La política de cuadros

| Publicado el 21 septiembre 1980

Sobre nuestra concepción de partido (II)

Movimiento Socialista Popular MSP

Nota del editor:
Originalmente este documento fue desarrollado por el Movimiento Socialista Popular (MSP). Fue publicado en la revista de discusión política “El Militante” de dicha organización, en la edición numero 5, del año 6 (septiembre – octubre, 1980). Posteriormente fue acogida como concepción de partido en la fusión del Movimiento Socialista Popular (MSP) – Partido Socialista Revolucionario (PSR); de donde surge el Movimiento Socialista de Trabajadores (MST). Actualmente forma parte de los documentos históricos del MST, aunque puede que ciertas concepciones sobre la organización del partido hayan ido cambiando con el tiempo, la mayoría del documento recoge (prácticamente) la politica de cuadros que debe desarrollar el futuro Partido Revolucionario.

NOTA INTRODUCTORIA:
Este es el segundo de una serie de artículos sobre nuestra concepción de Partido Revolucionario. Al publicarlo queremos contribuir a profundizar e! debate que sobre este importante tema se viene desarrollando en diversos sectores de la izquierda puertorriqueña.El mismo está basado en la Política de Cuadros aprobada por el Movimiento Socialista Popular (MSP), en 1974.

La columna vertebral de un partido es su Política de Formación de Cuadros. Es decir la manera (el sistema) en que recluta educa y desarrolla a sus miembros como dirigentes revolucionarios de la clase obrera y el pueblo. Esa estructura es lo que permite que el Partido pueda garantizar una acertada dirección del proceso revolucionario bajo cualesquiera circunstancias y desarrollar la capacidad para resistir los embates represivos de la burguesía y el imperialismo ejerciendo su función de combatiente de vanguardia.

Una correcta política de cuadros debe cumplir los siguientes objetivos, entre otros:

l) Asegurar la realización efectiva de todas las tareas de forma organizada y centralizada.
2) Contribuir al desarrollo de una voluntad única de lucha basada en una disciplina rigurosa y consciente.
3) Permitir una estrecha ligazón con las masas y ser el instrumento a través del cual la organización se nutre de nuevos miembros y colaboradores.
4) Contribuir al desarrollo de los cuadros sobre criterios de calidad y excelencia.
5) Permitir la elaboración y desarro¬llo de la línea política del partido a través de la plena participación de los miembros.
6) Garantizar la permanencia de la organización ante cualesquiera circunstancias.
7) Desarrollar unas actitudes y estilos de trabajo congruentes con nuestros principios socialistas.

Partiendo de lo anterior podemos entender el papel fundamental que juegan los cuadros políticos dentro de una organización revolucionaria. «El cuadro es pieza maestra del motor ideológico que es el Partido de la Revolución.» Con esta frase el Che Guevara expresa de forma evidente la importancia vital que tiene el cuadro en el proceso revolucionario. Es la pieza maestra del partido comprometido con la educación, la organización y dirección de la clase obrera hacia la toma del poder político.

El cuadro es la persona que, en todo momento y ante cualquier circunstancia es portavoz de la teoría revolucionaria que orienta al partido: el marxismo-leninismo Es el elemento que orienta a las masas, capta sus sugerencias, su estado de ánimo, su receptividad y aplica creadoramente el análisis del partido a la situación concreta a que se enfrenta. Los cuadros revolucionarios son entonces, los elementos mas concientes. Dentro de la clase, son los responsables de interpretar la política general del partido entre las masas y sintetizar las experiencias de la lucha de clases en directrices concretas de acción. Son por tanto, el mecanismo que permite al partido estar ligado orgánicamente a la clase, representar sus intereses fundamentales y mantener la selectividad organizativa necesaria para ejercer una dirección política de calidad; manteniendo los criterios de excelencia teórica necesarios para cumplir su función de vanguardia.

El cuadro revolucionario debe ser capaz de cumplir de la manera mas efectiva posible las diversas tareas que enfren¬ta el partido por lo cual tiene que desarrollarse integralmente fundiendo la teoría con la practica. De ahí que su proceso de formación revolucionaria debe incluir necesariamente varias características esenciales.

La primera consiste en su formación teórica y practica. El cuadro revolucionario debe dominar la teoría marxista-leninista como arma indispensable para la lucha de clase proletaria. Es esa formación científica lo que le permitirá desarrollar una práctica social conciente y verdaderamente revolucionaria: la asimilación del materialismo dialéctico y el materialismo histórico aplicados creadoramente a la formación social puertorriqueña y a las condiciones internacionales que la influencian.

Ese es el soporte necesario para po¬der desarrollar una capacidad de análisis político que, en cada etapa, permita apreciar cuales son las contradicciones principales y secundarias de la lucha de clases y plantear el curso a seguir durante cada situación. Analizar uno solo algunos de los elementos de una situación lleva a una visión metafísica de la realidad y por tanto, podría conllevar cometer errores graves en el campo de la acción que pueden ser sumamente perjudiciales para el desarrollo del trabajo revolucionario y del partido. La necesidad de una sólida formación teórica y política se hace más imperativa aun en la etapa inicial en la construcción de un Partido Revolucionario: es un factor fundamental para evitar caer en alguna de las tres patas de la influencia burguesa en las filas revolucionarias el reformismo electoral, el economismo y el espontaneísmo militarista. Es lo que permite mantener en todo momento una actitud científica y la perspectiva de la toma del poder por la clase obrera. Es por eso que la capacidad de análisis científico no es un lujo para el cuadro; es en todo caso, una necesidad imprescindible que so¬lo puede ser adquirida mediante el estudio profundo de la ciencia del marxismo-leninismo, de la realidad inmediata y de su aplicación para resolver los problemas políticos y organizativos. La segunda característica es la capacidad de trabajo. Este factor es de fundamental importancia en los cuadros revolucionarios ya que es el medio para que la teoría y los análisis puedan contribuir a la transformación de la realidad social. La capacidad de trabajo presupone una gran disposición para la realización de todas las tareas que el proceso revolucionario exige. El cuadro no puede poner objeciones a la realización de ciertas tareas, por capricho o preferencia personal, sino que debe realizar tanto las tareas pequeñas y rutinarias como las de mayor envergadura: desde la tirada de un boletín hasta la tarea revolucionaria más importante. Poner excusas injustificadas para no realizar determinada tarea es una actitud incorrecta y dañina a los estilos de trabajo que deben caracterizar a un Partido Revolucionario.

