Lxs Violentxs

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| Publicado el 2 noviembre 2014

foto: ER/Bandera Roja

Coraly León Morales

Bandera Roja

FETS y FEEPAC protestan en la Torre (foto: ER/BREL)

Nos acusan de violentos y violentas nuevamente. Esta vez al menos son más creativos; nos acusan de violentos y de racistas. El rector reclama que nos manifestamos en su contra por ser negro. Semejante acusación parece insólita, mas cuando la historia del movimiento estudiantil ha demostrado que el factor común para manifestarse en contra de los y las rectoras ha sido la manera en que ejercen el poder contra el estudiantado. Nuestras manifestaciones no son caprichos de niños pequeños. Las mismas vienen a cuestionar como se ejerce el poder y como se toman las decisiones en la universidad. Las manifestaciones de la Federación de Estudiantes de Trabajo Social se dan para visibilizar la manera en que pretenden excluirnos de la toma de decisiones en lo referente al futuro de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle. Invito al rector a que le de una mirada a la historia del movimiento estudiantil, del que en algún momento fue parte, para que entienda que nuestros cuestionamientos no tienen nada que ver con racismo y todo que ver con el cargo que ocupa en la universidad y como ejerce el mismo. El acusarnos de racistas solo demuestra el desespero que tiene el rector por lograr zafarse de nosotras y nosotros. Es un argumento que utiliza cuando ya no le queda como defenderse. Sus planteamientos intentan desviar la problemática real a la que nos enfrentamos como estudiantes.

Se nos dice violentos; una palabra que a los opresores, a los que ostentan el poder, les encanta usar en nuestra contra. La realidad es que en el capitalismo la violencia institucional no es leída como violencia. Pareciera que las estructuras del estado tienen todo el derecho de violentarnos, marginarnos y oprimirnos. En cambio, cuando nosotros y nosotras tomamos acción, la que sea, los cuestionamientos no tardan en llegar. Nos llaman violentos el rector y algunas profesoras y profesores, porque el martes en nuestra manifestación tocamos puertas y ventanas cuando no nos permitían comunicarnos con nuestras portavoces. Nos cerraron la puerta en la cara y no sabíamos que pasaba adentro con nuestras compañeras. Se nos dijo violentos por tocar puertas cerradas de una supuesta administración de puertas abiertas. Así, pretenden algunos esconder la violencia institucional ejercida por la administración del recinto, demostrada al cancelar unilateralmente el proceso de negociación que se llevaba a cabo, donde se tocaban problemáticas que ponen el juego el futuro de la Escuela Graduada de Trabajo Social. Se nos acusa de ser violentos y violentas, incluso en momentos donde no lo hemos sido. Esto solo demuestra la desesperación de algunos sectores que han intentado desarticularnos de diferentes maneras pero no lo han logrado.

La realidad es que el estudiantado no tiene porque ser pacifico ante la injusticia. Debemos ser siempre estratégicos y estratégicas para responder con acciones que vayan acorde a nuestra coyuntura. Pacíficos nunca. Como futuros trabajadores y trabajadoras sociales, nos enseñan que debemos estar siempre del lado de los sectores oprimidos y marginados. En este caso es a nosotros y a nosotras a quienes se nos está violentando el derecho de tener acceso a una educación de calidad.

Muchas profesoras y profesores se sorprenden por nuestras acciones. Se les olvida que ellas y ellos en nuestros salones nos dicen que tengamos pensamiento crítico, que analicemos lo que está implícito, que busquemos lo que no nos dicen, que cuestionemos todo. Entonces, cuando lo ponemos en práctica, se escandalizan, se ruborizan y no encuentran que hacer, mas que señalarnos con su dedo acusador y ponernos el sello de violentos. La diferencia entre estos profesores y profesoras y nosotras es que nosotras no nos quedamos en la teoría, sino que somos consecuentes en nuestra práctica.

El rector nos dice que estamos dialogando, que no negociamos. También nos dice que tiene la última palabra. Me parece curioso que un rector que intenta desesperadamente desligarse de estilos de administraciones pasadas, repita el mismo discurso que no solo han repetido rectoras anteriores, sino que ha sido utilizado tanto por gobiernos del PPD como del PNP en contra del movimiento estudiantil y otros sectores en lucha, como el magisterio.

El rector se agarra de que no podemos cuestionar su compromiso porque fue presidente de la FUPI. A eso solo podemos contestarle que el compromiso se demuestra con acción, no con palabrería y que precisamente es una lástima que una persona que en su momento participo del movimiento estudiantil y de sus luchas, ahora se preste para ser lacayo de un gobierno que ha apostado al desmantelamiento de la educación pública del país.

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