Esencial el consentimiento en la educación sexual

| Bandera Roja

| Publicado el 24 noviembre 2020

* Este escrito es resultado de una investigación antropológica que realicé el año pasado con estudiantes mujeres cis género de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. La identidad de las participantes está protegida por seudónimos. Su procedencia es de los pueblos: Vega Baja, San Juan, Bayamón, Cayey, Humacao, Canóvanas, Ponce, Utuado, Arecibo y Toa Alta.

**Esta investigación se centró en las violencias sexuales que experimentaron las mujeres. No obstante, me parece pertinente, al menos, señalar y reconocer que estas experiencias no se circunscriben al sexo femenino, sino que son violencias que pueden padecer, con otros matices y distintas manifestaciones, las personas LGBTIQ y algunos hombres.

***Advertencia: se presenta el tema de la violencia sexual.

 

Susana: hay muchos temas alrededor de la sexualidad que sí se pueden tocar desde bien jóvenes. Porque sí sentimos cosas desde súper jóvenes. No solo físicas. Hay muchas cosas que se piensan, muchas curiosidades, y pienso que eso se debe atender como se atiende cualquier otra curiosidad de la niñez.

 

La educación sexual que se ofrece en Puerto Rico, tanto en las escuelas como en los hogares, no discute ni atiende el tema del consentimiento, ni menciona la importancia del placer, especialmente del femenino, en un encuentro sexual. La falta de una educación sexual integral y feminista, que discuta a profundidad estos temas, propicia violencias sexuales. Durante el 2018, según las estadísticas más recientes de la Policía de Puerto Rico, hubo 974 querellas de mujeres víctimas y/o sobrevivientes de delitos sexuales (esto sin incluir los reportes de violencia “doméstica”). Evidentemente, hubo una cantidad mayor de casos si consideramos los no reportados, tanto por las que decidieron no denunciar como las que no identificaron que fueron violentadas.

Las universitarias que entrevisté recibieron un tipo de educación sexual que no las preparó para reconocer las agresiones machistas en sus primeras experiencias sexuales. Ocho de las trece participantes se adentraron a prácticas sexuales sin conocer qué era el consentimiento. Laura contó: “por lo menos que yo recuerde, a mí nunca me hablaron de eso en la escuela”.

Las universitarias llegaron a comprender el significado, la complejidad e importancia del consentimiento a través de padecimientos y/o incomodidades que sufrieron, además del aprendizaje que adquirieron en el transcurso de su formación universitaria. Un ejemplo directo es el caso de Laura quien compartió:

antes yo misma no conocía muy bien qué era dar consentimiento. Y, este, en verdad lo aprendí aquí [en la universidad]. Con el tiempo. Cogiendo clases, hablando con personas. No fue rápido que entré a la universidad que me eduqué mucho en esos temas. Fue más como ya en el camino, para segundo, tercer año. [Aprendí] que una puede poner límites y que una tiene que ponerlos para sentirse bien. Porque yo, aquí siendo súper sincera, hubo momentos en que no me sentí cómoda y no dije nada, ¿entiendes? Ni siquiera estaba consciente de que no me sentía cómoda. Algo así. Y, sinceramente, cogí una clase con una profesora de CISO [Ciencias Sociales] que tenía un enfoque feminista y gracias a ella dejé a mi exnovio. 

Las violencias sexuales pueden ser difíciles de identificar. “A veces las mujeres no reconocen la violencia sexual que han experimentado como una violación o como otro tipo de abuso debido a que el contexto sociocultural normaliza, minimiza, tolera o promueve estos actos”. Como lo ejemplificó Marisol:

Me pasó a los 16 y no lo hablé hasta los 18. Se lo conté a mi hermana y diciéndoselo a fue que ella me miró y me dijo: a ti te violaron. Y al principio yo le dije: no, no. En parte yo pensaba, eso no le pasa a la gente como yo. Eso es de mil en cien. Y ella me lo seguía diciendo: Marisol, te violaron. Y me tomó par de segundos caer en cuenta. Pero, en realidad cuando lo pensé era como que…fue un alivio, me entiendes porque, o sea, no es mi culpa. O sea, no me siento sucia por mí. O sea, no es mi culpa. No fui yo la que me dañé. Fue él. Porque así era que me sentía, yo estaba usada, ¿sabes? Estaba podrida.

No discutir lo esencial del consentimiento podría implicar escenarios de riesgos para la seguridad, la salud, el placer sexual y el bienestar de las mujeres. Con el objetivo de proveer una definición de consentimiento, me hago eco de las palabras de una participante, Cinda, quien explica:

El consentimiento puede ser entre muchos escenarios y muchas dinámicas entre dos (o más) personas. Pero para mí lo primordial es que si hay consentimiento es que tú estás dialogando. Y si tú estás dialogando tú estás interactuando y no solamente vocalmente con una persona, tú también tienes ‘body language’, tú estás teniendo una conversación completa con esta otra persona. Y no es solamente que te digan que sí. Consentimiento es que estemos ‘engage’ en lo que sea que se esté decidiendo.

La mayoría de las estudiantes mencionó actitudes machistas que las incomodaron o afectaron en sus primeros encuentros sexuales con hombres. Parecería que muchos hombres, o demasiados, se aprovecharon de su privilegio masculino en esta sociedad machista e impusieron su deseo sobre la seguridad, salud, placer y bienestar de las entrevistadas. Pienso que en este comportamiento de los hombres puede estar presente, además de un evidente factor machista, la ignorancia, e incluso la ingenuidad que responde a la limitada educación sexual que se imparte en la isla.

 Para atender esta realidad violenta y normalizada es necesaria una educación sexual integral y feminista. Esta educación debe estar dirigida a enseñarle a las personas a autoevaluarse y analizar sus intenciones. Se debe recalcar la importancia de no imponer el deseo propio sobre el bienestar de otra persona (o sea, no violentar), a expensas de su propio placer. No pueden quedar fuera de la educación sexual los temas de: el consentimiento, la comunicación exhaustiva y sin ambigüedades, los posibles riesgos (violencias, faltas de consideración o empatía, enfermedades de transmisión sexual y embarazos), el conocimiento sobre los cuerpos, los diversos métodos anticonceptivos y la importancia del placer.

Concluyo este escrito con la afirmación de una participante, Luna, quien completó la frase: “A mayor educación sexual…”

…mejores polvos, full. Primero porque si estas educadita y educadito sexualmente, hay tantas cosas que se van a evitar en un encuentro sexual, tantas. Vas a poder fluir, vas a saber con quién puedes conectar, con quién no. Qué hacer cuando conectas o no. Y mira, te ahorras el tiempo. Lo que haces es conectar con buenas personas, buenas vibras. Y lo que se da, se da y lo que no se da, no se da y todo va a estar bien. Y fuera de compartir con otras personas, a mayor educación sexual más rápido vas a saber cómo conocerte, más rápido vas a crecer sexualmente, y más rápido vas a saber cómo quieres compartir tu sexualidad.


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