Así mismo, la capacidad de trabajo es el mejor antídoto contra el burocratismo y el teoricismo, desviaciones su¬mamente peligrosas en el desarrollo de las tareas revolucionarias. Ambas conducen a quedarse en meros trabajos de escritorio, a teorizar sobre una lucha que desarrollan otros, a alejarse del trabajo con la clase obrera y luego, de la base del partido. Estos vicios están muy extendidos en los partidos pequeño-burgueses donde los jerarcas que ostentan los puestos de dirección ponen innumerables remilgos para no ensuciarse las manos con un mimeógrafo o desempeñar alguna otra tarea que consideren insignificante. No estamos señalando, en ningún momento, que no sea necesaria e importante una efectiva división del trabajo en una organización revolu¬cionaria, lo que estamos enfatizando es la necesidad de desarrollar en todos los cuadros una adecuada capacidad de tra¬bajo que permita realizar todas las tareas, grandes o pequeñas independientemente del puesto o categoría que se ostente.

La tercera característica del cuadro revolucionario ligada estrechamente a las dos anteriores es su capacidad organizativa. El dominio de los métodos, técnicas y destrezas necesarias para resolver efectivamente los diversos problemas de organización que a diario se presentan tanto en las tareas internas como en las tareas relacionadas con la lucha de masas. La preparación y dirección de reuniones, el reclutamiento de nuevos miembros y colaboradores, la planificación de todo tipo de actividades (políticas y/o militares), la organización de círculos de estudio, la preparación de la propaganda y la agitación revolucionarias, la redacción de artículos, la participación en y la organización de actividades de masas, los métodos de trabajo legales e ilegales el desarrollo de una mentalidad conspirativa, etc., no se “aprenden” solo a través de la teoría hay que desarrollar una practica, acumular y filtrar unas experiencias concretas que permitan su dominio exitosamente. Desarrollar esa capacidad de for¬ma coherente es una necesidad permanente para los cuadros por lo cual el partido tiene que desplegar todos los esfuerzos posibles para asegurar su desarrollo. Hay que entender que los cuadros constantemente tienen que hacer frente a una serie de tareas donde no basta tener una buena formación teórica sino además, es necesario el dominio del arte de la organización política a diferentes niveles. La cuarta característica es su responsabilidad y disciplina para con el estudio y el trabajo. El cuadro nunca se siente veterano. Siempre tiene que estar dispuesto a estudiar y a profundizar en sus análisis; a trabajar arduamente y a evaluar los errores cometidos para superarlos. Debe esforzarse por desarrollar unas correctas actitudes hacia el estudio y el trabajo y hacia sus compañeros, utilizando el mecanismo de la crítica y autocrítica de forma permanente.

Las tareas revolucionarias suponen una acción conciente lo que implica que se realicen con entusiasmo ante el cumplimiento de un deber de conciencia y con unos objetivos claramente definidos. No se trabaja o se estudia por amor al arte, sino para contribuir al adelanto del proceso revolucionario. Eso amerita el reconocimiento de que se es parte de una organización, de un colectivo, al cual debemos sujetar nuestras preferencias e intereses individuales aportando cada cual lo mejor de nuestras capacidades. Cada compañero es parte de un engranaje colectivo que para su funcionamiento necesita de cada una de sus partes; si una parte falla, en mayor o menor medida, se afecta el funcionamiento del todo.

Por tal razón el cuadro político debe asumir como características permanentes una gran disciplina y responsabilidad en el trabajo que permitan el desarrollo efectivo de las tareas revolucionarias. Esa disciplina tiene que ser conciente, basada en los objetivos revolucionarios y en la justeza de la acción política para conseguirlos. Como se da en un contexto colectivo tiene que estar sujeta a las normas y reglas le conducta de ese colectivo, que constituye una voluntad de pensamiento y acción únicas. Por otro lado, la responsabilidad implica la plena conciencia de que una falla individual puede afectar a los intereses colectivos; intereses que se expresan en los distintos compañeros que integran la organización y los objetivos por los cuales luchamos conjuntamente. Por eso cuando fallamos en una tarea no solo le estamos fallando a la revolución sino que le estamos fallando también a nuestros compañeros de lucha que van depositando su confianza e intereses fundamentales en nosotros. Esa responsabilidad implica además, el que las tareas se cumplan efectivamente. No se trata de cumplir con la tarea asignada para salvar la responsabilidad y punto. Se trata de cumplirla dentro del grade de excelencia que se exige de cada compañero, según las capacidades y las circunstancias lo permitan. La chapucería, el simplismo, la improvisación y la dejadez hay que descartarlas. Por el contrario hay que planificar adecuadamente el desarrollo de las tareas para que puedan contribuir al logro de los objetivos revolucionarios teniendo como norte la excelencia y el profesionalismo a todos los niveles.

En quinto lugar, el cuadro revolucionario se caracteriza por una sólida moral revolucionaria, donde el individualismo, el egoísmo y el beneficio personal no pueden tener cabida. El cuadro tiene que desarrollar unas actitudes, estilos de tra¬bajo y capacidad de sacrificio congruentes con los objetivos socialistas y comunistas por los cuales lucha. Esta comprometido con una moral revolucionaria colectiva que prefigura el desarrollo de un hombre nuevo y una sociedad nueva. Esa moral se erige a partir de un combate im¬placable contra el individualismo y todas las manifestaciones de la moral burguesa.

Estas características y otras que podrían añadirse configuran lo que debe ser un cuadro revolucionario: un sujeto in¬tegral dedicado plenamente y comprometido con la lucha por el socialismo y el comunismo tanto en Puerto Rico como a nivel internacional. Ese objetivo debe expresarse armónicamente en todas las áreas del quehacer revolucionario. Su desarrollo no puede ser parcializado o limitado a una sola o varias áreas especificas. De otra forma lo que tendríamos serian compañeros capacitados en unas tareas específicas pero incapaces de des-plegar otras tareas de gran importancia para adelantar los objetivos revoluciona¬rios. Serian cuadros a medias con limitada capacidad para contribuir a la transformación revolucionaria de la sociedad.

