Rescate y quiebra federal no son solución

| Publicado el 14 octubre 2015

El problema es la colonia capitalista

Edgardo Román Espada
Bandera Roja

La vitrina del Caribe está rota. Tanto que parece parte del paisaje abandonado de un centro urbano … Río Piedras, Santurce, de cualquiera. Y es que la economía de Puerto Rico vive su peor crisis. El capitalismo colonial que conocemos se parece cada día mas al Titanic. No es modelo de desarrollo para nadie. Las cifras de desocupación, pobreza, desigual distribución de la riqueza, emigración y de reducción poblacional unidas a las referentes a la producción de mercancías y el ofrecimiento de servicios demuestran que enfrentamos una depresión económica.

El sector público cuenta una deuda impagable de más de $72 mil millones. El gobierno, como la mayoría del país, no puede pagar puntualmente todas sus deudas. Se trata de una deuda acumulada por los años. Los préstamos fueron tomados para cuadrar un presupuesto deficitario y poder pagar deudas anteriores. Ante la crisis, las administraciones del PPD y PNP hicieron causa común. Cerraron decenas de escuelas, tribunales, centros de tratamiento, salas de emergencias médicas, privatizaron tramos de autopistas, arrendaron por décadas al aeropuerto, multiplicaron los impuestos, y despidieron a empleados. La fracasada estrategia neoliberal dejó su legado. El gobierno de turno propone una serie de medidas inspiradas en los mismos principios económicos inútiles, pero sin acceso a nuevos préstamos. Además enfrentan un gran dilema: pagar la deuda o dejar de prestar los servicios esenciales al pueblo.

Desde hace un tiempo es notable la lluvia de comités intragubernamentales, vistas públicas, visitas a Washington, reuniones con acreedores e informes pagados con fondos públicos. Los acreedores del estado, nerviosos con el tema, han ejercido todo tipo de presiones. Cuentan con poco apoyo entre la población y con poderosos aliados en el Congreso, la legislatura y en los medios.

La estrategia del gobierno ha sido definida. Se requiere negociar con los acreedores nuevos términos de pago. Por un lado se dice al pueblo que la deuda es impagable, por el otro se le indica a los acreedores la voluntad de pagar. Para ser efectivos en la negociación con los acreedores se depende de varios factores: el acceso a los beneficios de la quiebra y la intervención del Departamento del Tesoro Federal, entre otros.

La Ley de quiebras federal permite a los estados, sus ciudades y corporaciones públicas acogerse al beneficio de la restructuración de sus deudas con la protección de una corte especializada, la posibilidad de dejar de pagar la totalidad de lo adeudado y mediante un plan de pagos. Impide o al menos dificulta la posibilidad de embargos de activos o fondos públicos. Se trata de un poderoso instrumento diseñado para proteger a los deudores. El problema es que la ley no provee iguales beneficios a Puerto Rico. Y a pesar de las gestiones, el Congreso no da señales de enmienda a la ley de quiebras, en gran medida gracias al cabildeo de los acreedores. Después de todo, los congresistas son los representantes del capital que los financia. Al menos en el corto plazo, no se contara con ese instrumento, siquiera para favorecer la negociación de la deuda voluntariamente.

El rescate federal implica la intervención del gobierno de los EEUU. mediante asignación de fondos, compra de deuda, ofrecimiento de garantías o asesoría técnica, entre otras tantas medidas posibles. Casa Blanca cuenta con un Comité interagencial que trata el tema de Puerto Rico. En este momento ese inútil Comité siquiera tiene un presidente. En el Congreso hay cinco legisladores de origen puertorriqueño, 4 demócratas y uno republicano. Varios legisladores federales cuentan entre sus constituyentes con miles de personas de origen puertorriqueño. Nada de ello ha significado siquiera el asomo de una propuesta concreta de intervención o rescate federal. Próximamente se efectuaran vistas en el Congreso sobre la situación fiscal de Puerto Rico. Los bonistas están invitados a participar. Está por verse el resultado de la vista.

La crisis económica de Puerto Rico no es percibida en Washington como una amenaza desestabilizadora. Tampoco ha sido sufrida por importantes sectores del capital financiero, sobre todo los especuladores de los fondos buitres. Varias empresas han incluso disfrutado de incrementos en sus ganancias acumuladas en Puerto Rico. El Banco Popular incluso pagó dividendos entre sus accionistas como producto de sus ganancias.

La lección del día es innegable: Mientras la peor crisis económica no se convierta en una política o en una que afecte al capital norteamericano, no habrá intervención federal. Las soluciones al problema económico deben partir de la identificación de sus causas. Es hora de señalar al capitalismo colonial como lo que es: un criminal peligroso que atenta contra el bienestar de la mayoría trabajadora del país.