La abstención electoral ya rompió el bipartidismo

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| Publicado el 5 agosto 2020

Nota editorial: El siguiente escrito se publica como parte del debate sobre la coyuntura electoral y las tareas de lxs socialistas. Con ésto buscamos continuar el debate que se abrió al interior del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST) y que ha continuado públicamente con otrxs comañerxs de diferentes organizaciones progresistas, de izquierda, independentistas y/o socialistas. La postura actual del MST en torno a las elecciones es la siguiente:

“El MST reafirma su posición de lucha en la calle como prioridad para lograr conquistas de la clase pobre y trabajadora del país para lograr la independencia socialista. A la misma vez reconocemos el interés y el derecho de quienes plantean adelantar estos objetivos mediante el voto por el PIP. Respetando esta diferencia creemos que a fin de cuentas votantes y no votantes que luchamos todos los días, coincidiremos en la lucha en la calle.”

Nota del Comité Central del MST:

  • El MST no endosa que se vote por el MVC
  • El MST no endosa ningún candidato del MVC en las elecciones

Hugo J. Delgado-Martí

Bandera Roja

En los últimos 10 años ha cobrado mayor relevancia una tercera fuerza política en Puerto Rico, la abstención electoral. Para tener clara la magnitud de esta fuerza política hay que repasar algunos números como la población, las personas inscritas y la cantidad total de personas que votan. Es incorrecto plantear que la abstención electoral es en sí misma un acto de despolitización o de desinterés político, pues la abstención electoral es el mecanismo de expresión electoral de la juventud en nuestro país aunque no nos guste admitirlo. Cualquier movimiento político con deseos de adquirir relevancia nacional tiene que reconocer su magnitud e importancia.

Desde el año 2000 al presente la cantidad de personas inscritas para votar ha aumentado, mientras que la población adulta mayor de 18 años se ha mantenido relativamente constante. En contraste la población de Puerto Rico experimenta un descenso vertiginoso. Se estima que hay 800 mil personas menos en Puerto Rico desde el año 2000 al presente, sin embargo la cantidad total de personas inscritas aumentó en ese periodo. Una decisión de un tribunal ordenó mantener en las listas a personas que fueron eliminadas durante cuatrenios anteriores lo que incrementó significativamente el número de personas hábiles para votar.

Sin embargo, la población adulta en nuestro país se ha mantenido constante en dicho período de acuerdo a estimados del censo. Es probable que la emigración y las defunciones en este grupo de edad sea compensada por las personas que cumplen la edad legal adulta. Al cumplir los 18 años se adquiere el derecho al voto y se esperaría que la tendencia poblacional equipare la tendencia de votantes. Asumiendo que los estimados poblacionales son certeros, cosa que sabremos una vez finalizado el censo 2020, el descenso en la cantidad de personas votantes ha sido vertiginoso. Recordemos que la emigración forzosa de miles producto de los huracanes Irma y María aún no se ha contabilizado realmente.

Del año 2000 al 2016 la cantidad total de votos emitidos se redujo en 400 mil. El 75% de dicha reducción en la participación electoral ocurrió entre el 2012 y el 2016. Al momento no tenemos acceso a la información demográfica de los participantes pero se entiende por diversos estudios que la participación de los jóvenes tiende a ser menor:
«De acuerdo con los datos de la CEE, la participación electoral de los jóvenes aumentó desde 2012. Para esas elecciones, votaron 65,251 electores entre 18 y 19 años; 151,215 entre los 20 a 24 años y 139,852 entre los 25 y 29 años. En las pasadas elecciones, el 9.05% de los electores tenía entre 25 y 29 años (259,381). Otros 75,158 electores tenían entre 18 y 19 años. Aun así, el segmento de los jóvenes está entre los porcentajes más bajos de participación electoral.» (El Vocero, Maricarmen Rivera Sánchez 6/3/20)
En ese sentido es bastante seguro asumir que la abstención electoral tiene mayor prevalencia entre las personas menores de 38 años de edad, que cumplieron 18 años en el 2000 fecha en que comienza la reducción en la participación electoral.

Si tomamos la población adulta como la métrica para determinar la participación electoral real, el punto de mayor participación en la historia del país fue el año 1996 cuando Pedro Rosselló sobrepasa el millón de votos en una victoria abrumadora contra Héctor Luis Acevedo, ese año la participación fue de un 95% de la población adulta. En la elección del 2016 cuando sale electo su hijo Ricardo Rosselló apenas participó un 59%, y este obtuvo la victoria con un 41% de los votos emitidos en urna.

Ambos Rosselló, padre e hijo, han transformado de manera definitiva el panorama electoral del país. Pedro Rosselló convirtió las elecciones en Puerto Rico en un fenómeno de medios espectacular y desbancó de manera definitiva al Partido Popular Democrático como el partido institucional. Por medio de legislación, pero también por la corrupción, la compra y venta de influencias y trastocando el status quo de múltiples instituciones como la UPR, Educación, Tribunales, Justicia ubicó a su partido en una posición de fuerza inmensurable a pesar de los golpes recibidos por los arrestos, denuncias y acusaciones federales. Después de la elección del 1996 el PPD jamás ha logrado recuperarse ganando una elección de manera definitiva y contundente. Sila María Calderón, la candidata PPD con más votos en la historia de ese partido, apenas logró un 48% del electorado en el año 2000. Lo que sí logró el gobierno de Sila María Calderón fue una política de alianzas con el independentismo que desbancó la mitad de la base del PIP en la próxima elección de la cual se beneficia Aníbal Acevedo Vilá.