El análisis de nuestra experiencia de varios años y de otras experiencias revolucionarias internacionales nos ha enseñado que no basta estudiar el marxismo e incluso conocer al dedillo los textos clásicos para desarrollarse como cuadro. Eso sin lugar a dudas es fundamental pero resulta insuficiente. Así mismo no basta desarrollar una práctica política exclusivamente. Es necesario conjugar el estudio de la teoría revolucionaria con el desarrollo de una practica política al calor de la lucha de clases que ponga a prueba la teoría estudiada y mejor aun que prepare a los cuadros — y por tanto al partido — en toda una serie de áreas de la acción revolucionaria que no se aprenden solo con el estudio teórico. Esas características esenciales solo se pueden desarrollar a través de un complejo y prolongado proceso de estudio y trabajo socialista canalizado por medio de unas estructuras organizativas partidarias. Es decir solo dentro de una organización revolucionaria es posible lograr el desarrollo integral de los cuadros que la revolución socialista exige. Individualmente uno podrá desarrollar algunas de esas características pero nunca la mayoría o la totalidad de las mismas, ni con el grado de calidad que es posible dentro de un Partido Revolucionario. En tal sentido el partido debe aspirar a ser una escuela de formación de cuadros, expresión de los intereses fundamentales de la clase obrera.

Desarrollar una efectiva política de cuadros amerita: 1) una fuerte estructura de formación teórica, política y militar 2) unas estructuras organizativas centralizadas y democráticas, 3) una política de reclutamiento selectivo para asegurar una dirección política de calidad y evitar la infiltración enemiga, 4) unas normas de seguridad interna y, 5) Una sólida moral revolucionaria. Veamos a continuación cada uno de estos aspectos.

El Sistema de Formación Política

La construcción y desarrollo de un verdadero Partido Revolucionario supone la existencia de cuadros revolucionarios equipados con unas herramientas teóricas indispensables para la lucha de clases proletaria. Estos deben asimilar y aprender a utilizar los principios de la teoría marxista-leninista, la cual implica una ciencia y una filosofía cuyo dominio es fundamental para poder desarrollar una practica revolucionaria exitosa.

La formación teórica es el proceso de estudio, educación y trabajo a través del cual los cuadros revolucionarios logran una asimilación profunda del conjunto de la teoría marx sta-leninista; el materialismo histórico y el materialismo dialéctico en sus diversas expresiones filosóficas, económicas y políticas aplicados a la practica y la experiencia del movimiento obrero y revolucionario internacional y al análisis de la formación social puertorriqueña. Esa formación solo puede desarrollarse a través de un proceso largo, difícil y contradictorio que relacione dialécticamente la teoría con la práctica.

Las dificultades que presenta la asimilación profunda de la teoría marxista-leninista están íntimamente relacionadas con el carácter científico y revoluciona¬rio de esa doctrina. Carlos Marx fundo una nueva ciencia que revoluciono el pensamiento y la acción de su época dotando a la clase obrera internacional de unas armas teóricas indispensables para su liberación. El materialismo histórico o ciencia de la historia, hace posible el conocimiento de la estructura de las formaciones sociales, los diversos modos de producción que las componen, en su historia y desarrollo. Hace posible además, el conocimiento científico de las concepciones del mundo, representadas por la filosofía y los medios para transformar la realidad social a través de la lucha de clases revolucionaria guiada por los principios de la teoría marxista.

La filosofía marxista o materialismo dialéctico representa la unión del materialismo, llevado hasta sus ultimas consecuencias, con la concepción dialécticas del desarrollo social y natural. Es la lucha por la hegemonía entre los dos grandes campos de las concepciones del mundo: la concepción idealista y la materialista. El materialismo dialéctico introdujo una verdadera revolución en la filosofía, desarrollando una concepción del mundo que fundamenta científicamente la supresión de la sociedad de clases, la liquidación de la explotación del hombre por el hombre, lo que constituye la misión histórica de la clase obrera.

El carácter científico es lo que distingue a la teoría marxista de las doctrinas socialistas utópicas y de sus variantes actuales. Es lo que permite distinguir a su vez, una practica científica y revolucionaria de una que no lo es. Los socialistas utópicos fundamentaban sus objetivos socialistas en principios religiosos, morales o jurídicos que no partan de un análisis materialista de la sociedad burguesa, sino por el contrario, se basaban en una critica moral de la sociedad. Condenaban la injusticia, la desigualdad y la opresión pero no podrán ir más allá de esa condena. La naturaleza no-científica de sus fundamentos teóricos repercutía sobre la concepción del mundo, sus propósitos socialistas y los medios de lucha que planteaban para lograr sus objetivos. Por eso solo alcanzaron a diseñar idealmente unos modelos de sociedades que no iban más allá de la sociedad burguesa por lo cual fracasaron estrepitosamente en su afán de reformar la sociedad. Aunque tenían buenas intenciones y lograron, por lo general, prefigurar rasgos de la futura sociedad socialista no pudieron ser verdaderos revolucionarios y sus ideas quedaron sin aplicación practica real. Eso mismo sucede actualmente con las teorías (utópicas) que no tienen base en el análisis científico de la realidad puertorriqueña.

Por el contrario, la teoría marxista por su carácter científico no se queda en una crítica a los principios morales, políticos y jurídicos burgueses sino que realiza una crítica materialista de todo el sistema económico-social burgués. Crítica que se basa en el análisis y conocimiento del sistema capitalista en su conjunto: en sus aspectos económicos, políticos e ideológicos Ese conocimiento permite definir los objetivos del socialismo y concebirlo como un modo de producción superior que sucederá al modo de producción capitalista. Y, por otro lado, permite, definir los medios de acción para el desarrollo de la revolución proletaria. En palabras de Lenin: «La doctrina de Marx estableció las verdaderas tareas de un Partido Socialista Revolucionario: no componer planes de reorganización de la sociedad ni ocuparse de la prédica a los capitalistas y sus acólitos de la necesidad de mejorar la situación de los obreros, ni tampoco urdir conjuraciones sino organizar la lucha de clases del proletariado y dirigir esta lucha que tiene por objetivo final la conquista del poder por el proletariado y la organización de la sociedad socialista.”

