Mensaje en ocasión del natalicio de Don Pedro Albizu Campos

Los retos de la posteridad

| Bandera Roja

| Publicado el 19 septiembre 2021

El mensaje a continuación fue ofrecido el pasado 12 de septiembre del 2021 en Salinas, Puerto Rico en conmemoración del natalicio de Don Pedro Albizu Campos y la inauguración de un monumento en su honor.

Buenos días

Resulta un enorme privilegio dirigirme a ustedes en ocasión de la conmemoración del natalicio de Don Pedro Albizu Campos. Saludo al Comité Plaza Monumento Pedro Albizu Campos, a la Lcda. Nilsa Félix, al pueblo de Salinas y la Profesora Astrid Raquel Cruz Negrón

Mi más profundo agradecimiento por esta inmerecida invitación, la que asumo con el compromiso de que seguiré buscando respuestas a la pregunta que debemos hacernos cuando nos entregan un micrófono en un evento tan importante, ¿qué decir ante la elocuencia, sacrifico, ejemplo y capacidad revolucionaria del líder independentista más coherente de la primera mitad del siglo XX?

Y es que desde este espacio se ha afirmado con diversas voces y contenidos, que “el pensamiento y la acción revolucionarias de Pedro Albizu Campos son parte principal, por derecho propio del legado histórico y el destino común de lo que José Martí llamó nuestra América.” Expresión que copio y leo en esta ocasión, en reconocimiento a quienes me precedieron en este espacio y que han sido tomadas del Comandante Fidel Castro Ruz, Habana, Cuba, 12 de mayo de 1993.[1]

“La independencia de Puerto Rico es la dignidad suprema de la nación puertorriqueña” nos dijo Don Pedro. Aquí se habla de dignidad, futuro, sacrifico y lucha. Reconocemos a las personas organizadoras de este evento, patriotas con enorme sentido histórico, que han creado una mesa de diálogo para honrar a Don Pedro y a la vez reflexionar sobre el futuro de la lucha por la independencia nacional.

César Andreu Iglesias escribió el 24 de abril de 1965 en su columna Cosas de Aquí, que: «Para definir a Albizu Campos basta una sola palabra: Albizu fue la conciencia de Puerto Rico. Lo fue para los que lo siguieron. La fue todavía más para los muchos que le negaron.»[2]

En estos días leía la reflexión sobre Don Pedro del presidente de la Corte de Distrito Federal para el Distrito de Puerto Rico, Gustavo A. Gelpi. Se trata de una disertación ante la Academia Puertorriqueña de Jurisprudencia y Legislación[3] . El juez Gustavo Gelpi, dijo de Albizu: «Cabe señalar que he sido juez en el Tribunal de Distrito Federal por diecisiete años y antes de eso postulé ante el mismo y la Corte de Apelaciones en Boston por una década. En todos estos años confieso, son pocos los escritos que he leído del calibre de éste de Albizu Campos en el caso de Velázquez. No solo su análisis jurídico es excepcional, sino su dominio del idioma inglés impresiona”. Además dijo: “Albizu Campos resaltó correctamente la realidad imperialista de Estados Unidos a finales del Siglo XIX, y principios del Siglo XX, de adquirir territorios de ultramar bajo cualquier método; ya fuese guerra, compra o fomentando una insurrección.”

De frente a la posteridad

Este evento es tributo y motivo de reflexión, la que inicio citando al Maestro. Decía Don Pedro que “Puerto Rico tiene que jugar su papel en la historia y tiene que ser libre para poder mirar de frente a la posteridad.”[4]

Propongo una breve reflexión sobre grandes retos presentes que amenazan nuestro porvenir. Quiero provocar, estimular y abrir un espacio de conversación partiendo de la premisa articulada por Albizu, que nuestra libertad es el rol que nos toca en la historia y requisito para enfrentar dignamente la posteridad. Identifico tres desafíos enormes: (1) la crisis ambiental y el cambio climático; (2) la crisis que representa el pago de la deuda según promovida por la Junta de Control Fiscal y; (3) la crisis demográfica. Esos asuntos tienen y tendrán serios efectos sobre el país, y nuestros derechos humanos, sobre todo a una vida digna, libre de todo discrimen degradante.

