen del estatus político del país. Desde la segunda mitad del siglo XX el socialismo se ha pensado con y por la independencia, pero no al margen de esta, incluso aunque fuera con otra fórmula de estatus. Eso se consideraba y se considera todavía hoy como la peor de las herejías.
A su vez, los independentistas y las izquierdas, con raras excepciones, ven en la americanización una amenaza a la identidad puertorriqueña y a nuestra nación. Por otro lado, los obreros, trabajadores y sectores empobrecidos de la sociedad veían y ven en la americanización: prosperidad, derechos civiles, económicos, y sociales. O sea, la mejoría material de sus condiciones de existencia.
Aquí vemos cómo cada clase y sector social veía, ven y valoraba la americanización desde la óptica de cómo beneficiaba o perjudicaba sus intereses de clase. Tenía razón Tite Curet Alonzo con aquello de que: “Todo es según el color del cristal con que se mira”. Y todavía hay quienes se preguntan por qué el pueblo trabajador y empobrecido no cree ni ve en la independencia una opción viable y favorable de cambio mirando al porvenir. Según la mirada del independentismo tradicional y ciertas izquierdas es que ese pueblo es ignorante y bruto.
Mientras tanto, quien sí brinda opciones ante las condiciones de miseria sigue siendo la burguesía compradora bajo el auspicio de la metrópoli. Sigue la lluvia y la inundación de fondos, asignaciones y programas federales, ayudas, etcétera. A través de esas políticas de asistencia económica y social se garantiza la hegemonía ideológica y política de esa burguesía “local” e imperial. ¡Y a los independentistas lo único que se les ocurre es hablar de los males de la colonia!
Recordemos cuando Juan Mari Brás insistió en que “Juan Antonio Corretjer dijo una vez … que él aceptaba la independencia aun cuando fuera con una monarquía absoluta. No solamente estamos de acuerdo con esa aseveración, sino que además sostenemos que quien no esté dispuesto a afirmarla no tiene nada de comunista. Porque es de la esencia de la comprensión del materialismo histórico que es mucho más fácil cambiar el régimen interno de cualquier país que liberarse del colonialismo.” … “Hace tiempo que está claro que la única clase social capaz de convertirse en clase nacional en Puerto Rico es la clase obrera. De eso se trata, de cumplir su rol protagónico alcanzando la categoría de clase nacional, para lo cual resulta imprescindible constituir primero el estado nacional puertorriqueño.” (Juan Mari Brás, Informe del Comité Central al III Congreso del Partido Socialista Puertorriqueño. San Juan, Puerto Rico. Publicado por el PSP, octubre de 1982, págs. 36 y 35 respectivamente. Referencia tomada de Puerta Sin Casa, Wilfredo Mattos Cintrón).
En el Estado nacional puertorriqueño propuesto se obvia el carácter de clase de este y se establece como elemento primordial para la sobrevivencia de la clase obrera y como proceso a través del cual se ha de llegar al socialismo. La lucha obrera se visualiza por la vía de un movimiento de liberación nacional. El reconocer que la clase trabajadora debe dirigir la lucha y estar al frente de una futura República fue solo eso, un reconocimiento de palabra que no se correspondía con las prácticas y políticas que adopta ese partido. El reconocer que la clase obrera debe constituirse en clase nacional es en función del logro de la independencia y no en función de constituir un poder obrero.
La hegemonía ideológica del nacionalismo en el independentismo y en ciertas izquierdas le ha impreso el sello de clase de la pequeña burguesía al conjunto de esas organizaciones, a sus programas y plataformas políticas. Había entonces, dentro de las más variadas diferencias entre los comunistas y el proyecto político de la pequeña burguesía radical, dos que destacaban sobre las demás. Primero, el reconocimiento de la necesidad de la organización política revolucionaria de las clases obreras y trabajadoras. Dentro de este punto surge también el reconocer quien va a dirigir la lucha en cuanto a clase y/o sectores sociales y en favor de los intereses de quienes.
