Siria: contra la tiranía y la intervención extranjera

| Publicado el 20 diciembre 2012

Jue, 2012-12-20 14:09
Foto por:Internet
Redacción
Bandera Roja

Las ansias de justicia y libertad del pueblo sirio resurgieron con gran impulso a raíz de los levantamientos populares sin precedentes en la historia reciente del mundo árabe a partir de 2010. Estos tuvieron unos efectos dramáticos provocando el fin de los gobiernos de Túnez y Egipto. En Siria las protestas comenzaron con carácter pacífico reclamando libertad y democracia. El régimen no estuvo dispuesto a hacer concesiones y enfrentó las demandas de las masas como siempre de costumbre con la más cruenta represión. Confiaba el dictador que su suerte sería distinta a la de sus homólogos de Túnez y Egipto y cebó su odio con la sangre de su pueblo.

El ascenso de la lucha popular como respuesta provocó un nuevo reto al régimen de más de 40 años. La contradicciones internas contenidas durante décadas de opresión, entre las que subyacen factores económicos, religiosos, tribales y étnicos han emergido tornándose explosivos e incontenibles. La sociedad siria está constituida en su mayoría por sunitas pero gobernada por una minoría alawuita que conforma alrededor de un 15% de la población. Además hay otras minorías como los drusos, los kurdos, los cristianos y otros. La política del régimen de profundizar la represión ha tenido efectos explosivos en el ejército, de composición mayormente sunita, provocando deserción tanto de oficiales como de soldados, algunos de los cuales han nutrido las filas de la oposición. Lo mismo ha ocurrido con las minorías. En la medida que el conflicto se extiende y se profundiza, sectores que habían optado por permanecer al margen al comienzo, se han ido incorporando a la lucha. Esto ha estado transformando el conflicto en guerra civil.

A esto se suma la injerencia de sectores imperialistas con intereses geopolíticos Estos desde el exterior han pretendido utilizar el levantamiento para promover sus intereses en la región. Unos, Irán, China y Rusia, en defensa de un cambio que no varíe sustancialmente el régimen. Otros como Qatar, Arabia Saudí y Turquía son voceros de los intereses de EE.UU. en el Área. Estos movimientos de injerencia externa abarcan aspectos militares, económicos y políticos. En lo militar han promovido la provisión de armas, pertrechos, entrenamiento, asesoría técnica y financiación.

En lo político, estos han pretendido conformar una dirección que aparente ser interlocutora del pueblo en lucha y la comunidad internacional. Sin embargo después de 15 meses y varios intentos de reorganización moviendo figuras políticas en el exilio, la estrategia no ha resultado exitosa. Distintos factores han contribuido a frustrar esos intentos de manipulación del conflicto por Estados Unidos y la Unión Europea. La lucha del pueblo sirio cada vez se ha ido articulando mejor y con mayor organización y eficacia mediante los Comités de Coordinación Locales. Estos comités revolucionarios de base no reconocen a los llamados portavoces en el exilio. El protagonismo de estos sectores del exilio, su apetito por escalar posiciones en un posible nuevo gobierno y su maleabilidad ante las fuerzas externas provocan escepticismo y desconfianza de los Comités de Coordinación Locales, representantes genuinos del pueblo en lucha.

El último intento de Estados Unidos ha sido crear a su medida la llamada Coalición Nacional Revolucionaria y de Fuerzas de Oposición Siria. Comité que fue reconocido inmediatamente por EE.UU. y un centenar de países. En protección a sus intereses han colocado como portavoz a un sirio vinculado a los intereses de la gigante petrolera Shell, Moaz al-Khatib. Este fue cabildero de esta compañía en los inicios de la década del 2000. Para lavar la cara y lograr el control del nuevo comité excluyeron del mismo a distintos sectores “no manejables” de la oposición.

Esta intervención externa en el conflicto ya sea endosando una salida negociada con el régimen o promoviendo un cambio afín a Washington y la Unión Europea colocan al pueblo sirio en una encrucijada. La negociación política promovida por Rusia podría echar a Asad y a algunos de sus esbirros del poder pero mantendría la opresión y la explotación del pueblo sitio. La salida impulsada por EE.UU. representa la vuelta del neocolonialismo baja su control. Los sirios están ofreciendo su sangre y sus vidas por una salida distinta, las aspiraciones de justicia, libertad y democracia real. Estamos convencidos que su determinación y sacrificio podrá vencer a la tiranía y las maniobras de dominación imperialista.