La crisis ambiental y el cambio climático

El cambio climático es un producto de largo plazo de la revolución industrial que amenaza a la vida tal y como la conocemos. En las colonias se agrava la situación por la ausencia de soberanía y porque las metrópolis actúan guiadas por sus intereses de explotación. Albizu Campos lo sintetizaba en una contundente expresión “Es una insensatez creer que los invasores tengan otro interés que no sea la explotación de Puerto Rico.”

Nos preocupan las amenazas ambientales, la del calentamiento global, la degradación de los recursos naturales, los daños a ecosistemas, los usos inadecuados de terrenos, la falta de una política coherente para el manejo de las costas y cuerpos de agua y la contaminación del aire, por mencionar algunas. Los daños ambientales, provocados por la actividad económica capitalista nos colocan en riesgo de muerte.

El Consejo de Cambio Climático de Puerto Rico advirtió de incrementos significativos en las temperaturas atmosféricas anuales, lo que ha tenido impacto en la sociedad, economía y ecosistemas naturales de Puerto Rico. El Consejo espera que estos efectos incrementen. El Programa de Investigación de Cambios Globales de Estados Unidos informó que el potencial destructivo de huracanes y tormentas tropicales en el Atlántico (intensidad, duración y frecuencia) ha aumentado, y ese cambio se asocia al incremento de las temperaturas superficiales del Océano. El calentamiento podría causar cambios en los hábitats costeros, perdida de hábitats para especies, aumento de inundaciones, erosión costera, efectos sobre la vida marítima, y pérdida o degradación de arrecifes de coral. Estamos ante una situación tan o más peligrosa que la pandemia, con múltiples efectos a la vida, la nuestra y la de las generaciones venideras.

Hemos visto las consecuencias sociales de las edificaciones en la zona marítimo terrestre, la quema de combustibles fósiles, la erosión de las costas, la edificación sin control en la zona marítimo terrestres, el depósito de cenizas, el uso de terrenos agrícolas para desarrollos de residencias, industrias o carreteras, los derrames de combustibles, el lanzamiento de basura a los ríos y su acumulación en el lecho marino, la crisis con el reciclaje de neumáticos y los vertederos.

La ruta hacia la liberación de Puerto Rico requiere mantener y desarrollar un fuerte contenido de propuestas ecologistas. Ese teorema lo entendieron muy bien las independentistas que lucharon para evitar la explotación minera en Lares, Utuado y Adjuntas, o la creación de un super puerto, la construcción de una planta nuclear en Rincón, la extracción sin control de arenas en las orillas del Río Viví en Utuado, la denuncia de la quema de carbón en Guayama, o el depósito de las cenizas en Peñuelas o Humacao, entre muchos otros. Compañeras y compañeros independentistas que han dado su lucha en Toa Baja, Mayagüez, Guayama, Santa Isabel, Ponce, Rincón y Arecibo por mencionar algunos lugares, actuaron en la dirección correcta. La defensa de las costas y acceso a las playas es la más reciente manifestación de esas luchas. Aquí hay historias de un ambientalismo dirigido por independentistas desde hace décadas, aprendamos de esa experiencia. El independentismo tiene que ser ecologista.

No basta con reconocer a los ambientalistas, es hora de escucharlos, es hora de emularlos.

“La crisis ecológica revela la crisis del sentido fundamental de nuestro sistema de vida, de nuestro modelo de sociedad y desarrollo”, afirma con razón, Leonardo Boff. No olvidemos que los llamados desastres naturales multiplican las condiciones de inseguridad y de vulnerabilidad de los sectores más empobrecidos. En Puerto Rico, el 44.5% de la población y el 40.9% de las familias viven en situación de pobreza.  El 58% de los niños y niñas viven bajo el nivel de pobreza; 37% en pobreza extrema. Sabemos que la pandemia, los terremotos y los huracanes agravan la situación y que la crisis del cambio climático representa peores efectos para los pobres.

Urge una nueva ley de protección de las costas, de la delimitación de la zona marítimo terrestre, de la protección de los mogotes, cuerpos de agua y demás recursos naturales. Por ello, felicitamos a la Senadora María de Lourdes Santiago y demás legisladores independentistas que han patrocinado una necesaria legislación para atender estos problemas.

