1950, La Revolución Nacionalista

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| Publicado el 29 octubre 2020

Reclamo Inconcluso

 

Luis Manuel Santiago Torres

Bandera Roja

Nota editorial: El siguiente escrito fue presentado el 25 de octubre en la Casa Aboy, como parte de las actividades en conmemoración de la insurrección nacionalista .

 

 “La revolución de octubre fue un acto de sacrificio deliberado, premeditado y resuelto en el secreto de una conciencia política, de demostrar al mundo que Puerto Rico  es una nación viva.”

-Juan Antonio Corretjer-

 

Buenas tardes a todos y a todas, agradezco la invitación de la Fundación Casa Albizu y de Casa Aboy por este espacio que nos permite retomar y pensar en torno a la Revolución Nacionalista de l950.  Valoro su presencia en estos tiempos de dificultad social y salubrista. Las mujeres y hombres que se enfrentan al orden establecido y que pretenden transformarlo quedan por un tiempo fuera de las páginas de la historia.  Pero es por un tiempo, ni la censura oficial o solapada, ni el reproche de los poderosos, podrán ocultar, para la eternidad los justos reclamos de los pueblos. Dicho esto, sirve de ejemplo lo siguiente: el Departamento de Instrucción editó un texto que llevaba como título “Páginas de Nuestra Historia” para los grados intermedios. Si se busca el capítulo séptimo con el título “Desarrollo Político de Puerto Rico en el siglo 20,” encontramos que se hace un salto olímpico digno de una medalla de oro cuando se va desde la ley de gobierno electivo, se pasa por el desarrollo del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y se aterriza en la organización del ELA, invisibilizando los procesos contestatarios Nacionalistas e Independentistas.  La edición consultada es de 1983. Se pueden brindar otros ejemplos, pero no perdamos el camino. Lo importante es que, ante la censura, ante el olvido alimentado por el estado debemos asumir la responsabilidad colectiva de rescatar, difundir y apreciar con ojo crítico la historia, los saberes y los legados para continuar en el reclamo de una sociedad más libre y justa.

En la década del 50 del siglo 20 el mundo está polarizado, encontramos un Estados Unidos prepotente luego de la llamada Segunda Guerra Mundial, vemos a una Unión Soviética que no obstante la lamentable pérdida de 27 millones de seres en el mencionado conflicto, se enfrenta a sus antiguos aliados con quienes caminaron juntos en contra del fascismo. En esos momentos el conflicto de Correa está en ebullición, guerra donde cientos de boricuas perderán la vida por una causa que no era la suya. También encontramos un planeta en reconstrucción donde la independencia y la soberanía de los pueblos en lucha se manifiesta en Asia, África y América Latina.

Nuestro archipiélago borinqueño será inundado de instalaciones militares estadounidenses, tanto en la isla grande como en Vieques y Culebra.  Expropiaciones, abusos, vicios, eran la orden del día de las huestes al servicio de las fuerzas marciales. El gobierno de turno dirigido por Luis Muñoz Marín fomentaba y facilitaba la inmigración al frío norte, era artífice de la destrucción del movimiento obrero y sindical, promulgaba el ingreso a las fuerzas armadas estadounidenses, montaba una estrategia económica otorgando incentivos al gran capital a costa de los salarios de las obreras y obreros. Recordemos que “en la década de 1950, la esterilización se transformó en la práctica favorita para controlar la natalidad, porque se podía justificar como una con propósitos terapéuticos. Por eso en 1950, 7,000 mujeres fueron esterilizadas en los hospitales de distrito.  Muchos hospitales pedían un litro de sangre a cambio de la operación. En los hospitales privados los pacientes pagaban 50 dólares.”  (Sobrepoblación: ¿Pobreza o Riqueza de Puerto Rico?  Prof. Juan Antonio Acevedo Nieves.)