El estudio sistemático y riguroso de la ciencia marxista-leninista es por tanto necesario para comprender en toda su magnitud el carácter revolucionario de esa teoría y poder desarrollar los instru¬mentos científicos indispensables para el análisis de la lucha de clases en nuestro país y a nivel internacional. En síntesis, para hacer posible una práctica verdaderamente científica que haga posible la transformación revolucionaria de la sociedad. Sin teoría revolucionaria no puede haber lucha revolucionaria. La teoría marxista-leninista es la guía que permite desarrollar una práctica correcta y consecuente evitando las desviaciones de los objetivos revolucionarios. Para dirigir una lucha revolucionaria hay que estar debidamente preparado, con unas herramientas teóricas que permitan una sólida formación política, ideológica y militar: el dominio de la ciencia marxista-leninista aplicada al análisis de la realidad nacional e internacional y a las tareas políticas cotidianas. En tal sentido es que debemos entender las aleccionadoras palabras de Lenin: «solo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia.»

Para poder asimilar la esencia científica de la teoría marxista hay que desarrollar una práctica social que incluya los dos polos que la determinan: una práctica científica concreta de formación en la teoría marxista-leninista, y la práctica de la lucha de clases revolucionaria, en contacto directo con las masas trabajadoras. La teoría pierde todo significado si se separa de la práctica de la lucha de clases y esta a su vez, se convierte en una acción ciega y sin esencia transformadora si se aleja de la teoría.

¿Como Debemos Estudiar El Marxismo?

La consideración del marxismo-leninismo como una ciencia nos impone, entonces, serias responsabilidades hacia esa teoría. No podemos convertir esa afirmación en una frase vacía y mucho menos acomodaticia.

«Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie. La conciencia así lograda y cada vez mas lúcida debe ser difundida entre las masas obreras con celo cada vez mayor, se debe cimentar cada vez más fuertemente la organización del partido, así como la de los sindicatos.» Estas observaciones de Federico Engels, uno de los fundadores del socialismo científico, tienen una importancia y vigencia actual incalculable, para todos los marxistas. Las mismas plantean varios problemas de capital importancia.

a) La responsabilidad especial que tienen los dirigentes revolucionarios de educarse en la teoría marxista.

b) La necesidad de que éstos se desembaracen de la fraseología burguesa y asuman una concepción científica proletaria.

c) El reconocimiento de que el marxismo es una ciencia que, como toda ciencia, amerita que se le estudie metódicamente.

d) Que esa formación científica debe ser difundida entre las masas obreras para fortalecer cada vez más la organización del Partido Revolucionario.

Sin lugar a dudas Engels sintetiza magistralmente la actitud que debemos asumir, particularmente los dirigentes, hacia la teoría marxista: estudiarla profunda y críticamente y difundirla entre la clase obrera, como expresión del reconocimiento de su carácter científico y revolucionario. Tenemos entonces, la obligación de tratar la teoría marxista como lo que es, una ciencia, tomando conciencia de lo que implica la naturaleza y desarrollo de la misma. Dependiendo de la concepción que nos hagamos de la teoría marxista, en esa medida tendrá o no tendrá utilidad para la interpretación transformación de la realidad.

Cuando Engels nos dice que tratemos al socialismo como ciencia nos está alertando precisamente, del peligro de no hacerlo así, de la tendencia a tratar el marxismo como un dogma o como una teoría empirista. La concepción dogmática se refiere a ver el marxismo como un conjunto de verdades acabadas que no necesitan corroboración alguna sino que hay que aceptarlas ciegamente. De tal forma se concluye que no es necesario desarrollar y enriquecer el marxismo y se promueve una visión acrítica del estudio teórico. El estudio se reduce a recitar citas y párrafos enteros de los textos clásicos sin reflexionar sobre el verdadero significado de éstos. Al tratar el marxismo como un dogma impedimos su desarrollo; nos acostumbramos a repetir sus resultados indefinidamente tratando de aplicarlos mecánicamente a una realidad que estamos incapacitados para interpretar. Así mismo, castramos su carácter revolucionario ya que esa incapacidad de interpretación científica conduce a una práctica sin sentido para lograr la transformación de la realidad. De ciencia el marxismo se convierte, entonces, en una teoría muerta y momificada que no produce descubrimiento alguno y lleva a los revolucionarios a desarrollar visiones idealistas y metafísicas de los procesos sociales.

Por otro lado la visión empirista consiste en tratar la ciencia marxista como una suma de datos, como una teoría basada principalmente en la experiencia sensorial, en lo que podemos percibir directamente sin adentrarnos en la esencia de los fenómenos sociales y las relaciones que existen entre estos. Esa visión conduce a desarrollar un análisis de los procesos percibiendo sólo lo que está en la superficie. La concepción empirista desdeña el estudio teórico y sobrestima la práctica ciega como factor principal para el conocimiento de la realidad. Esto conduce al desarrollo de análisis superficiales, basados en la experiencia práctica que a su vez mutilan la efectividad de la acción política.

Ambas interpretaciones son ideas falsas de la ciencia marxista que castran la esencia de ésta y ponen a los revolucionarios a repetir frases vacías, sin contenido real para dirigir la lucha de clases. El marxismo, por el contrario, solo se desarrolla mediante un intenso trabajo teórico, largo y complejo. Sometiendo los datos que nos brinda la experiencia a una crítica profunda, a un cuestionamiento intenso donde podamos ir más allá de las apariencias y llegar hasta la esencia real de los fenómenos sociales. Para el marxismo no hay dogma sagrado que no resista la crítica y la investigación profundas, sin lo cual no podría desarrollarse. Si partimos de que la teoría marxista es científica debemos pues, contribuir a su desarrollo, a través de la producción de conocimientos nuevos, haciendo descubrimientos que permitan fortalecer el arsenal teórico de los revolucionarios.