Nos dice el teólogo ecologista Leonardo Boff que: “La Gaia (nombre que los griegos daban a la Tierra, entendida como un inmenso ser vivo) está enferma y herida. El ser humano, especialmente a partir de la Revolución Industrial, se reveló como un ángel exterminador, un verdadero Satanás de la Tierra. Pero puede tornarse en un ángel de la guarda, puede ayudar a salvarla, pues es su patria y su madre celestial.” Urge el desarrollo de la protesta, el activismo y la promoción de propuestas que atiendan estos asuntos desde la mirada de la independencia.

Recurro a las sabias palabras de un indígena americano: “Cuando sea derribado el último árbol, cuando el último río sea envenenado, cuando el último pez sea capturado, solamente entonces, nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero”.

Como defensores del futuro de Puerto Rico y de todos sus habitantes nos toca hacer de las luchas ambientales una prioridad inseparable a la de liberación. Con ello le haremos un servicio al la protección de la vida, el aire, el agua y la alimentación para las generaciones futuras en un país viable. Saludo y gloria a quienes luchan contra la quema y depósito de cenizas, la protección de las playas, del mar, contra la explotación minera, o la proliferación de antenas, quienes reclaman el uso agrícola de la tierra, gloria a sus manos, lucha y ejemplo. .

 Seamos parte del cambio y no ignoremos el problema. La madre Tierra, la grande y buena Pachamama, la Isla del Altivo señor lo reclama.

El pago de la deuda colonial

La crisis ambiental, nos llega tomada de la mano de la económica. Puerto Rico tiene más pobres gracias al sistema capitalista colonial que nos condena a ello. La crisis de la deuda pública es una manifestación extraordinaria de la precaria situación económica.

Decía el economista Luis Rey Quiñones Soto que “El colonizador hace pagar al colonizado el coloniaje que le impone. Y como no hay suficiente recaudo para pagar el coloniaje, entonces se recurre a la deuda que, acumulativa, también pretende que pague el colonizado.”[5]

Albizu entendió claramente que “las naciones intervenidas como la nuestra sumarán su riqueza a la del poder que las domina para beneficio exclusivo de éste.”

La hacienda fiscal que sostenemos con nuestras contribuciones enfrenta su peor crisis. La deuda es impagable, nunca ha sido auditada y responde a una estructura económica que hace agua desde hace décadas. El coloniaje, la corrupción, la mala administración de los recursos, junto con el capitalismo son los 4 jinetes del apocalipsis. Nos vienen haciendo daño desde hace demasiado tiempo.

Al momento de la imposición de Promesa, promovida por demócratas y republicanos con la defensa turulata de lideres penepés y populares, la deuda pública del gobierno y las corporaciones del estado ascendían a $72,000 millones y $55,000 millones en obligaciones de pensiones para un total aproximado de $132,000 millones de dólares. Desde el 2016 no se han realizado pagos a esa deuda. Más de 165,000 acreedores han presentado reclamaciones de cobro.

La junta de Control Fiscal, la Corte Federal y el gobierno de Puerto Rico pretenden alcanzar en los próximos meses un plan de ajuste para el pago de una deuda no auditada, y sin definir los servicios esenciales. La Junta incluso ha sustituido a la Legislatura al imponer el presupuesto gubernamental, intervenir con la administración pública de los municipios y pretender la derogación unilateral de leyes como la de retiro digno. La junta no ha escondido sus intenciones de privatizar  los servicios y reducir los beneficios económicos para los trabajadores públicos, ignorando a los convenios colectivos, vetando los planes de retiro adelantado. De manera abusiva se ha ensimismado en una reducción sin precedentes del presupuesto asignado a la Universidad de Puerto Rico. La Junta pretende la muerte de nuestra Universidad, asumiendo el papel de verdugo de una de las instituciones publicas que mejor ha servido a decenas de miles de boricuas.

La Junta que clama la política de austeridad por un lado de la boca, por el otro gasta descaradamente el dinero del pueblo. El Centro de Periodismo Investigativo informaba en 2018 que la quiebra de Puerto Rico nos costaría unos $1400 millones. El Vocero señaló en enero de 2021 que en los primeros 4 años de la quiebra se han pagado sobre $830 millones solamente en honorarios de abogado, y otros $26 millones en gastos. El Centro para la Nueva Economía estima que la proyección de gastos de asesores legales y financieros de la Junta para los años 2018 a 2026 serían unos $1,500 millones “muy por encima del costo estimado de la Oficina de Presupuesto del Congreso de $370 millones entre los años fiscales 2017-2026.”[6] La crisis es un buen negocio para los asesores, técnicos y contratistas de la Junta y ha servido de garante para el pago de la deuda a los acreedores provenientes de los fondos buitres.