Después del 2000 ha venido la época del desencanto. De un 96% de participación, las elecciones de la década de los 00 reflejó cerca de un 75% de participación. Las del 2010 van por un 65% de participación y bajando. Hay que notar que estas han sido dos décadas de lucha social incesante producto de la depresión económica que comienza en el 2005 con los aumentos en costos del gobierno de Aníbal, la imposición del IVU, la reducción en recaudos del gobierno, la eliminación del Tollgate Tax, las medidas antiobreras y antisindicales, la reducción en la plantilla del gobierno, la reducción en los beneficios y servicios gubernamentales etc.

El período económico de ascenso que vivió el país durante la década de los 90s atribuible a la inversión estatal en construcción, a la exención contributiva de las 936, al incremento de los fondos federales en múltiples agencias, y en mayor medida al endeudamiento público, se estancó a partir del año 2004 cuando dichas estrategias se volvieron insostenibles e incluso invirtieron su efecto sobre la economía. La lucha social, la resistencia y la desconfianza institucional han ido cobrando fuerza a pesar de la pobre organización de estas instancias. Los partidos políticos PNP y PPD dependían de un ejército de agitadores, líderes de base, organizadores comunitarios que a su vez recibían beneficios como empleados de la gigantesca plantilla gubernamental. El desgaste de la plantilla del gobierno ha representado de la misma manera un desgaste de los partidos políticos tradicionales.
A partir de los eventos del verano 2019 otro gran cambio se suscitó en la participación política de la gente. Ricardo Rosselló logró aunar en su contra una alianza de sectores que sin fuerza de ley, lo destituyeron. El nivel de organización, militancia y combatividad que se desarrolló en esas semanas demostró a miles de personas una manera diferente de hacer política, la legislación desde la calle, la negociación espontánea. Este evento aún reverbera sobre la conciencia política del país a pesar de que sus detractores dominan los medios de comunicación.

Desde el año 2000 al presente ha surgido otro fenómeno que ha bebido del desencanto. Los partidos políticos minoritarios -de oposición al bipartidismo, emergentes o como les queramos llamar- han visto un incremento parcial. El fenómeno ha sido uno de «one hit wonders»: Rubén con 100 mil votos en el 2000, Rogelio con 54 mil votos en el 2008, el PPT con 20 mil votos en el 2012. La suma total de los partidos minoritarios ronda los 100 mil votos, la única excepción fue el año 2004 donde el PIP pierde la inscripción como partido oficial al no alcanzar el 3% requerido. Ninguno de esos partidos pudo repetir la hazaña.

La elección del 2016 trajo consigo el fenómeno de Lúgaro y Cidre quienes alcanzaron 176 mil y 90 mil votos respectivamente, una magnitud nunca antes vista para candidatos independientes y mucho menos para terceros partidos. Cabe destacar que tanto Cidre como Lúgaro corrieron con plataformas de oposición a los partidos incumbentes pero con propuestas simpáticas a la versión del descontento gubernamental difundido por los medios: llamaban a la privatización, despido de empleados públicos, cierre de recintos, incremento en fondos federales. En ese sentido, ambos son simplemente manifestaciones de descontento con las instituciones pero no necesariamente con sus políticas. De la misma manera Carlos Pesquera y Pedro Rosselló han recibido decenas de miles de votos por nominación directa en elecciones en que no eran candidatos oficiales.

El desencanto con los partidos políticos PNP y PPD definitivamente se ha incrementado en estos años, pero las verdaderas organizaciones de oposición han sido incapaces de traducir ese desencanto en uno suficiente como para derrotarlos electoralmente. Cualquier partido político que pretenda ganar las elecciones tiene que dividir la base de los partidos incumbentes restandoles cerca de 200 mil electores a cada uno para garantizar una victoria electoral cerrada. Aunar 400 mil votos de gente comprometida con otro partido no es tarea fácil, y no se va a lograr ofreciendo la misma plataforma pero con caras nuevas.

La gente común va por otro camino. Las luchas sociales cada día son más intensas y ocurren más seguido. La gente ha ido aceptando métodos de lucha y resistencia más confrontativos y combativos. Las redes sociales permiten una inmediatez y visibilidad de las luchas nunca antes vista y eso da protagonismo a los problemas actuales y cotidianos sin esperar cada cuatro años. La transparencia y la rendición de cuentas es una exigencia universal y surgen medios de comunicación alternativos que cuestionan los discursos hegemónicos aunque en diversidad de niveles. Hasta los informes del tiempo tienen voces independientes. Nos preguntamos, sin descartar las aportaciones del Partido Independentista Puertorriqueño e individuos del Movimiento Victoria Ciudadana: ¿podremos organizar una resistencia política más allá de las elecciones? Apuesto a que sí.

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