Tambalea la educación en la UPR con docentes por contrato

| Publicado el 7 marzo 2018

Emilia Quiñones Otal

Bandera Roja

 

“Más del 70 porciento del dinero de la Universidad de Puerto Rico se gasta en nómina”, repiten hasta la saciedad la administración y el gobierno de turno. Lo que no nos dicen es que ese 70 porciento es una inversión en el futuro y la productividad del país y que no es mucho, sino poco, lo que se invierte en nómina. La Universidad somos las personas que participamos de ella, son los estudiantes, las secretarias, las profesoras y los profesores. La nómina es y debe ser la mayor parte del presupuesto en nuestra universidad. Con el argumento de la—según la administración y la Junta de Control Fiscal—“necesaria” disminución en gastos de nómina, han establecido una política de reducción de plazas y contratos temporeros que pone el riesgo la calidad de la educación y el prestigio de la UPR.

La práctica de la UPR en los pasados años ha establecido que si un docente con plaza se jubila o renuncia su plaza es sustituida por un docente por contrato. La profesora o el profesor por contrato (sin plaza) puede tener una tarea a tiempo completo o a tiempo parcial. En ambos casos su cheque llegará solo en los meses en los que ofrece cursos, usualmente 8 o 9 meses al año. El resto del tiempo no cobra nada. Aun peor, un docente con tarea parcial y con título de doctor cobra poco más de 2,000 dólares por cursopor semestre, lo que equivale a un máximo de 12,000 dólares al año (un docente con plaza gana un mínimo de 62,000). Ello quiere decir que muchas y muchos maestros en la Universidad viven en pobreza cobrando un sueldo solo 9 meses y sin beneficios. La Universidad por lo tanto está creando pobreza, es culpable de la miseria de sus empleadas y empleados.

Parece eficiente por un lado pensar que la UPR se está ahorrando 50,000 dólares al año (sin contar plan ni retiro) por cada profesora que contrata a tiempo parcial, pero debemos evaluar la profundidad del asunto. Por un lado tenemos lo ya mencionado, esa persona vive y vivirá en pobreza. Un contrato sin plaza en cualquier universidad significa que el empleado se encuentra a merced de la demanda de cursos, si un semestre hay tres cursos para él ganará 6,000 dólares por ese semestre y si al siguiente semestre solo tiene dos cursos ganará 4,000 por todo el semestre. Ello representa una inestabilidad económica que no le permite planificar para el futuro (¿Cómo puede comprar una casa si no sabe lo que ganará el siguiente semestre? ¿Cómo puede tener hijos? ¿O comprar un carro? Si no sabe si tendrá cursos el semestre siguiente o si bajará su sueldo).

Por otra parte, un elemento importantísimo que debemos evaluar a la hora de decidir si conviene a la UPR contratar docentes en lugar de crear plazas es el de la calidad de la educación. Si un profesor no puede vivir con el sueldo de un solo recinto o una sola universidad tendrá que buscar empleo en más de un recinto, como lo hacen cientos de docentes hoy en día. El tiempo que toma preparar más de 5 cursos, más el tiempo que se pasa en el carro de un recinto a otro reduce la capacidad de la profesora de atender a sus estudiantes, prepararse o hacer investigación, lo que reduce sustancialmente la calidad de la enseñanza. Si una docente tiene 200 estudiantes en total no se puede esperar una enseñanza individualizada, cada una y cada uno de ellos tiene unas necesidades que deben ser atendidas. Además, el tiempo utilizado para preparar 6 o 7 cursos (que es la carga que debe tomar un profesor a tiempo parcial para poder ganar lo suficiente para vivir), y el de guiar de recinto en recito, toman el tiempo que el docente debe dedicar a la investigación, para estar al tanto en su campo y proveer una educación de calidad.

Es importante que la administración entienda que la universidad son las personas que estudian y trabajan en ella. Los actuales administradores de la Universidad, el gobierno PNPPD y la Junta de Control Fiscal ven en la UPR una mina de dólares y un negocio al que administrar de forma “costo efectiva” como hacen con sus negocios, y la verdad es que la Universidad nuestra, de todo el pueblo, no debe ser administrada por la ganancia que provee el docente que da los cursos, sino por el beneficio del país entero en la inversión en educación. Necesitamos personas educadas, creativas, críticas, escritores, ingenieras, necesitamos desarrollar capacidad de entendimiento y discernimiento, y sin una universidad accesible y de calidad veremos la educación en el país decaer.