La asimilación crítica y el desarrollo de la ciencia marxista es una necesidad urgente y vital para los revolucionarios puertorriqueños en esta etapa.

a) Por el subdesarrollo de las ideas marxistas en Puerto Rico, evidenciado en la débil producción teórica y la hegemonía del nacionalismo burgués y pequeño-burgués en el movimiento revolucionario. El aspecto principal de esta etapa es la inexistencia de un verdadero partido Revolucionario.

b) Por la gran complejidad que nos plantea el desarrollo pasado y presente de la formación social puertorriqueña y su relación con la formación social de los Estados Unidos.

c) Por la evidente complejidad de las tendencias internacionales de la lucha de clases; particularmente la paradójica situación de crisis del imperialismo y avance de las luchas populares, y por otro lado, las graves deformaciones y retrocesos desarrollados en países que se encuentran en la etapa de transición del capitalismo al socialismo.

Estos son problemas que enmarcan el desarrollo de la teoría revolucionaria en nuestro país y que para enfrentarlos de manera efectiva tenemos que aplicar la teoría marxista-leninista creadoramente cuidándonos mucho de caer en posiciones anti-científicas. El dogmatismo y el empirismo no están ajenos a los revolucionarios puertorriqueños, son problemas que reflejan actualmente en nuestra teoría y práctica revolucionaria a diferentes niveles, como rasgos esenciales del desarrollo incipiente del marxismo en Puerto Rico.

La variante dogmática se evidencia en diversas .posiciones políticas donde se plantea el desarrollo de las tareas revolucionarias (construcción del partido, la formación teórica, el ganarse a los elementos más avanzados de la clase obrera, el debate ideológico, etc.) basado en abstracciones o formulas vacías de contenido real. Se hace un esquema de lo que supuestamente sucedió en otro país y parten de ahí para sostener sus posiciones en Puerto Rico. Pero como todo esquema, no logran captar la totalidad; las condiciones materiales, las tendencias de la lucha de clases, etc. Se quedan rasgando la superficie y terminan caricaturizando procesos sumamente complejos y contradictorios. Ese estudio insuficiente y parcial propio de los metafísicos, solo sirve para justificar posiciones prehechas que en nada contribuyen al desarrollo de las tareas revolucionarias. Por otro lado ese esquematismo lleva a asumir posiciones sectarias y olímpicas respecto a otras organizaciones donde lo que priva es una actitud subjetivista que no busca corroboración en la práctica social sino que se contenta con auto titularse marxista-leninista y regodearse en las «críticas» contra todo aquel que no encaje en su esquema.

Esa aproximación dogmática a la realidad nacional e internacional producto de una asimilación parcial y deformada de la teoría marxista, a falta de análisis concretos lleva, a compañeros a apelar a la guerra de citas de los clásicos del marxismo a guisa de debate ideológico; repiten lo que dijo Marx, Lenin o Mao pero son incapaces de analizar por cuenta propia. De esta forma convierten el marxismo en una nueva religión y sus organizaciones en sectas incapaces de pensar por sí mismas. También encontramos aquellos que asumen la posición de que debemos dedicarnos a estudiar los clásicos del marxismo y solo cuando hayamos culminado su estudio entonces plantearnos una práctica: los teoricistas. Estos, obviamente, se han olvidado de la Undécima Tesis de Marx sobre Feurbach (“Hasta el momento los filósofos se han dedicado a interpretar la realidad, de lo que se trata es de transformarla») y por tanto de la esencia de la ciencia marxista, la dialéctica teoría-práctica.

La variante empirista se refleja constantemente en la mayoría de las fuerzas revolucionarias en el practicismo de todo tipo: desde el reformismo y el economismo hasta el espontaneísmo militarista. Por lo general la práctica de las organizaciones caracterizadas por estas tendencias evidencia un bajo contenido teórico. Sus principales posturas políticas están preñadas de un subjetivismo crónico donde se toman los deseos propios como medida de la realidad. Donde sólo hay reformas parciales ellos ven “avances significativos»; donde solo hay luchas económicas ellos ven luchas «de claro contenido político»: donde solo hay indignación ante la represión ellos ven acciones de guerra. Son incapaces de distinguir lo concreto de lo general, las tendencias de la totalidad, precisamente porque se envuelven en una práctica irreflexiva que incapaz de transformar la realidad conduce al ilusionismo y al aventurerismo.

Ante el dogmatismo y empirismo debemos insistir permanentemente en que para poder hacer un análisis científico de la realidad es necesario: 1) dominar las herramientas teóricas indispensables para interpretar la realidad objetivamente; 2) investigar y cuestionar esa realidad para obtener información detallada y minuciosa de cada situación concreta en sus diversas particularidades y en su d sarrollo histórico y 3) realizar un trabajo político sistemático, ligado a las masas para conocer sus necesidades, aprender de éstas, aquilatar su nivel de conciencia y trazar los objetivos revolucionarios en cada etapa Cualquier otra actitud podrá ser todo menos científica.

Problemas Particulares en la Formación Teórica

Como hemos señalado ya los cuadros se forman para contribuir a la transformación revolucionaria de la realidad social en que se desenvuelven. Esa tarea general lleva implícita la necesidad de aplicar la teoría a la lucha de clases proletaria lo cual se especifica a distintos niveles: el análisis de situaciones concretas, el debate ideológico, la solución de problemas organizativos, la preparación de artículos teóricos para ser difundidos entre la militancia revolucionaria y los elementos más avanzados de la clase obrera, etc. En otras palabras la asimilación de la teoría marxista debe conducir a la producción de análisis específicos de alto contenido científico que permitan a la organización desarrollar una práctica social verdaderamente revolucionaria. Esa, sin lugar a dudas, no es una tarea sencilla, por el contrario presenta una serie de problemas que hay que enfrentar correctamente. Veamos.

El proceso de formación de los cuadros es un proceso lento, difícil y contradictorio que cubre un largo periodo de tiempo. En Puerto Rico esa situación es aún más seria dada la débil difusión que hasta el momento han tenido las ideas marxistas y la .hegemonía del nacionalismo en el movimiento revolucionario. En este país no contamos con una tradición marxista revolucionaria que sirva de base, desde una perspectiva crítica, a un proceso de formación y lucha teórica. Peor aún, la difusión del marxismo ha estado matizada, por lo general, por la influencia de la ideología burguesa y pequeño-burguesa. En ese contexto es particularmente difícil la formación política de los elementos obreros por el bajo nivel intelectual de estos, la ausencia de memoria histórica de la clase, la ausencia de una experiencia de lucha sintetizada en unas lecciones y el limitado desarrollo del trabajo político con la clase obrera directamente en las fábricas, desde una perspectiva revolucionaria.