Muñoz le dio la espalda al desarrollo de la agricultura nacional, declaró incompatible ser miembro del partido, y ser independentista y si todo esto fuese poco ilegalizó, en la práctica, al independentismo a través del fortalecimiento de las agencias represivas. En el principal centro docente la Universidad de Puerto Rico, luego de la huelga de 1948, se impuso la paz de los sepulcros.  Agudiza la situación la aprobación de la ley núm. 53 del 10 de junio del 1948 bautizada como “Ley de la mordaza” por el representante Leopoldo Figueroa. Este decreto, en esencia, castigaba la prédica, la comunicación y la organización contestataria e independentista. En torno a este hecho, cito a Carlos Gallisá en un artículo que lleva como título Historia y percepciones, “tampoco es sostenible frente a la historia la percepción que se ha manufacturado de un Muñoz demócrata y defensor de los derechos civiles y humanos. Quien mantuvo una Ley de la Mordaza por 10 años y criminalizó al independentismo puertorriqueño y encarceló a cientos de independentistas, no puede catalogarse de demócrata. Una ley, que según el periódico El Mundo estaba diseñada para inspirar terror en las mentes de los ciudadanos de Puerto Rico.”

En el marco de este complejo escenario ubicamos el retorno al suelo patrio de Pedro Albizu Campos. Recordemos el injusto encarcelamiento del liderato nacionalista luego de un juicio amañado por el Gobierno federal en Puerto Rico en 1936. A su regreso en diciembre del 1947, miles reciben al patriota y le dan la bienvenida. Albizu, el liderato de su partido y las y los nacionalistas se enfrentan a una cruda realidad, mientras se desarrollan procesos de liberación en distintos espacios geográficos, en Puerto Rico el Gobierno Federal, en unión a la administración del Partido Popular Democrático, encabezados por Luis Muñoz Marín planifican y ejecutan por diversos medios una configuración política que será llamado Estado Libre Asociado. Recuerdo al poeta cuando dijo “el mundo se está salvando y nosotros tocando fondo.” Para el independentismo en general y para Pedro Albizu Campos en particular, esta acción oculta el problema colonial en Puerto Rico. La fuente última de poder iba a continuar residiendo en el Congreso Estadounidense, permitir su validación era aceptar la colonia por consentimiento. El Partido Nacionalista de Puerto Rico entendió que la forma de enfrentar el descaro del maquillaje de la colonia era con la insurrección armada. Se imponía la insurrección. Más allá si se adelantó o no la fecha, más allá del arresto de los patriotas que regresaban, aquel 26 de octubre, de la actividad proselitista nacionalista en Fajardo en honor a Antonio Valero de Bernabé; más allá de la fuga en el presidio estatal, lo medular es que aquel 30 de octubre de 1950 los y las nacionalistas proclamaron ante el mundo la necesidad de un Puerto Rico libre y soberano a través de un levantamiento armado insurreccional.

Los primeros incidentes ocurren entre nacionalistas y policías en el barrio Macaná en Peñuelas, mueren en acción los nacionalistas Guillermo González Ubides, Arturo Ortiz y José A. Ramos en la periferia de Ponce muere el policía Aurelio Miranda. En el municipio de Jayuya se programa la segunda República de Puerto Rico cuando se toma el pueblo y se levanta bandera por Blanca Canales Torresola y Heriberto Marín.  Fallece en combate Carlos Irizarry y sobrevive, entre otros y otras Elio Torresola. Los nacionalistas atacan la sede del gobierno colonial, la Fortaleza, dirigidos por Raimundo Díaz Pacheco en un comando compuesto por Domingo Hiraldo, Roberto Acevedo, Gregorio Hernández y Manuel Torres Medina. Del grupo sobrevive Gregorio Hernández. Mayagüez, Naranjito, Ponce, Arecibo son escenarios de acción y combate. En Utuado se comete un vil crimen cuando se dispara, para fusilar, a los nacionalistas. En la barbería Salón Boricua el nacionalista Vidal Santiago enfrenta y resiste por horas un ataque brutal llevado a cabo por la policía y la Guardia Nacional. Aunque gravemente herido sobrevive al vil asalto.  El primero de noviembre de 1950, como parte del proceso insurreccional, Griselio Torresola y Oscar Collazo realizan un ataque armado a la llamada Casa Blair, residencia interina del presidente Truman. Fallece en el ataque Griselio Torresola.  Oscar Collazo es herido y muere un policía.

