Colonialismo, racismo y asentamiento

Ley 60

| Publicado el 18 abril 2024

El escenario político y económico de Puerto Rico es uno marcado por el racismo capitalista. A este capitalismo sistemático se le nombra colonialismo de asentamiento, y es lo que nos afecta a les boricuas. Este escenario no sale de la nada. Se puede entender desde los notorios Casos Insulares, pues, estos nos definen y describen cómo “inferiores,” de “otras culturas,” y “sin posibilidad de autogobernarse.” Las premisas de estos casos de los 1900s son ancladas en el racismo capitalista; un modelo que se desarrolla en la expansión genocida e imperialista hacia el oeste que conformó a Estados Unidos. La existencia de la dictadura de la Junta de Control Fiscal, la Ley 60, y la posibilidad de implementar las “Zonas de Oportunidad,” son parte de esa expansión imperialista sistemática del capitalismo racial estadounidense. 

A Puerto Rico lo andan transformando en Rich Port; en un puerto de lavado de riqueza y de asentadores coloniales que tiene como premisa el racismo, la marginalización y la inferiorización contra les boricuas. Este proyecto de muerte y expulsión, que es promovido por el Congreso y el PNP-PPD, sólo vislumbra la eliminación lógica de todo aquello que les estorba. ■

Un comentario en "Colonialismo, racismo y asentamiento"

  • Carlos Marighella, hablando desde su experiencia particular en Brasil, señalaba lo que denominó como un golpe dentro del golpe. Es decir, la dictadura del capital recurre a un recrudecimiento del control y la violencia cuando se encuentra en crisis. Así también pudiéramos percibir la imposición de la Junta en PR junto a las demás medidas que se mencionan, las cuales ciertamente han acrecentado exponencialmente el desplazamiento de los puertorriqueños. La poca democracia que el pueblo logró conquistar durante el Siglo 20, hoy se ha revertido totalmente. Se nos ha hecho al pueblo sufrir de innombrables maneras mientras se ha logrado encaminar el sistema colonial para que sirva aún más al gringo y demás extranjeros a cuenta de nuestro sufrimiento.

    El proyecto del Puerto Rico al servicio de los imperios no es uno nuevo, pero el concepto de esta transformación del estado hacia lo que Belalva denomina el Rich Port, no está lejos de la realidad. Todes hemos visto cómo mediante la imposición de medidas de austeridad, hemos perdido el poco control que teníamos en distintas agencias gubernamentales. Ahora la dependencia en instituciones culturales no es con el presupuesto colonial, sino que con Sin Fines de Lucro estadounidenses. La colonia se pone peor. Además, cuántas dependencias del gobierno no las administran de una forma u otra algún agente federal cuando antes, hace apenas unos años atrás nuestros sepultureros eran nuestros propios hermanos. Este fenómeno evidentemente se manifiesta de manera más burda en la composición de la Junta – que no es un mero ente de control financiero, sino que un aparato colonial que impone y administra el genocidio de nuestro pueblo.

    Los señalamientos de Belalva son acertados y apuntan hacia la urgencia que deberíamos sentir todes en la organización y respuesta que amerita nuestro momento histórico. Demasiada paciencia, como decía Hostos, no debe de ser visto como una cualidad revolucionaria, al contrario.

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