De otra parte, aún en circunstancias más propicias, la formación en el marxismo presenta dificultades objetivas que no es fácil franquear para una organización revolucionaria. La teoría marxista-leninista, aunque representa los intereses objetivos de la clase obrera, no surge como un producto directo de la práctica espontánea de esa clase. Ha sido producto del esfuerzo teórico y práctico de intelectuales que poseían un gran desarrollo cultural: Marx, Engels, Lenin. Intelectuales que proviniendo de las filas de la burguesía y la pequeña burguesía, asumieron la defensa y la visión de mundo de la clase obrera. Ligando los desarrollos teóricos a la práctica y experiencia de la lucha de clases proletaria fundaron y desarrollaron la ciencia marxista-leninista.

No podía ser de otra manera. Las condiciones materiales en que trabajan y viven los obreros, la enajenación, la división social del trabajo, el embrutecimiento y el acceso limitado a la cultura y la ciencia, y el dominio ideológico de la burguesía sobre toda la sociedad constituyen obstáculos formidables para el desarrollo intelectual de éstos. Situación que sólo puede alterarse haciendo accesible a la clase obrera «desde afuera» la teoría revolucionaria, a través de los intelectuales, alterando así, las condiciones materiales de los elementos mas avanzados y decididos de la ciase obrera. Hay que fundir la teoría revolucionaria con la lucha de clases proletaria, partiendo de la situación objetiva de la clase obrera (su ligazón directa con los medios de producción y las condiciones que sufre a diario) que, paradójicamente, constituye un punto de partida esencial para la asimilación de las ideas marxistas basado en la explicación científica de su situación como clase explotada del régimen capitalista. Por eso cuando la teoría marxista prende profundamente en la clase obrera, encuentra su realización como teoría revolucionaria y no hay fuerza capaz de evitar que ésta emprenda el camino de su liberación definitiva.

Por otro lado, hay que ser concientes de que los desniveles en la formación cultural, intelectual y política de las masas trabajadoras se reflejan en el seno del Partido Revolucionario. Esos desniveles deben ser tornados en cuenta para poder organizar efectivamente la formación política de cada compañero. Una adecuada política de cuadros no puede ignorar esos desniveles, sino que los reconoce y actúa sobre ellos conscientemente ubicando a los miembros en los niveles de la organización en que pueden ser más efectivos políticamente según su capacidad y ritmo de desarrollo teórico-político. Precisamente de esa realidad deducen las categorías de militancia (cuadros, militantes, afiliados, etc.) que mantiene un Partido Revolucionario y estructuras de educación política que desarrolla.

No empece las dificultades que el proceso de formación de los cuadros implica en un Partido Revolucionario la formación teórica no puede convertirse en monopolio de especialistas o intelectuales. El partido tiene que buscar constantemente los medios para evitar caer en esa desviación, para lo cual debe estar bien conciente de la naturaleza específica de la formación teórica.

La formación teórica envuelve varios elementos que no podemos olvidar: estudio, reflexión e investigación. Eso implica la existencia de unas condiciones materiales indispensables para su realización. Tener acceso a múltiples materiales de información (libros, revistas, etc.) que por general son costosos y difíciles de adquirir; tener tiempo disponible para leer, bosquejar, anotar, consultar fuentes adicionales de información y reflexionar críticamente sobre lo leído; contar con unas condiciones mínimas para realizar estudio y la investigación tales como lugar adecuado, tranquilidad, etc.

Sin esas condiciones es muy difícil sino imposible realizar un trabajo teórico con la seriedad y profundidad que nuestra lucha exige. Un militante que trabaja ocho horas en una fabrica, que llega a su casa extenuado por el esfuerzo físico y mental que ese trabajo exige, que tiene que bregar con múltiples problemas familiares (cuidado y educación de los hijos, etc.) entre otras cosas, difícilmente podrá sacar tiempo suficiente y generar la motivación necesaria para poder producir teóricamente.

La forma incorrecta en que se ha bregado con tales condiciones en los partidos pequeño-burgueses ha traído como consecuencia el que se reproduzcan en estos partidos la división entre la teoría y la práctica, lo cual ha constituido un serio obstáculo para la formación política de los cuadros y militantes. Los obreros y trabajadores que se integran a estas organizaciones, dadas las difíciles condiciones en que tienen que vivir y trabajar, se dedican principalmente a las tareas prácticas, partiendo de la falsa noción de que éstas no requieren un alto nivel de estudio y reflexión, desarrollando por tanto una práctica sin sentido que no solo es incapaz de transformar la realidad, sino además incapaz de ayudar a cuestionar las prácticas y posiciones burguesas y pequeño-burguesas de la organización a que pertenecen. Se opera entonces una división de tareas que deja en manos de los dirigentes, quienes por lo general poseen un nivel intelectual más elevado y más tiempo disponible, la elaboración de las posiciones políticas partidarias. El resultado es claro: las capacidades de los militantes se mutilan y el partido se hunde en el reformismo.

Para poder enfrentar esos problemas efectivamente el Partido Revolucionario tiene que socializar la formación teórica entre todos sus miembros. Las tareas teóricas y prácticas deben ser responsabilidad colectiva, de todos los miembros de una organización por lo cual hay que extender lo más posible la formación teórica entre el mayor número de éstos y educarlos constantemente en la teoría para hacer de ellos cuadros revolucionarios integrales capaces de analizar y comprender científicamente la realidad social y de ayudar al partido a elaborar, en cada etapa, su estrategia y su táctica.

No se puede permitir bajo ninguna circunstancia que la producción teórica sea patrimonio de los dirigentes y la práctica social tarea de los militantes de base. Precisamente es función principal del partido evitar que se reproduzca en su seno la división entre trabajo intelectual y trabajo manual (entre teoría y práctica) propia de las relaciones capitalistas de producción. La socialización de la producción teórica solo es posible si se combina efectivamente la formación colectiva con la individual. Esa socialización de la teoría permite crear una amplia base de cuadros cuya experiencia teórico-práctica se convierte en un mecanismo de selección de los más disciplinados y rigurosos en el estudio y desarrollarlos como teóricos marxistas. Cuadros que puedan priorizar en la investigación científica, producir nuevos desarrollos que sean propagados entre toda la militancia y sintetizados en posiciones políticas de gran contenido revolucionarios.

