Mujeres, trabajo no remunerado y la crisis en Puerto Rico

| Publicado el 21 enero 2018

Emilia Quiñones Otal
Bandera Roja

Llegas a tu casa de trabajar a las 6 o a las 7 de la noche, después de una jornada de 8, 9 o hasta 10 horas, la cafetera está sucia del desayuno, los nenes sin bañar, te mueres de hambre y piensas en pedir delivery pero no te dan los chavos, así que prendes la olla, ayudas a los nenes con las asignaciones, cocinas, sirves la comida, no te esperan para comer, cuando te sientas a comer ya todos han terminado, recoges los platos, los friegas, bañas a los nenes, los acuestas, friegas, te quieres sentar a ver televisión pero sabes que si lo haces vas a dormir solo 6 horas. Miras para abajo y te das cuenta que no te has quitado la ropa del trabajo, te metes a bañar, sales y pones la alarma para las 5:30am. Tu compañero te espera ya en la cama, lleva allí una hora leyendo, no cocinó porque dice que no sabe y te dejó de paso el resto de las tareas. Por la mañana te critica y te dice que siempre te tardas mucho en salir, pero fuiste tú la que vistió a los nenes y la que preparó el desayuno, mientras él se vestía.

Dibujo de Pedro Lugo Vazquez

Esta es la realidad de la mayoría de las mujeres en Puerto Rico. Aquí no existen estadísticas sobre los ahorros que se lleva un hombre promedio teniendo una esclava en el hogar, pero podemos observar los datos de países cercanos como Estados Unidos, Colombia y México. En México se estima que el trabajo doméstico no remunerado tiene el valor del equivalente al 24% del PIB nacional y fue realizado en un 74% por mujeres. En 2010 se encontró que en Estados Unidos las mujeres dedican más de 25 horas semanales al trabajo del hogar y se estimó un valor de 26% del IPB. Las mujeres mexicanas dedican 6.2 horas al día a las tareas domésticas mientras los hombres dedican 1.9 horas. México es un país comparable con Puerto Rico por su religión, situación política y avance del feminismo, aunque los derechos de las mujeres en dicho país han retrocedido en los últimos 24 años. En general, todo este trabajo sin remunerar causa una pérdida a la economía del país y atrasa el desarrollo económico.

Horas de trabajo no remunerado diario que trabajan las mujeres vs. las horas de trabajo no remunerado que realizan los hombres por país.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) los hombres pasan menos de la mitad del tiempo que le dedican las mujeres realizando tareas domésticas, y sí pasan su tiempo realizando trabajo remunerado, practicando un deporte, viendo televisión o saliendo con amigos.

El trabajo sin paga que realizan las mujeres es subestimado, pero se debe tomar en cuenta que incluye la limpieza, el cuidado de los niños y las niñas, la cocina, la compra y trabajos de administración de presupuesto, pago de deudas, etc. Por lo tanto, las mujeres son asistentes personales de toda la familia y a ello dedican en Puerto Rico las horas de trabajo que requiere un trabajo a tiempo parcial. Imagínese que usted está todo el día trabajando en la oficina y su compañero, que se sienta en el cubículo de al lado y gana lo mismo, llega del almuerzo y se tira para atrás a no hacer nada hasta la hora de salida, la mayoría de las personas estarían molestas con ese trabajador. Pues esa es la situación que se da con el trabajo del hogar, mientras una persona dedica 25 horas semanales a un trabajo la otra le dedica menos de 5 y recibe la misma paga, nada.

 

Uno de los problemas a los que se enfrentan las mujeres al tener que asumir todo el trabajo de la casa es que, al igual que una esclava es vista como un bien o un objeto, en lugar de ser vista como un ser humano, a las mujeres en los hogares puertorriqueños no se les da el respeto de un ser humano. No se espera por ella para comer, no se le agradece por su trabajo, se espera que lo haga sin quejas y que lo haga constantemente. Otro de los problemas es que no tenemos tiempo para dedicar a nuestras carreras fuera del hogar (seminarios, cursos, preparación de material, etc.) o a actividades de esparcimiento para nosotras como tener un pasatiempo, leer un libro, ir a la playa. Se espera que las actividades de esparcimiento de una mujer estén centradas en sus hijas e hijos, lo que las convierte en otra tarea más.

