La educación como mercancía

| Publicado el 9 febrero 2005

Mié, 2005-02-09 20:00
Hugo J. Delgado-Martí
Unión de Juventudes Socialistas (UJS-MST)

Conforme pasa el tiempo vemos como la universidad responde cada vez menos a los intereses del pueblo puertorriqueño y se intenta, pero tampoco se logra, satisfacer la demanda del mercado laboral. Ese mercado laboral al que se enfrentan cada año los graduandos universitarios es uno donde predomina la industria de servicios, no existe la organización sindical y los derechos laborales aparentemente no aplican.

La realidad es que ese mercado laboral no necesita de jóvenes con grados universitarios, son pocos los que conseguirán el codiciado puesto de administrador o gerente, y muchos menos los que llegarán a posiciones de alguna importancia en la toma de decisiones de la compañía o corporación donde trabajan. Algunos estudiantes empiezan a trabajar mucho antes de graduarse para costear sus estudios, particularmente el hijo del trabajador(a) que no recibe beca Pell. El estudiante trabajador de hoy en día pasa poco tiempo en la universidad, su única relación con la vida universitaria son aquellos cursos a los que asiste. Ya no hay tiempo para las tertulias nocturnas en humanidades, o los debates políticos de pasillo, mucho menos existe un teatro donde se exista una vida cultural universitaria.

La Universidad tiene hoy un ambiente comparable al de los institutos técnicos donde el estudiante sólo recibe un servicio, producto de ese énfasis de los administradores de satisfacer la demanda laboral. Ganarse un diploma en 4 o 5 años es lo importante, el desarrollo del conocimiento pasa a un segundo plano. Para los administradores es más importante el número de matriculados, y por ende la cantidad de dinero que reciben por concepto de matrícula, que la calidad de la educación que reciben esas decenas de miles de jóvenes. En los últimos 5 años el total de la matrícula se ha mantenido constante o con pequeños aumentos. Sin embargo, la cantidad total de cursos se ha reducido, y se le hace cada vez más difícil a un estudiante satisfacer los requisitos para su graduación.

La falta de cursos y secciones es sólo un síntoma de la mala administración y el enfoque erróneo de la administración de la UPR. Estos problemas no se resolverán hasta tanto exista una universidad democrática, y que responda a los intereses del pueblo puertorriqueño.