Segundo, qué carácter habrá de tener la revolución en Puerto Rico y partiendo de esa definición entonces establecer las etapas estratégicas de la lucha. Si había que luchar por la independencia primero y luego se resuelve el rumbo que esta habría de adoptar, o si esa lucha independentista debía de tener el socialismo como contenido de la República por la que se luchaba y se lucha.
No se debe obviar el hecho de que la aprobación de la Ley PROMESA y el nombramiento de la Junta vino a blindar la posición de dominio del capital financiero. Pero lejos de provocar una ola de protestas anticapitalistas, como era de esperar, lo que se produce es el relanzamiento de un nacionalismo chueco en el independentismo, incluida la izquierda. Se reafirma y destaca una mirada estrictamente jurídica del colonialismo a la vez que se fortalece el discurso que lo reduce todo a la solución mágica de que el estatus es el resuélvelo todo ante la crisis capitalista colonial. De esta manera se pretende que el discurso de independencia, sin contenido económico y social, es la opción y propuesta que se debe adoptar.
Ese énfasis en lo jurídico de la relación colonial posiciona a la Junta como el problema y el enemigo a enfrentar. Se deja de lado el dominio del capital financiero y cómo la intervención yanqui nos transformó en colonia capitalista. De esta manera se invisibiliza la importancia de las luchas sociales, reforzando las posiciones de lo nacional, la “unidad y en consenso social nacional” para salvar al país, la identidad y la simbología que la acompaña. Se olvidan de que la extracción de ganancias es lo fundamental del dominio capitalista sobre Puerto Rico. Que el gobierno del PNP-PPD-Junta no han hecho más que administrar los bienes y los intereses comunes del capital, tanto local como del imperio en la colonia capitalista.
El resurgir del nacionalismo es una retranca, un obstáculo a las posibilidades de desarrollo y crecimiento de las luchas sociales clasistas que brotan a lo largo y lo ancho de este archipiélago. Las izquierdas socialistas deben retomar el énfasis de la mirada clasista y la necesidad de estimular la más amplia diversidad de luchas y protestas sociales surgidas de la opresión y la explotación capitalista en la colonia.
La mayoría de las organizaciones que se habían maquillado de socialistas solo cubrían sus posturas nacionalistas pequeñoburguesas con la fraseología socialista. En el fondo seguían atadas a la ideología nacionalista y a su propuesta de independencia primero y por encima de todo, aunque fuera con una “monarquía absoluta”. En eso consistió su “transformación” al socialismo.
Por otro lado, existían organizaciones como el Partido Socialista Revolucionario, PSR, el Movimiento Socialista Popular, MSP y la Liga Internacionalista de los Trabajadores, LIT, quienes, a pesar de las diferencias entre ellas, coincidían en la definición del carácter de la revolución como socialista. Por lo tanto, la independencia por la que se luchaba tenía ese sello identitario. De esta manera se estableció que la independencia en sí misma no era una cuestión de principios. Que lo que le daba sentido a la propuesta de independencia era y es su contenido socialista. El MST en su Congreso de fundación adopta estas tesis. Se afirmaba entonces y se afirma hoy por el MST que para el logro de ese objetivo era y es imprescindible la organización política revolucionaria de las clases trabajadoras y todas las personas oprimidas.
Esa izquierda marxista afirmaba entonces y se reafirma hoy en señalar que el tipo de colonialismo implantado por los yanquis no tenía nada que ver con el colonialismo clásico. Que la ocupación yanqui se da en la etapa de desarrollo y transformación del capitalismo en imperialismo capitalista. Que bajo el imperialismo se transforman también las formas y el contenido de sus políticas coloniales. Que al pillaje de las riquezas de las colonias se suma la exportación de capital hacia las nuevas posesiones. Se exporta e implanta el sistema capitalista a las colonias. Y eso de clásico no tiene ni las notas musicales.
Una vez se da la implantación del capitalismo en Puerto Rico esto liquida la opción de República burguesa como posibilidad de futuro. Una República capitalista no tiene nada que ofrecer a las clases trabajadoras que ya no hayan alcanzado en la colonia capitalista. Las únicas beneficiadas con la República capitalista son las clases propietarias y adineradas. Ese es el propósito de una independencia sin contenido que pretenden vendernos hoy. Se trata de una República para los ricos y privilegiados.