Datos de un estudio realizado por la Dr. Lenna Nepomnyaschy y Dr. Jane Waldfogel de la Universidad de Columbia, demuestra cuan dispuestos están los padres a realizar sus tareas con sus hijas e hijos despues de tener menos de una semana de licencia de paternidad, una semana o más de dos semanas.

Muchas mujeres no tienen la capacidad de tener siquiera un trabajo a tiempo completo porque los horarios escolares no se lo permiten o tienen que recurrir a otro tipo de trabajo no remunerado que también recae en las mujeres, el cuido de niñas y niños en casa de la abuela. Un estudio en Estados Unidos demostró que del 42% de familias que pagaban por un cuido en 1997 esta cifra ha disminuido a 32% en 2011. Esta disminución se debe a un aumento en la cantidad de abuelas cuidando niños y niñas. Los centros de cuido han aumentado sus precios con la inflación mientras los salarios han disminuido o se han quedado igual frente a un aumento en el costo de vida haciendo imposible el pago de un cuido para menores de 5 años o para niñas y niños mayores tras la hora de salida de la escuela.

Se ha demostrado que las mujeres sienten alivio cuando sus madres se retiran porque así pueden dejar a sus pequeñas y pequeños con ellas, lo que revela la presión que puede sentir una mujer con la carga del hogar y el balance entre el trabajo remunerado y el no remunerado. Pero al mismo tiempo existe una queja de las abuelas que cuidan niños y es que ellas también se sienten presionadas por la madre o el padre de cumplir ciertos roles educativos y/o de desarrollo, por lo tanto, se ve de parte del padre y de la madre como un trabajo, pero no se paga.

A este trabajo le debemos sumar el del cuidado de personas enfermas, ancianos, etc. que recae igualmente en las mujeres. En momentos en que la crisis económica aumenta las condiciones de salud por falta de acceso a la medicina y disminuye la capacidad de las personas de pagar por los cuidados, también hay una disminución en las personas que pueden hacerse cargo de sus familiares pues deben mantener un trabajo que pague para poder subsistir. Este trabajo sin paga también limita o elimina la capacidad de las mujeres de participar de organizaciones comunitarias, actividades políticas, continuar sus estudios, entre otros.

Por último, debemos hacer un análisis de clase. Las mujeres de clase alta tienen acceso a un sinnúmero de servicios que hacen mínimo su trabajo en el cuidado y atención del hogar: pueden pagar por la limpieza, la comida lista, se pueden permitir menos horas de trabajo remunerado, tienen cuido extendido en sus colegios, pueden pagar un cuido privado para los niños y las niñas más pequeñas e incluso pueden tener una persona cuidando a sus hijas en su propio hogar. En cuanto al cuidado de personas mayores o enfermas, igualmente las personas ricas pueden contratar los servicios de ama de llaves, enfermera, etc. Dichos servicios son casi en su totalidad inaccesibles a las mujeres de clase trabajadora quienes no pueden ni pensar en tener a otra persona limpiando en su hogar.

En el Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST) proponemos una colectivización de los trabajos domésticos para que no tengan que recaer solo en las mujeres. Proponemos cocinas comunitarias, centros de cuido en el centro de trabajo, subsidiados por el patrono, entre otras cosas, pero también, una división de las tareas en el hogar entre todas las partes sin que unos se recuesten del trabajo de las otras. También se ha demostrado que los padres que tienen tiempo de paternidad con paga dedican más tiempo al cuidado de los hijos y las hijas más adelante. Un padre que tiene 2 meses de paternidad crea un vínculo con sus niñas y niños que le hace estar más cerca una vez tiene que regresar a trabajar. Por lo tanto, ambos el tiempo de maternidad y el tiempo de paternidad deben aumentar para que las tareas comiencen a distribuirse de forma equitativa. Igualmente se deben crear programas que paguen por el trabajo realizado para que comience a cobrar el valor que no se le da, se puede ofrecer un sueldo a las abuelas que cuidan de sus nietas y nietos, y a las madres solteras que deben dedicar más tiempo aun a las tareas generales del hogar.

Nota editorial: Este artículo fue publicado originalmente en el magacín impreso Bandera Roja #3/verano 2017