Conciente de esa responsabilidad el partido debe desarrollar la capacidad para planificar adecuadamente todas las tareas, darle prioridad al desarrollo teórico de los cuadros y crear las condiciones internas optimas para la producción teórica sistemática.

El logro de tales objetivos nos plantea una realidad inescapable: la asimilación del marxismo-leninismo y su aplicación a la realidad social por parte de la militancia revolucionaria implica que el partido debe hacer esfuerzos supremos en esa dirección. Ese propósito solo puede asegurarse a través de la organización de un Sistema de Educación Política estable y permanente donde se combinen efectivamente el esfuerzo individual y el esfuerzo colectivo; la investigación teórica individualizada o selectiva y la discusión y debate colectivo. Todo ello aspirando a lograr una formación teórica sólida, metódica y coherente. Dicho sistema debe estar definido por las siguientes estructuras, entre otras: 1) un plan de lecturas adecuado a los objetivos planteados; 2) una red de círculos de estudio permanentes y una estructura central de coordinación.
Tales estructuras son indispensables por las siguientes razones:

a) Para garantizar que la educación de los cuadros no sea una abstracción sujeta a los vaivenes de una práctica sin sentido (practicismo) sino una prioridad real sin la cual ningún partido puede cumplir su función de vanguardia.

b) Para establecer una coordinación centralizada y armónica que asegure la estabilidad y funcionamiento de los diferentes niveles y estructuras, como círculos de estudio, seminarios, etc., manteniendo la mayor uniformidad posible en torno a las materias de estudio. Esto evita la dispersión (que en un sitio se estudie marxismo-leninismo y en otro sitio algo diferente) y contribuye a dirigir el desarrollo político de los miembros hacia aquellas materias que orienten nuestra acción política con la clase obrera. Además, permite una distribución de recursos humanos, materiales y guías de estudio de acuerdo a las necesidades formativas de la organización y de sus integrantes.

c) Para hacer posible el desarrollo de un efectivo sistema de evaluación del funcionamiento de los círculos, etc. y aquilatar el avance y aprovechamiento de los miembros; que áreas han resultado fortalecidas y en cuáles se han evidenciado deficiencias o lagunas teóricas. Permite además, el intercambio fructífero de experiencias. técnicas pedagógicas y métodos de estudio que pueden contribuir al desarrollo del proceso de formación política en su conjunto. En tal sentido la crítica y la autocrítica sistemática, a través del debate franco puede contribuir a la superación de actitudes y estilos de estudio dañinos y contraproducentes.

Objetivos del Estudio en Esta Etapa

Para dotar a nuestros cuadros de una sólida formación teórica y política tenemos que implementar un Sistema de Educación Política que cumpla los siguientes objetivos concretos, entre otros:

a) Desarrollar en nuestros cuadros y militantes un claro conocimiento y utilización del marxismo-leninismo como ciencia del desarrollo histórico.

b) Desarrollar verdaderos cuadros políticos marxista-leninistas con una sólida formación teórica y una conciencia crítica que les permita analizar científicamente la realidad nacional e internacional.

c) Romper con los esquemas idealistas y metafísicos de análisis que conducen a serias desviaciones burguesas en la interpretación de la realidad y que perpetúan actitudes nocivas en el estudio y el trabajo político.

d) Estimular el estudio y la investigación científica contribuyendo al desarrollo del marxismo-leninismo como ciencia.

Principales Áreas de Estudio

Para concretizar los objetivos señalados es necesario desarrollar un Plan de que cubra las siguientes Áreas de Estudio entre otras:

a) Materialismo Histórico y Materialismo Dialéctico (Marx, Engels, Lenin)

1) Economía
2) Filosofía
3) Sociología y Política

b) Teoría Leninista del Partido Revolucionario

c) Las Revoluciones Sociales

1) La Revolución Rusa
2) La Revolución China
3) La Revolución Vietnamita
4) La Revolución Cubana

d) El Desarrollo del Capitalismo en Puerto Rico

e) Conceptos, Categorías y Experiencias del Arte Militar

1) Marxismo y Lucha Armada (Marx, Engels, Lenin)
2) La Guerra Revolucionaria en China y Vietnam
3) Experiencias Revolucionarias en América Latina

Los Círculos de Estudio

Las estructuras básicas del programa de educación política deben ser los círculos de estudio. Estos son organismos colectivos de debate y discusión política organizados según los desniveles educativos existentes en nuestra membresía y las diferentes categorías políticas que establece la organización. Son las estructuras fundamentales de nuestro plan permanente de educación política y en ellas deben participar, según su nivel de membresía, todos los compañeros, sin excepción alguna.

No podemos concebir la educación política como una «escuelita» donde luego de aprobar unos cursos uno se gradúa y se convierte en «cuadro». Igualmente la formación política no puede depender de caprichos o preferencias personales por tal o cual materia de estudio. Mucho menos el que cada cual determine, a su gusto, cuando y con que frecuencia estudiar. En un Partido Revolucionario la educación de los cuadros y demás miembros tiene que ser un proceso permanente y obligatorio para todo el mundo sin importar los años que se tengan «en la lucha» o el puesto que se ocupe. La necesidad del estudio es permanente, no termina siquiera con la toma del poder, por lo cual resulta ridículo graduarse como «cuadro» en una lucha inconclusa que requiere una preparación rigurosa en el marxismo-leninismo si se quiere dirigir exitosamente la lucha revolucionaria. La educación política es un pilar fundamental de una organización revolucionaria, por lo cual tiene que estar reglamentada y planificada como una tarea continua a través de los círculos de estudio. Por tal razón, tanto el miembro más reciente como el Secretario General y demás dirigentes de la organización tienen que estar ubicados en sus respectivas estructuras de formación política.