Hace unos años lei en un documento de trabajo del Movimiento Socialista de Trabajadores unas expresiones contundentes sobre el fenómeno de los parásitos de la crisis y la corrupción. La comparto por su vigencia y contundencia “Como parte del bloque dominante existe un verdadero funcionariado de políticos, profesionales asesores, especialistas, cabilderos y administradores. Estos viven y se reproducen chupando del Estado y los Partidos Políticos y se benefician de la corrupción y el despilfarro de fondos públicos. En la medida que sus condiciones materiales dependen de su relación con la administración pública son la primera línea de defensa, son los responsables de que todo cambie para que todo siga igual”.

Mientras, el gobierno colonial, dirigido por uno de los abogados de la Junta, ha seguido haciendo lo que más conoce: promover la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica, servicio de lanchas a Vieques y Culebra y acoge cabizbaja los designios de los nuevos procónsules. La cobardía frente a la Junta que les arrebata los pocos poderes administrativos que tenían es evidente. Lo que nos hace recordar aquellas palabras de Albizu “los directores de la política local se encargan del reparto de los puestos”  “en realidad es la única industria que les queda a los directores nativos para vivir.”

El pago de la deuda, el que fuera, en las condiciones de la economía de Puerto Rico sumará resultados catastróficos a la oferta de servicios esenciales de salud, educación, seguridad social, y promoverá aún más la desigualdad económica y regional o la defensa laboral de la clase trabajadora. Fuimos botín de guerra, hoy seguimos siendo botín de esos intereses del sector financiero. Y es que por medio del servicio de la deuda se impone la dictadura del capital financiero sobre Puerto Rico.

Un independentismo fraccionado tiene muy pocas posibilidades de enfrentar con éxito a las políticas neoliberales motivadas por el afán de lucro. Un independentismo pro capitalista o tímido en hablar en contra del neoliberalismo tampoco. Es hora de conversar de un programa mínimo desde la convergencia anti neoliberal y anticapitalista que promueva la organización comunitaria, en los centros de trabajo, profesionales y en cada espacio para aglutinar un polo contra hegemónico, democrático e independentista. Convendría retomar la propuesta unitaria del Dr. Juan A Lanauze Rolon, cofundador del PC en 1934, compañero de estudios de Albizu, quien en 1936 propuso crear el Frente Unido Antiimperialista integrado por nacionalistas, el Frente Unido Puertorriqueño, la Acción Social Independentista, las juventudes izquierdistas, los independentistas de todos los matices y los comunistas. Como vemos, la propuesta de la convergencia no es nueva, pero sigue siendo pertinente.

La crisis económica de Puerto Rico no es del capital, siquiera es de los que lo controlan. Se trata de una crisis que afecta con mucha mayor violencia a la juventud, los adultos mayores, los habitantes de las zonas no urbanas, los empleados precarizados, los pensionados y las mujeres. La unidad de las fuerzas independentistas tiene en ellos un punto innegable de partida.

La crisis demográfica

La falta de un empleo digno, el desempleo, la pérdida de ingresos, el incremento de costo de servicios esenciales, el despido y cesantía de funcionarios y la reducción de oportunidades en el servicio público producto de la Ley 7, el cierre de negocios sobre todo de los pequeños y medianos, han sido la realidad cotidiana de miles en Puerto Rico. A ello se le suman los daños producidos por María, los terremotos y la pandemia, estimados en miles de millones de dólares.

Para muchos vivir en su comunidad de origen o incluso en la Isla resulta inviable. Mientras para otros, sobre todo los estimulados por leyes de privilegio contributivo, la situación es justo lo contrario. La venta de propiedades a especuladores o promotores del arrendamiento de corto plazo, sobre todo en las zonas costeras desplaza a la población y la sustituye por otros. Ese fenómeno es bien apreciado desde hace tiempo en Isla Verde, Condado, Viejo San Juan, Vieques, Culebra, Rincón e Isabela por mencionar algunos.

