Abstención electoral activa

| Publicado el 2 octubre 2016

David Ascaso Oliver

Comité de Caguas
Movimiento Socialista de Trabajadores

 

Estamos a días para que en el país sean celebradas las elecciones generales. Lo semejante con anteriores períodos electorales es que nos enfrentamos a unas elecciones coloniales donde el pueblo se ve obligado a elegir entre los candidatos de los partidos políticos que responden a los intereses del gran capital extranjero y criollo. Lo diferente en comparación con los pasados períodos electorales es que para este nuevo año electoral hemos tenido que enfrentar la novedad de la imposición de una Junta de Control Fiscal (JCF), la cual posee mayores poderes que el Ejecutivo y el Legislativo. En medio de una de los peores crisis económicas y fiscales que el gobierno de Puerto Rico haya sufrido en su historia.

En ese sentido votar en estas elecciones se convierte en un ejercicio vacío, ya que es un modo de seguir dejando en los cargos electivos del gobierno colonial a los mismos partidos que nos han conducido hacia la crisis económica, social y política en la que nos encontramos. Con el agravante de la imposición de la Ley PROMESA que intensifica el poder dictatorial de los bonistas buitres en el país. Es por ello que  más que salir a votar, lo que deberíamos hacer es salir a la calle a promover a que mayores sectores del pueblo rompan definitivamente con el culto a la “Ley y Orden” de este régimen criminal. Lo importante durante y después de este período electoral es seguir  preparándonos para luchar contra las medidas neoliberales que serán impulsadas por la JFC y el Gobierno Colonial;  dirigidas a obligarnos a pagar una deuda, reconocida públicamente por distintos foros y expertos, como impagable.

Los últimos acontecimientos han trazado el camino a seguir tanto por los métodos de lucha empleados como por la clara identificación de los enemigos del pueblo. Manifestaciones como la del 29 de agosto frente a las inmediaciones GFR Media en donde por varias horas se obstaculizó la salida de los periódicos El Nuevo Día, Primera Hora e Índice para contestar las líneas editoriales en favor de la privatización y los intereses de los bonistas, al igual que la protesta del 31 de agosto en Condado que impidió que se llevara a cabo la Conferencia sobre la Ley PROMESA; son ejemplos del camino trazado mencionado. Sin olvidar el piquete del 5 de septiembre cuando la megatienda Walmart de la Parada 18 en Santurce, se vio obligada a cerrar sus puertas gracias a la acción concertada de los manifestantes.  Dichos acontecimientos han dejado claro que las únicas maneras viables en estos momentos para entorpecer las políticas económicas implementadas por la JCF y el gobierno colonial en favor del capital local y extranjero van a ser la marcha, el piquete, la toma de establecimientos, carreteras principales y la interrupción contundente de eventos y labores.

Esta nueva coyuntura que se abre con la imposición de la JCF exigirá un ambiente de confrontación con la fuerzas represivas e ideológicas del estado-colonial adaptado inteligentemente a cada espacio y diferentes niveles de conciencia. Es imperativo hacerle la vida imposible a los sectores que se benefician de este estado colonial. Para ello no solo podemos golpear los intereses del gran capital estadounidense y extranjero, sino que también debemos azotar con igual o mayor fuerza, a sus socios menores; los capitalistas del patio, los cuales vienen impulsando la agenda neoliberal privatizadora, dirigida a la flexibilización laboral desde sus organizaciones como la Coalición del Sector Privado, La Cámara de Comercio, Asociación de Industriales, la Asociación de Restaurantes, etc…

A pesar de la hostilidad general creada por la apropiación mediática de la combatividad en estas protestas por parte de los medios al servicio de los ricos; se puede observar el verdadero terror de este sector social a que no sean solamente los “pelus y revoltosos” quienes identifiquemos con nombres y apellidos a los responsables de esta crisis fiscal, colonial y capitalista. Todas sus acciones represivas, emplazamientos, boberas jurídicas y moralina cívica, es un arma de doble filo, pues no solo nos intenta oprimir, sino que a la vez desenmascara y vuelve mas abierta la lucha de clases.

La línea trazada por las compañeras y compañeros que organizaron y participaron en las actividades dirigidas por el grupo Jornada: Se Acabaron las Promesas, nos abrió el camino para seguir desarrollando y superando los modos de lucha ya experimentados. Tomemos este camino como punto de partida para abonar sobre la contradicción existente entre la concepción de “democracia” de la clase dominante; la cual consiste en el derecho a la sobreexplotación y a la no interrupción de sus lucrativos negocios mientras calla oportunamente en relación a la imposición de una JCF no electa por el pueblo. Y levantemos nuestras voces en favor de una verdadera democracia radical, participativa, independiente, socialista y libertaria.