Los círculos de estudio, como estructuras colectivas de formación política, deben estar organizados de tal forma que puedan garantizar su funcionamiento efectivo. De ahí que deban observar en su funcionamiento las siguientes normas, entre otras:

1) Deben establecer un Plan de Lecturas o agenda de discusión que variará según el nivel de sus integrantes, sujeto al Plan General de Lecturas establecido para toda la organización. Dicho plan será preparado en consulta con la estructura nacional encargada de coordinar todas las tareas relacionadas con la educac ón política.

2) Cada círculo deberá reunirse una vez por semana y cada reunión debe cubrir un periodo de tiempo que permita el desarrollo efectivo de la discusión. Partiendo de que la mayoría de los miembros de un círculo son trabajadores por lo cual tendrán que, por lo general, reunirse durante las noches, aconsejamos un periodo de discusión de tres horas por lo menos. En los casos de círculos cuyas materias de estudio sean más complicadas y ameriten tiempo adicional para tareas de investigación, lecturas suplementarias, etc. aconsejamos reunirse cada 15 días durante un periodo de seis horas.

3) Cada círculo debe tener un encargado designado por la estructura correspondiente cuya función será moderar y canalizar la discusión, aclarar dudas o preguntas que puedan surgir, velar por una correcta dinámica de discusión y promover la evaluación del desarrollo individual y colectivo de los componentes del círculo.

4) Cada círculo realizará evaluaciones periódicas donde tomará en cuenta los siguientes aspectos: a) dinámica de discusión, b) profundidad con que se han estudiado y comprendido las lecturas, c) deficiencias y lagunas principales, d) desarrollo individual de cada compañero, e) problemas que hayan limitado el funcionamiento del círculo como colectivo (dificultad para conseguir algunas lecturas, etc.) y f) el funcionamiento del encargado, etc.

Estas evaluaciones deberán entregarse a las estructuras correspondientes para que conjuntamente se puedan remediar y corregir las principales deficiencias o limitaciones señaladas en la evaluación.

5) Cada compañero integrante de un círculo de estudios debe cumplir, como una obligación necesaria para su formación, con varios requerimientos importantes:

a) Preparar bosquejos de las lecturas a discutirse donde se incluyan aquellos puntos a que debe darse destaque en la discusión y las dudas que el compañero tenga de lo leído.

b) Leer detenida y responsablemente cada texto asignado para la discusión. El compañero debe sentirse preparado para discutir y debatir sobre los principales temas de la lectura al llegar al círculo. De ser necesario debe solicitar al encargado o plantearlo en el círculo sugerencias sobre lecturas que amplíen el tema en discusión. Igualmente debe sentirse en la mayor libertad de solicitar ayuda para clarificar dudas o planteamientos controversiales.

c) Asistir regular y puntualmente a las reuniones del círculo. Esta es una necesidad vital para garantizar la estabilidad del círculo y asegurar el máximo de aprovechamiento individual y colectivo.

Es de fundamental importancia que cada compañero planifique su tiempo durante la semana para cumplir con las responsabilidades del círculo. Así como se programa la repartición de un boletín o una reunión administrativa de alguna estructura, debe organizar científicamente su tiempo para realizar las lecturas, hacer los bosquejos y prepararse adecuadamente para los círculos de estudio. La organización debe ser la principal responsable en propulsar la correcta planificación de las tareas para asegurar que los miembros puedan priorizar realmente en su educación política.

6) Cada círculo determinará colectivamente, según su criterio, la forma o método más conveniente para llevar a cabo la discusión (resúmenes de los planteamientos principales de la lectura y discutir críticamente en torno a ellos; introducción general del tema y discusión en base a dudas o planteamientos controversiales, etc.) pero tomando en cuenta los siguientes elementos de la dinámica:

a) Evitar el monopolio de la discusión por uno o varios compañeros en particular.
b) Estimular por todos los medios posibles (asignando resúmenes, haciendo preguntas directas, etc.) la participación de todos los compañeros.
c) Establecer unas correctas normas de debate que eviten interrupciones innecesarias y disgreciones injustificadas del tema de discusión.

La dinámica de discusión, dado su carácter colectivo, no debe depender de un compañero en particular sino de todo el círculo de estudio. Sin embargo, debe ser responsabilidad del encargado preocuparse y velar por que la misma sea lo más provechosa posible. El encargado debe, pues, estar siempre pendiente de cualquier problema que pueda surgir a este respecto y fomentar la búsqueda de soluciones lo más rápido y efectivamente posible.

Seminarios Especiales

Además de los círculos de estudio permanentes es necesario desarrollar otros mecanismos de estudio y discusión que aseguren la formación política de los miembros de la organización y que a su vez, permitan la elaboración de la línea política de ésta. Uno de estos mecanismos lo constituye la celebración periódica de Seminarios Especiales, donde puedan participar los cuadros y militantes según los criterios y categorías de militancia establecidos.

Los Seminarios Especiales (nacionales o locales) son un instrumento esencial para socializar la formación teórica entre todos los miembros de la organización ya que permiten homogenizar la línea política de ésta a través del debate político; el intercambio de experiencias y el confrontamiento de distintos puntos de vista sobre diversos problemas. Constituyen un marco de participación y discusión, mucho más amplio y rico que los círculos de estudio; que permite a los compañeros ampliar perspectivas y corregir, superar o fortalecer sus posiciones. Además, les permite tomar conciencia de cuáles son sus limitaciones ideológicas principales.

Para asegurar su efectividad estos seminarios deben tener un carácter deliberativo y estar acompañados de una rigurosa planificación: una bibliografía que incluya las lecturas que se deben estudiar como preparación para el seminario; un bosquejo guía o documento sobre el tema a tratarse que permita canalizar correctamente la discusión; dar tiempo suficiente tanto para la preparación individual como para la discusión previa en los círculos de estudio; y, un formato interno que permita la más amplia discusión y debate franco entre todos los participantes, etc.

Sin duda, este tipo de actividad además del objetivo concreto que persigue, tiende a crear en la organización una positiva tradición de debate ideológico basada en la plena libertad de participación individual y colectiva, elementos sin los cuales es imposible lograr una asimilación verdadera del marxismo y la elaboración de una línea política revolucionaria.

Continúa en parte III

Extraído directamente de la revista “El Militante” del Movimiento Socialista Popular (antecesor del MST).