La Junta de Control Fiscal ha servido de verdugo de la clase obrera en los últimos años. El gobierno, tanto rojos y azules, se ha rendido ante los mozalbetes de la Junta y se limita a echarle la culpa de decisiones que nos han pasado por la piedra. La Junta, con el consentimiento del gobierno local, ha hipotecado nuestro futuro con los planes de ajuste de la deuda, que garantizar con impuestos y reducción de servicios el pago a los bonistas. Ahí está el aumento a los peajes y la luz, el ahorcamiento al presupuesto de la UPR y la falta de personal para servicios básicos como bomberos y trabajo social por mencionar algunos ejemplos.
No conforme con ello, la Junta ha promovido la privatización de servicios esenciales como energía eléctrica y carreteras. Con el fin de darle negocio a sus amigos inversionistas en los Estados Unidos. Pa’ acabar de jodernos, impidieron la revocación de la mal llamada reforma laboral que afecta al sector privado. En el sector público bloquearon los convenios colectivos impidiendo negociar aumentos razonables y asuntos no económicos.
Esta violencia generada contra el pueblo no ha podido ser detenida. Siguen por más. Hemos marchado, hecho desobediencia civil, radicado pleitos en los tribunales y muchas cosas más, pero ello no ha sido suficiente para sacar a la Junta. Lo que obliga a reflexionar sobre qué verdaderamente hace falta para derrotarla. Un punto de partida es entender al enemigo. Al hacer este análisis vemos que la Junta es una oficina burocrática más del gobierno yanqui al servicio de los bonistas y los grandes intereses de Washington. Sus miembros son los mensajeros, por eso no les importa lo que pensemos o hagamos. Los dueños del circo están en las altas esferas del gobierno federal y en los rascacielos de Nueva York. Es a ellos a quienes debemos apuntar los cañones.
Pero, ¿cómo le infringimos verdadera presión a esta gente que con un dedo nos aplastan, mientras con la otra mano están promoviendo guerras en Palestina, saqueando recursos en todas partes del mundo y cucando una guerra nuclear con Rusia a la misma vez? Ciertamente, el problema no es la Junta ni sus miembros; esta gente son matones a sueldo con una misión y si no la cumplen ponen a otro. Es por ello que debemos esforzarnos en buscar por dónde podemos presionar al imperio (si me refiero al gobierno de Estados Unidos que es el imperio más poderoso y sanguinario de la historia humana) artífice de la Ley Promesa.
Esta gente se golpea principalmente por el lado económico y el político. En términos económicos, veamos el ejemplo del IVU y los peajes. Parte significativa de estos recaudos va a parar a los bonistas y privatizadores de las carreteras. Si nos organizamos podríamos ejercer un boicot militante a estas imposiciones. Esto se ha hecho en otros lugares con éxito. Otra manera de atacar económicamente al imperio es no pagar el llamado cargo heredado que nos quieren imponer en las facturas de luz. Este cargo será para pagar directamente a los bonistas que compraron deuda no garantizada y ahora la Junta y el Tribunal Federal les protegen.
En el espacio político, que es tan o más importante que el económico, debemos ponernos las tenis y capuchas para repetir una dosis más fuerte al Verano del 19. En ese proceso todo el mundo encontró maneras de protestar al gobierno de Ricky el Breve. La masividad y militancia de las protestas atrajo a la prensa internacional. Esa misma atención mediática debe cuestionar al gobierno de Biden por tener una colonia en pleno siglo 21. Esto serviría de palanca para que se derrote esta imposición colonial.
Esto son solo ideas generales que deben ser discutidas desde la base, nuestra gente, en nuestras casas, trabajos, escuelas y comunidades. De esa discusión saldrán las ideas más efectivas para vencer. La lección mayor que debemos aprender de esta crisis es que aquí no hay democracia, el gobierno no manda ni en Fortaleza. Aquí quien manda es el capital yanqui que por medio del Congreso aprueban leyes para asegurar sus ganancias. Es por ello, que la lucha contra la Junta debe ser claramente antiimperialista y anticapitalista. Si nos organizamos con estos principios como clase trabajadora habremos dado el paso más importante, que no es otro qué el quitarnos las vendas de los ojos. Lo demás es pura táctica.