Cuirs contra el patriarcado y el capital

| Publicado el 15 septiembre 2019

Visibilidad queer/cuir frente a derechas e izquierdas

Nelson M. Pagán-Butler

Hoy día resultaría escandaloso pensar una izquierda que no incluya las exigencias del activismo LGBTTIQ+ en su programa político. Pero para sorpresa de muchos el camino andado por el movimiento LGBTTIQ+ no ha sido fácil. Mucho tuvo que repensarse una izquierda que miraba a otro lado, sacudirse de la vieja guardia del comunismo hipermasculino para darse cuenta cuan disidente, o marica, es en su corazón.

El movimiento LGBT y la teoría queer
A partir de las revueltas del Stonewall Inn de 1969 en la ciudad de Nueva York, en donde la comunidad LGBT resistió a la policía, el activismo LGBT adquirió visibilidad. La lucha por la emancipación sexual ganaría adeptos y abriría nuevos espacios para la transformación social. Tan temprano como en la década del 1970 comenzaron a organizarse las primeras movilizaciones de orgullo en Puerto Rico. Pero no sería hasta principios de 1990 que las movilizaciones LGBT adquirirían mayor relevancia a partir de la discusión pública alrededor de la orientación sexual, la identidad sexual, derechos humanos y el VIH-SIDA.

Tradicionalmente, la izquierda y el independentismo puertorriqueño mantuvieron una relación distante con el movimiento de gays y lesbianas. En unas ocasiones marcharon junto a nosotras sin hacer mucho ruido y, cuando no, nos etiquetaron de asimilistas, burguesas americanizadas y por tanto indeseables. Durante años, se nos había apartado a un discreto segundo plano. La izquierda poco discutía sobre la emancipación sexual salvo en pequeños círculos dentro de los grupos más radicales. Negros, mujeres, gays y lesbianas tendríamos que esperar por la revolución proletaria para luego poder emanciparnos. Mientras tanto, las relaciones de mercado penetraron mucho más profundamente en nuestras vidas, a la vez que negociaba algunas de nuestras demandas con la compra de conciencia de gays y lesbianas despolitizadas.

Tras los encuentros y desencuentros teóricos en la última década del siglo XX entre feministas, de grupos afro-americanos y de una comunidad LGBT precarizada en EE.UU. y Europa, aparecieron organizaciones de disidentes sexuales y de género cuyas prácticas desbordaron la heterosexualidad. Según la explica el filósofo feminista Paul B. Preciado, la heterosexualidad es un concepto económico que “designa una posición específica en el seno de las relaciones de producción y de intercambio basada en la reducción del trabajo sexual, del trabajo de gestación y del trabajo de crianza y cuidado de los cuerpos a trabajo no remunerado. Y funciona a través de procesos semiótico-técnicos, lingüísticos y corporales de repetición regulada impuestos por convenciones culturales” procedentes de los ámbitos más homofóbicos de nuestra sociedad.1

En Estados Unidos, por ejemplo, durante la década de 1980 grupos como Act Up, Lesbian Avenger, Queer Nation o Radical Furies pretendían dar un giro y articular una crítica a las tendencias que el movimiento LGBT había desarrollado en las décadas anteriores. Se oponían al activismo feminista y LGBT tradicional e institucionalizado que no cuestionaba el sistema de dominio heterocentrado. El término ‘queer’ comenzó a ser utilizado como espacio de encuentro por una multiplicidad de cuerpos que se alzan contra los regímenes que les construyen como “normales” o “anormales”. Este espacio de encuentro no solo incluye a gays y lesbianas pero a una multitud de cuerpos. Es un espacio “post-homosexual” y “post-gay”. Es decir, “de disidentes de género y sexuales que resisten frente a las normas que impone la sociedad heterosexual dominante, atento también a los procesos de normalización y de exclusión internos a la cultura gay: marginalización de las bolleras, de los cuerpos transexuales y transgénero, de los inmigrantes, de los trabajadores y trabajadoras sexuales (…)”.2 A partir de estas experiencias se elabora una teoría política de resistencia contrahegemónica para desestabilizar el régimen normativo de la sexualidad y de la identidad: una teoría queer/cuir.