Además, estábamos quienes defendíamos y defendemos hoy el que la ruptura de la relación de dominio del capitalismo colonial sea por la vía de algún tipo de sociedad no capitalista, anticapitalista, socialista. O sea que se podía y se puede transitar de la colonia capitalista directamente a una sociedad socialista. Esa transición de colonia capitalista a República socialista la entendemos en una sola etapa. Que hay que superar la condición colonial para poder establecer el socialismo, (esto es algo que se cae de la mata como se dice en mi campo de Orocovis), pues es imposible construir el socialismo en la colonia.
Esto plantea que las clases obreras y trabajadoras no tenían, ni tienen por qué andar al son de los dictámenes de la burguesía o la pequeña burguesía. Que esas grandes mayorías sociales deben dirigir sus propias luchas por la transformación revolucionaria de la sociedad y en favor de sus propios intereses. Que las clases obreras y trabajadoras marcharán bajo sus propias metas, objetivos y bajo sus propias banderas.
Tras más de un siglo de capitalismo colonial en Puerto Rico nada justifica una etapa de República burguesa para procurar un desarrollo capitalista autóctono que cree las condiciones materiales para luego luchar por el socialismo. El capitalismo colonial ni el capitalismo en la República tiene nada novedoso que ofrecer a las grandes mayorías sociales del país.
Entonces, la lucha es contra el capitalismo colonial, y no por meros símbolos de identidad y soberanía que nada aportan. El himno, la bandera, la simbología identitaria nacional, a quien los quiera se le regalan. La independencia sin definir su contenido en favor de las mayorías sociales es un reclamo burgués que no tiene razón de ser en Puerto Rico. Se debe dejar a un lado los reclamos de la burguesía. Vamos en favor de las masas trabajadoras y empobrecidas por el capitalismo colonial. Hay que imprimirle contenido social en beneficio de esas masas al proyecto de independencia si se quiere tener posibilidad de presente y porvenir.
En fin, como dijo Walter Benjamin, se quiere ver si somos capaces de atrevernos a soñar aun sabiendo que vivimos en un mundo que está lleno de pesadillas. Un mundo donde la catástrofe capitalista nos despoja de toda esperanza y nos empuja hacia el abismo de la devastación planetaria. Se trata, pues, de tener el coraje y la determinación para detener la marcha destructiva que nos impone el capitalismo. Activar el freno para detener esa catástrofe. Sí, el freno que es la revolución para detener la locomotora del capitalismo que nos lleva hacia el abismo.
Independencia para quién, la contestación dependerá de quién la organice y logre la correlación de fuerza para hacerla. Aparte de discutir, y teorizar (algo que llevamos haciendo desde la desaparición del PSP y Unión Soviética), lo hará la organización o organizaciones que demuestren en la práctica su viabilidad. Hasta ahora los sectores progresistas pero no socialistas están mejor organizados. El sector llamado socialista no tanto por no decir otra cosa. Podría darse aunque no probable en este momentos que hasta los pnp y ppd la empujen si los gringos los «orientan». Si usted quiere SU proyecto salga adelante pues tienes, claro tener un plan, pero más que eso llevarlo a cabo. Y ahí es donde se le entorcha el rabo a nuestros teóricos… Adelante.
¿La soberanía económica y política sin soberanía cultural? Es decir, sin esa nación ‘abstracta’ y maleable, ¿cómo se combate el capitalismo interventor -para no hablar de imperialismo, que no es trendy-? Sin ese aparato de producción de sentido que es el nacionalismo Vietnam no existiría. Ni China -que tiene decenas de etnias y lenguas-. El internacionalismo posmoderno propone cosas como que Puerto Rico sea estado para adquirir los derechos de los trabajadores que tienen los ciudadanos en EEUU. Sin duda, hay que cambiar el contenido del relato nacional. Eso ocurre dentro de la propia dinámica de la lucha de clases, no por decreto.