La democracia es nuestra fuerza

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| Publicado el 30 noviembre 1997

Taller de Formación Política

La situación laboral se hace más compleja de día a día. Los retos nos obligan a discutir el fortalecimiento de la solidaridad laboral y cívica. Debemos desarrollar una nueva sensibilidad política y nuevas formas de acción y propaganda más amplias y críticas. Desde esta perspectiva nos interesan dos asuntos de gran importancia: la lucha contra la privatización y el proyecto de sindicación de los empleados públicos. ¿Cómo evitar que la discusiones sobre estos asuntos se vean como procesos separados o contradictorios? Es penoso admitirlo, pero estos dos procesos no parecen haber encontrado convergencia en las luchas actuales.

La ofensiva neoliberal no es nueva, tiene en Puerto Rico un historial de fracasos y éxitos. Son ejemplos: Navieras, Educación, Universidad de Puerto Rico, Salud, Energía Eléctrica y Acueductos. En todos los casos en que el movimiento obrero ha logró do detener la ofensiva patronal se combinaron: una intensa movilización de trabajadores, con gran presencia en los medios de comunicación y una amplia discusión pública en la que se unen los reclamos de los trabajadores con los intereses de sectores comunitarios y populares. Esto es clave en la derrota del proyecto patronal de privatización.

¿Por qué la lucha contra la privatización cala tanto en la conciencia de grandes sectores del pueblo? Ayudan a explicar esta realidad: la inseguridad y el temor de perder los empleos, el encarecimiento de los servicios básicos y la resistencia a una mayor pérdida de control sobre la riqueza producida el país. Toda la propaganda gubernamental y patronal ha destacado las bondades del mercado. ¿Qué le ha enseñado a las trabajadoras y trabajadores públicos su experiencia para que desconfíen de una política económica que pone toda su fe en el mercado? En esta resistencia colectiva hay un aspecto anti mercantil, anticapitalista importante que debemos estudiar.

La lucha contra la estrategia neoliberal es dirigida principalmente por las organizaciones sindicales. Sin embargo, la tendencia dominante es que el movimiento sindical reacciona tarde ante amenazas de privatización, muchas de ellas anunciadas anticipadamente. Y la respuesta ha tenido unos desniveles que llaman la atención. Comparemos lo que ha venido sucediendo en Salud con la amenaza de privatizar la Telefónica.

La situación se complica cuando consideramos que la lucha contra la privatización no se vincula con el reclamo de sindicalización de los empleados públicos. Hubiese tenido un profundo significado unir el reclamo a la negociación colectiva, incluyendo el derecho a huelga, como un aspecto clave para detener la estrategia privatizadora y la contrarreforma laboral. ¿Por qué el gobernador, que pretende privatizar los servicios públicos principales, introduce un proyecto de sindicación de los empleados públicos con el objetivo de dividir al movimiento sindical? ¿No está aprovechando un espacio vacío que hemos dejado nosotros mismos?

¿En qué consiste ese vacío? ¿Qué situación enfrentaríamos si un aspecto de la lucha contra la privatización hubiese consistido en un esfuerzo común y amplio de fortalecer iniciativas de organización de empleados públicos? ¿Cuándo se ha organizado una actividad de lucha en la calle y de propaganda contra la privatización, frente a un centro de gobierno en el que se está desarrollando una campaña o algún intento de organización, vinculando la lucha de resistencia con una campaña de ofensiva organizativa? El gobierno no ha visto aún que nuestra lucha contra su estrategia neoliberal se traduzca en formas agresivas de organización y propaganda entre los empleados públicos no organizados o débilmente organizados.

Otro aspecto de este vacío se manifiesta en la existencia de dos estrategias de lucha que no se han vinculado. Por un lado, una movilización en la calle de los reclamos anti privatizadores. Por otro lado, una propuesta de cabildeo, que si bien no ignora los reclamos en la calle, prefiere desentenderse de ellos cuando se reúne con los legisladores. La responsabilidad de esta desarticulación os corresponde a todos. Lanzar ataques e insultos en una u otra dirección o fortalece ninguno de los aspectos de la lucha que tendremos que aprender a vincular. La falta de debate democrático continuo, de construcción de lazos de fraternidad, ha hecho posible que se desarrolle una concepción que vislumbra la movilización como un obstáculo al logró de una ley de los empleados públicos. Esto lo tenemos que debatir cuidadosamente, siempre atendiendo la necesidad de unidad en la lucha contra el neoliberalismo.

Nuestra política organizativa debe intentar la algo difícil: una nueva sensibilidad democrática en el trabajo dispuesta a tener siempre todos los puntos abiertos a la discusión, que tenga como prioridad la búsqueda de zonas de convergencia, desde una perspectiva de los trabajadores, en la lucha contra el neoliberalismo. Más importante que defender determinado derecho, son las ideas y las experiencias históricas que sustentan ese derecho. Así abrimos nuestro punto de vista a la comprensión de aquéllos que no lo tienen y nos ponemos en condición de evaluar las ideas ajenas. Sustituimos el desprecio por el aprecio y podremos evitar que las diferencias nos separen en bandos irreconciliables. El objetivo, difícil pero necesario, es construir un nuevo ambiente en la lucha laboral, una nueva cultura sindical en Puerto Rico.

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