Crónica de una derrota anunciada

| Publicado el 9 noviembre 2004

Mar, 2004-11-09 20:00
Hugo J. Delgado-Martí
Unión de Juventudes Socialistas (UJS-MST)

El pasado 11 de octubre se llevó a cabo la más reciente Asamblea de Estudiantes del Recinto de Río Piedras de la UPR. La única resolución de dicha asamblea es “que no se celebrarían más huelgas durante este semestre”. Los profesores y estudiantes de la ya maltrecha izquierda, rápidamente lanzaron sus voces de alarma. Unos pocos aprovecharon para lanzar sus críticas melonistas-oportunistas; otros quedaron sorprendidos ante la masiva derrota pero dispuestos a seguir adelante con la lucha. Por último, están aquellos a quienes no se les ha visto ni por los centros espiritistas desde la derrota. Esta es una derrota para todo el estudiantado, al aparentar que renunciamos a la huelga. En esta ocasión somos igual de culpables todos los estudiantes que participamos de las actividades de solidaridad con Héctor Rosario, el profesor del Colegio de Mayagüez que fue suspendido de empleo y sueldo por participar del Campamento Colegial.
Recuento de los hechos
A mediados de septiembre comenzó una campaña bajo el nombre de “Iniciativa Anti-Militarista”. Posteriormente nos enteramos que el compañero Héctor Rosario se lanzaría a una huelga de hambre frente al Capitolio para exigir su restitución. En nuestro caso, entendíamos que el capitolio no era el mejor lugar para organizar gente, sino que la gente debía estar en Mayagüez y en Río Piedras organizando, educando, debatiendo sobre el ROTC. Siempre insistimos en que había mantener solidaridad con Héctor y que, si teníamos la oportunidad, debíamos denunciar la represión en su contra. Nuestra oposición a estas actividades se puede resumir en 5 puntos principales:

  1. Eran actividades improvisadas (en el mejor de los casos se comenzaban a discutir el día antes).
  2. No buscaban crear conciencia en las masas.
  3. Eran actividades puramente simbólicas y enajenadas de las masas.
  4. No se tenía una estrategia clara de hacia dónde iban dirigidas las actividades.
  5. El objetivo mediático superaba cualquier consideración estratégica.

A esto hay que añadir que las reuniones en las que participamos se excluyan la crítica y la oposición. Un reducido grupo de compañeros planeaban las actividades de antemano y luego venían a las reuniones para que rellenáramos con gente tal o cual actividad.
El objetivo de este grupo de trabajo era hacer-hacer-hacer, y eventualmente este tren de trabajo los llevaría al colapso, a la autodestrucción o a la quemazón de la gente. La ausencia de debate sobre “para qué” se hacía cada cosa era obvia. Esto llegó al punto de la discordia pública: cuando las masas acorralaron al presidente en su carro. Unos pretendían negociar, otros no querían dejarlo ir hasta que dijera algo. El trabajo de concienciación e información era limitado, escaso -y por momentos- estuvo ausente. La gente conocía a Héctor Rosario y la simpatía era mucha, pero eso no necesariamente implicaba movilización.
La marcha hacia presidencia
La marcha hacia la presidencia del miércoles 6 de octubre fue planificada dos días antes; esperaban crear una marcha masiva de la noche a la mañana. La actividad tuvo que ser modificada por el cierre de administración central. Los organizadores descubren que el presidente se encuentra en la UPR y una multitud lo acorralan en su salida para pedirle una reacción en torno al asunto de Rosario. La Rectora cierra el recinto, un grupo mayor de gente se indigna y asiste a una asamblea improvisada en Generales, otro grupo (aunque menor) también asiste a la asamblea para oponerse a cualquier propuesta de paro. Lo que nadie esperaba era la masividad del movimiento, los mismos organizadores no estaban listos para lo que allí ocurrió. El debate no se dio bajo el mejor ambiente, la intolerancia y las faltas de respeto de ambos bandos sobraron. El objetivo de la “vanguardia” en aquella actividad era convertirla en una actividad lo más militante posible. El problema: no contaban con el apoyo de las masas sino de un grupo considerable de gente que siempre se moviliza para cualquier asunto que propongan las organizaciones políticas socialistas e independentistas.
Oportunismo Popular y asamblea anti-huelga
El lunes siguiente al paro se desató la reacción. Ese día se demostró que no contábamos con una base firme y convencida. Las masas que se dieron cita el miércoles previo no estuvieron presentes. No se hizo un trabajo de movilización. La oposición, que contaba con el apoyo de la administración, del gobierno y de algunos profesores reaccionarios se encargó de movilizar estudiantes para que fueran a la asamblea del lunes 11. Estos habían sido convocados por la euforia del momento, por una indignación fabricada en torno a la pérdida de clases. Ni caso nos hicieron cuando tratamos de convencerlos que la extensión del semestre no se debía a un paro de 24 horas sino al huracán Jeanne y los desbarajustes administrativos.
Hoy vemos los resultados; si hace un año el estudiantado movilizado se encontraba desprestigiado, hoy está peor que nunca. El proceso de paro en la UPR no contaba con el apoyo de las masas, estas eventualmente despertarían y tendrían que escoger algún bando. Lo que debe quedar claro es que las verdaderas razones de este golpe fueron las prácticas anti-democráticas e intolerantes de un sector de la izquierda que se siente mayoritaria y que juega a dominar estructuras que aún le quedan chiquitas. Todos hemos sido cómplices de este estilo de trabajo, aunque algunos hemos intentado en ocasiones hacer la diferencia; nos hemos quedado cortos.