Puerto Rico perdió el 11.8 % de población durante la pasado década según el censo. La población descendió de 3.7 millones en 2010 a 3.3 millones en 2020, una reducción de 439,915 personas. Desde el 2005, cuando comenzó el descenso poblacional la pérdida de 522,736 personas. El efecto ha sido variado. Unos 18 pueblos de la Isla han perdido al menos el 15% de la población. En el caso de Guánica, la reducción ha sido del 29%, en Salinas (17%), Guayama (19.3%), Arroyo (19.1%), y Patillas (17.1%).

Los efectos de reducción poblacional en los menores de 18 años son alarmantes. Desde el 2010 al 2019 la población menor a 18 años de edad en Puerto Rico reflejó una reducción de 324,293 residentes representando un cambio porcentual de -36%.

La migración hacia los Estados Unidos ha mostrado estadísticas extraordinarias. Al 2018 cerca del 64% de los puertorriqueños residían en Estados Unidos y un 36% acá en el archipiélago. El gran éxodo de las últimas dos décadas difiere de la gran emigración puertorriqueña de la década de 1950 en que aquella ola migratoria no resultó en la disminución absoluta de la población de la isla, la cual siguió creciendo a pesar del gran número de puertorriqueños que partía para los Estados Unidos.

La crisis demográfica es expresión de una económica que se muestra inviable para la gran masa del pueblo. La colonia promueve la emigración, la baja en la natalidad y el abandono de las comunidades. Había pasado antes pero nunca como ahora. Enfrentamos enormes retos culturales, económicos y políticos como producto de la crisis demográfica.

El peligro de la crisis demográfica consiste en que se mantenga la tendencia de reducción poblacional e incluso en que aumente. La gentrificación y las consecuencias económicas son muy peligrosas.

Palabras de cierre

Permítanme concluir trayendo a la atención las palabras de otro inmortal, negro, rebelde y perseguido, como lo fue Don Pedro. Me refiero a Martin Luther King.  En una carta escrita desde la cárcel en Alabama, decía a otros pastores de la Iglesia que “Sabemos por una dolorosa experiencia que la libertad nunca la concede voluntariamente el opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido.” Clamamos por acción, por compromiso y en contra de una ingenua creencia de que los procesos de cambio social para concluir con el racismo, el discrimen, el coloniaje, o los atropellos de las clases dominantes o del estado serán resueltos por quienes lo imponen. Martilla en nuestra consciencia el reclamo vigente de quien como Albizu alza su voz y reconoce la lucha rebelde como elemento indispensable para nuestro porvenir.

Que la sabia y rebelde voz de Albizu se escuche en cada rincón, del bendito pueblo de Salinas, en donde estamos. Que se reciba con júbilo y estimule nuevas luchas en Bahía de Jobos, Piedras de Collado, Bosque de Jagueyes, Poblado de Aguirre, Bahía de Salinas, Punta Arenas, La Playita y en El Coquí. Que prenda la maleza del descontento y la rebeldía en todo Puerto Rico, para que el verano de 2019 regrese con mayor fuerza.

[1]  Palabras de Presentación del texto Pedro Albizu Campos, Escritos, Publicaciones Puertorriqueñas, San Juan, Puerto Rico, 2007, página X

[2]  Marisa Rosado, Las Llamas de la Aurora, páginas 406 a 408.

[3]  Gustavo A. Gelpi, Pedro Albizu Campos, el abogado federal y el notorio caso de Velázquez v. People of Puerto Rico,         https://www.academiajurisprudenciapr.org/pedro-albizu-campos-el-abogado-federal-y-el-notorio-caso-de-velazquez-v-people-of-puerto-rico/

[4]  Elida Negrón de Rivera, Pensamientos del Maestro Pedro Albizu Campos, Homenaje en su centenario, Chicago, 1992, página 9. Citado en Pedro Albizu Campos, Escritos, página XVI

[5][5] Prólogo al libro Promesa, de Rolando Emmanuelli Jiménez y Yasmín Colón Colón.

[6]  https://www.noticel.com/junta-fiscal/ahora/gobierno/top-stories/20210630/grandes-costos-y-pequenos-beneficios-el-saldo-del-experimento-colonial-promesa-plantea-cne/

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