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BREL4| Publicado el 6 agosto 2014
Los inicios del conflicto israelí-palestino se remontan al surgimiento de los nacionalismos durante el siglo 19 en Europa y sus colonias. El auge del capitalismo industrial impulsó la idea de que cada “pueblo” culturalmente distinto debía ser soberano sobre su propio territorio unificado. A su vez, pequeños grupos de intelectuales de la diáspora judía, perseguida en Europa, también la asumieron.
El territorio en disputa, históricamente llamado Palestina, pasó a ser controlado mediante un “Mandato” por Gran Bretaña tras el colapso del Imperio Otomano, luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1919). Durante ese periodo se fortaleció el sionismo, movimiento que promulgaba la creación de un estado judío en el antiguo Reino de Israel, que coincidía geográficamente con Palestina. Desde principios del siglo 20, el sionismo promovió asentamientos judíos allí. Poco a poco esa comunidad creció, creando instituciones autónomas y discriminatorias hacia los árabes que habitaban la región.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se desataron procesos de descolonización en todo el mundo y las potencias imperialistas necesitaban maneras de mantener una presencia en Medio Oriente. El sionismo, exacerbado por el exterminio de judíos en el Holocausto Nazi, parecía ofrecer una solución. Para finales de 1947, la naciente Organización de las Naciones Unidas aprobó a resolución 181, otorgando una parte del territorio de Palestina a los colonos judíos y otra a la población árabe palestina, que rechazó la partición, pues legitimaba la colonización de sus tierras y les relegaba a las menos fértiles.
La partición desató lo que los palestinos llaman el Nakba (“Catástrofe”), el desplazamiento forzoso de 750,000 personas. En mayo de 1948, el Estado de Israel proclamó unilateralmente su independencia, provocando una invasión por parte de cuatro estados árabes vecinos. Este fue el comienzo de una serie de guerras durante las cuales Israel finalmente ocupó los territorios de Gaza y Cisjordania, tomando control así de todo el territorio original del Mandato de Palestina. A pesar de numerosos acuerdos y resoluciones internacionales, Israel mantiene la ocupación, no permite el regreso de los refugiados y ha continuado promoviendo los asentamientos de colonos en estos territorios, impunidad posible en parte por el padrinazgo de los Estados Unidos.
Organizaciones de ideología secular-nacionalista y posteriormente islamista, han asumido la lucha armada contra Israel, y la limitada administración civil de Gaza y Cisjordania. La resistencia nacional palestina en ocasiones también ha tomado la forma de levantamiento popular o “Intifada”. La actual violencia es parte de un ciclo recurrente, en que Israel provoca ataques tácticos con cohetes como pretexto para el bombardeo masivo de la población civil palestina, en un intento desesperado por romper el apoyo a la resistencia que parece estar teniendo el efecto contrario.