Dicho esto, es curioso notar de cara a las elecciones 2016 como la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) sigue haciendo campaña para que la gente salga a votar como si no estuviese pasando nada y viviéramos en el país más democrático del mundo. Como si la imposición de la JFC no afectase de alguna manera a nuestra suerte de democracia liberal, en una colonia. A esa misma enajenación se suman oportunamente el Partido Popular Democrático (PPD), el Partido Nuevo Progresista (PNP), los medios de comunicación dominados por los capitalistas y los candidatos independientes. Todos ellos buscando coadministrar el gobierno territorial (o colonial) en conjunto con ese nuevo poder dictatorial que implica PROMESA llegando al extremo de condenarse a la misma nulidad política en que se encuentran las otras clases contar de seguir explotando a la clase trabajadora, salvaguardar su sacrosanto derecho a la propiedad privada, incrementar sus ganancias y vomitar sus fundamentalismo de los mercados.

Por ello ante los intentos de los capitalistas de brindarle legitimidad ideológica al régimen colonial el deber de la militancia socialista revolucionaria es fortalecer el espíritu de ruptura con el orden establecido que porta la nueva generación de lucha que ha dado vida a grupos como  Jornada: Se Acabaron Las Promesas. Nuestra labor debe estar dirigida a contribuir a que este y otros movimientos incipientes puedan ser articulado con un nuevo proyecto de país en donde el poder recaiga en las manos de la clase trabajadora.

Eso en esta coyuntura no se puede conseguir mediante el voto porque realmente no existen fuerzas organizadas que respalden en la calle tal método de lucha. Con la clase trabajadora desorganizada combinado al peso muerto de una mala tradición de lucha que confunde el trabajo político con la clase obrera con la mediana influencia en ciertas burocracias sindicales, mayoritariamente, del sector público de la economía. No hay nada que podamos ganar y que fortalezca la causa socialista independentista en estos momentos mediante la participación electoral. Al contrario, tenemos mucho que perder. Un llamado al voto en esta coyuntura es un llamado a calmar lo que debería ser radicalizado.

En cuanto a las alternativas electorales opositoras como el tradicional Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) o el “innovador” Partido del Pueblo Trabajador (PPT). Debemos hacer una distinción fundamental. Una cosa es apreciar su presencia en diferentes luchas por “issues movilizadores” de interés nacional como realmente hacen, en especial, las juventudes de ambos partidos y otra cosa muy diferente es brindarle apoyo electoral. Una cosa no tiene que ver con la otra. Tampoco el que veamos a estas compañeras y compañeros de lucha en diferentes manifestaciones y protestas contra la Junta no es un argumento de peso que justifique el que votemos por los candidatos de tales partidos. Existen consideraciones estratégicas, tácticas e ideológicas que no se deben pasar por alto y mucho menos a cambio de un aire de unidad que esconden deseos ocultos de que la presunta unidad se de bajo el programa de partidos que responden a intereses de clase que le son ajenos a la clase trabajadora.

Ambos partidos son expresiones políticas de diferentes fracciones de la misma clase social pequeño burguesa que ha monopolizado históricamente lo que se ha dado por entender como “izquierda” en Puerto Rico y que con el paso de los años ha perdido su norte y/o no a podido sobrellevar en sus hombros el costo que conlleva la lucha por el socialismo. Ambos partidos tienen un grave problema para apelar a una base social que respalde sus respectivos programas. Su independentismo sin socialismo revolucionario y/o su intento de “laborismo” tomando las expresiones del sentido común respecto al tema del status por buenas es fiel expresión del oportunismo, los vaivenes e improvisaciones irresponsables que les son propia a esa clase social. La independencia no puede ser la respuesta a todos los problemas que sufre el pueblo de Puerto Rico. Pero tampoco podemos caer en la trampa de negar que la independencia sea la única alternativa auténticamente descolonizadora. Es importante partir de los problemas inmediatos que sufren los diferentes grupos subalternos pero si el punto de partida no es articulado con un programa socialista revolucionario la resolución de los problemas inmediatos nos conducirán de cabeza hacia el reformismo y la renuncia de la lucha por la conquista de la hegemonía. Si así obramos terminaremos por renunciar a dirigir la vida económica y espiritual del país a cambio de unas cuantas migajas.

La militancia socialista independentista en Puerto Rico debe luchar ardientemente porque que la clase trabajadora en conjunto con los grupos subalternos conquistemos el poder y la hegemonía política-cultural de la nación.  Nuestro programa revolucionario es tan legitimo como para negarnos a ser la cola del PIP y mucho menos del PPT. Y con la confianza que tenemos en nuestras ideas nos reafirmamos en nuestras posiciones para decir que votar en esta (y en cualquier otra) elección en donde no exista un trabajo socialista con la clase trabajadora es un error que manda un irresponsable mensaje al pueblo conduciéndolo a la desmovilización política promoviendo la confianza en las instituciones “democráticas” hechas a la medida de nuestros enemigos de clase.

En conclusión, para las elecciones del 8 de noviembre del 2016 la respuesta de la clase trabajadora debe ser clara: Abstención electoral activa y lucha en la calle contra la dictadura de la colonia capitalista.  Hacia la ruptura con el orden establecido y la conquista progresiva de la hegemonía política-cultural por parte de la clase trabajadora conjunto con los grupos subalternos como medios para lograr la independencia y el socialismo.

 

 

Nos vemos en la calle

Salud y Revolución Social