El día siguiente, es atacado por las fuerzas del estado, la residencia de don Pedro Albizu Campos en San Juan. Junto con Albizu defendían el espacio las libertarias Doris Torresola, Carmen María Pérez {Carmín} y Juan José Muñoz Matos. Doris Torresola fue herida de bala.  Peñuelas, Ponce, Naranjito, Mayagüez, Arecibo, San Juan, Washington Distrito Federal y Utuado, entre otros, fueron escenarios de la insurrección nacionalista. Existen diferencias en torno a muertos y heridos del levantamiento nacionalista. Héctor Andrés Negroni afirma los siguientes números, muertos: 7 policías y 1 guardia nacional, 1 bombero, 18 nacionalistas y 2 transeúntes para un total de 29, heridos: 21 policías, 11 guardias nacionales, 1 bombero, 11 nacionalistas y 7 transeúntes para un total de 51.

El estado colonial y federal utilizó todos los recursos a su alcance para reprimir el levantamiento nacionalista. Tropas de la mal llamada “guarda nacional federal” en Puerto Rico, la activación de la policía estatal, unidades aéreas, consejeros militares estadounidenses, unidades especiales de la policía, jueces y la Ley de la mordaza fueron activados.  Sobre 1,000 mujeres y hombres arrestados [independentistas, nacionalistas, sindicalistas, comunistas, entre otros]. El mismo Luis Muñoz Marín, en “Sus memorias” admite la ilegalidad imperante. Citamos: “Al día siguiente se despachó hacia Jayuya donde todavía la revuelta se mantenía en control de aquel pequeño pueblo, una compañía de la Guardia Nacional. Aunque estas medidas parecían justificadas, algunas de ellas no fueron legales por no haberse declarado con anterioridad la Ley Marcial”. A confesión de parte relevo de prueba. La persecución, los juicios arbitrarios llevaron a que decenas de mujeres y hombres cumplieran encarcelamiento por proclamar, en acción militante, la independencia de Puerto Rico. Un año, luego de los sucesos, el militante comunista César Andreu Iglesias en un compendio escrito bajo el título “Independencia y socialismo”, expresa que entre los principales aspectos de la insurrección del 30 de octubre encontramos:

  1. Asestó un rudo golpe al imperialismo en el campo de la política internacional.
  2. Ayudó a desenmascarar a Muñoz Marín y a su gobierno colonial como enemigos de la independencia y agentes incondicionales del imperialismo yanqui.
  3. Demostró que el pueblo, a pesar de permanecer al margen del conflicto, no siente hostilidad hacia los nacionalistas manifestando así las ansias latentes de liberación de las grandes masas populares.
  4. Forzó a los sectores independentistas vacilantes a adoptar una posición más militante frente al imperialismo.

Si bien César es crítico en relación con las estrategias de los insurrectos, valora en su mérito los logros de la acción armada.  Preguntamos: ¿Cuál era el principal reclamo de las mujeres y hombres nacionalistas en 1950?  Se puede resumir en la denuncia de que Puerto Rico es nación ocupada por el imperio estadounidense, que el Estado Libre Asociado es una pantalla para ocultar la colonia y la necesidad de la independencia patria.  Si esa es la síntesis de los reclamos, es necesario concluir que los mismos están inconclusos. Puerto Rico hoy, está más federalizado que nunca, esta realidad valida la expresión de que el Estado Libre Asociado es el semillero que le brinda frutos al árbol de la anexión.  70 años transcurridos cargamos con el deber y la responsabilidad de concluir la tarea comenzada desde el siglo 19. Escuché en una ocasión que los nacionalistas eran intransigentes. Hoy los pueblos del mundo concurren que el colonialismo es un crimen en contra de la humanidad. Y si es así, ante el crimen hay que ser intransigente como las mujeres y hombres de Lares, como las y los de Jayuya y como los de la insurrección nacionalista de 1950.  Muchas gracias por su atención.

Casa Aboy, 25 de octubre de 2020

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