El activismo queer/cuir en Puerto Rico
Las primeras dos décadas del siglo XXI han visto una emergencia de políticas queer/cuir en Isla. La institucionalización de algunas de las demandas más liberales del movimiento LGBT ha silenciado una polifonía de sexualidades periféricas cada vez más precarias ante el avance del neoliberalismo. Espacios tradicionales de activismo LGBT como Puerto Rico para Tod@s y el Comité Amplio para la Búsqueda de la Equidad (CABE) han sido superados a través de la última década por una expresión antisistema y anticapitalista que también transgrede el género. Entre estos podemos mencionar al Comité contra la Homofobia y el Discrimen, el Colectivo Queer sin Nombre, Varones contra el Patriarcado, y más recientemente, la Colectiva Feminista en Construcción, el Grupo de Trabajo de Género (GTG) de la UPR-Río Piedras, Cuirs contra el Capitalismo, EspicyNipples, Diverxs, El Hangar en Santurce, La Sombrilla Cuir, entre otros. Estas organizaciones han enfatizado en la interseccionalidad de clase, género, raza y sexualidad en los espacios de lucha contra el capitalismo y el patriarcado.

Aun con las condiciones de una Universidad atacada por la Junta de Control Fiscal, por ejemplo, desde el GTG, junto a una multitud de artistas y colectivas anticapitalistas, acordó en 2017 participar con una comparsa queer/cuir en la marcha del 17 de mayo (Día Internacional contra las LGBTTIQ+ fobias). La marcha fue convocada ese año por CABE y finalizaría en la plaza de festivales de Río Piedras. En la misma plaza, recibían en acto público al ex-prisionero político e independentista Oscar López Rivera. No queríamos hacer del 17M una pre-parada del orgullo gay hiperconsumista, despolitizada y normalizada. Una manada de buchas, maricas, negras, trans, curiosas, dominicanas, mujeres, gays, lesbianas, pobres y putas visibilizamos nuestras resistencias, visibilizamos nuestras vidas. La comparsa abrió el espacio y señaló los límites del actual movimiento LGBT en Puerto Rico, del activismo independentista nacionalista y de la izquierda tradicional ante las imposturas que asumimos. Ante esa mirada de sospecha y desaprobación de algunas gays y lesbianas recatadas, una izquierda vigilante y un nacionalismo esencialista, afirmamos nuestra ética anticapitalista y antipatriarcal.3 ¡Aquí estamos! ¡Nos seguimos encontrando! ¡Nos seguimos organizando!

Tras el paso del Huracán María el escenario estaría acompañado de una alarmante violencia de género contra mujeres y una ola de feminicidios. Ante la inacción del Gobierno de Puerto Rico, estas redes de solidaridad que venían entretejiéndose, fortalecieron su base y asumieron un papel protagónico en la protección y cuidado de nuestra comunidad. A partir de entonces, daríamos una estocada en el activismo tradicional a nivel nacional. Ya no sería el sindicato quien exclusivamente llevaría a la calle su compromiso radical un primero de mayo. Y así fue durante nuestra participación en las protestas que terminaron con la renuncia de Ricardo Rosselló a la gobernación del país. Esta vez tomamos el cielo por asalto mujeres y disidentes sexuales y de género que protagonizamos nuestra propia lucha. Ya no son solo nuestras los márgenes, ahora son nuestras las calles. ¡Y no hay vuelta atrás!

Ante la apropiación y el vacío de las políticas liberales con perspectiva LGBT, y los silencios de una vieja guardia de izquierda hacia las multitudes, lo queer/cuir se presenta como bandera radical anti-sistema dentro del terreno de juego de la política. Aunque todavía queda mucho por deconstruir, mucho por construir -esto es, mucho por andar-, nuestras políticas se presentan como una expresión radical que expande tanto en su apuesta como en su contenido el programa de izquierdas con su visión y conocimiento más amplio de clase, raza, deconstrucción de la masculinidad, transvisibilidad, la apuesta por un transfeminismo, el cuestionamiento al capitalismo, la heteronorma y el patriarcado. En tanto practicamos, nos visibilizamos, devolvemos lo mejor de su compromiso, disidencia y militancia a la izquierda radical de aquí. Más allá de unirnos… ser cuir es ser de izquierda.


1. Paul B. Preciado, Testo Yonqui, Barcelona: Espasa Libros, 2008, 97-100.

2. Paul B. Preciado, “Queer: Historia de una palabra” en Parole de queer 1, 15 de abril- 15 de junio 2009, 14- 17. Recuperado en http://paroledequeer.blogspot.mx/2012/04/queer -historia- de-una-palabra-por.html

3. Nelson M. Pagán-Butler, “El emergente activismo cuir en el contexto nacional”, Revista Cruce, 28 de junio de 2019- Edición especial Orgullo, 55- 60. Recuperado en https:// issuu.com/revistacruce/docs/cruce

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