La aspirina: Lucha de clases y el 1ro de mayo

| Bandera Roja

| Publicado el 27 abril 2023

Con sudor y sangre

 

En la celebración del 1ro de mayo, algunos quieren esconder, como lo hace el gobierno norteamericano con su «Labor Day», las verdaderas razones para celebrar este día: el establecimiento de la jornada de ocho horas de trabajo, un importante triunfo de la clase trabajadora. Hoy, cuando la derecha avanza en todo el mundo y los derechos de los trabajadores retroceden, este día nos llama a la calle, a la lucha de clases, no a celebrar simbólicamente las migajas que nos tiran los políticos. Hemos visto cómo la Junta de Supervisión Fiscal, junto con los representantes del gobierno de Pierluisi, nos quita el retiro y beneficios de un plumazo, en una reunión con vino y queso. Muchos de estos derechos son el resultado de años de lucha, no de reformas legisladas por gobiernos de turno, derechos que se ganaron con «sudor y sangre».

 

Ni jornada de ocho horas, ni retiro, ni seguro médico, ni hogar

 

El 1ro de mayo se inició una huelga general en Estados Unidos por la jornada de ocho horas. Durante las manifestaciones, la policía mató a muchos de los que protestaban y, luego, varios manifestantes fueron ejecutados en la horca por protestar. En ese mismo día, tres años después (1889), se fundó la Segunda Internacional en París. Establecieron como reclamo internacional la jornada de ocho horas y la paz universal. Un año después, durante el 1ro de mayo, hubo protestas en los Estados Unidos y en Europa.

 

En Puerto Rico, se han dado grandes protestas el 1ro de mayo también; pero, recientemente, estas han estado llenas de reclamos para proteger el retiro, mejorar los salarios y contra el pago de la deuda a los bonistas. En un acuerdo entre nuestro gobierno colonial y el gobierno imperialista de los Estados Unidos, se ha impuesto una dictadura antiobrera llamada la «Junta de Control Fiscal». Esta viene a imponernos más pobreza para pagarles dinero a los «bonistas» buitres, que quieren llevarse hasta los clavos de la cruz. Han empeorado una situación que ya era difícil para la clase trabajadora bajo gobiernos neoliberales y privatizadores desde la década del 1980.

 

Para empezar, en el Puerto Rico del 2023, ya no hay jornada de ocho horas de trabajo; aunque así esté escrito en las leyes. La vida es tan cara y los sueldos tan bajos que casi todo el mundo tiene dos o tres trabajos para sobrevivir; así que trabajan 10, 12 o hasta 16 horas diarias para pagar la luz (Luma), el agua, la comida, la renta o la hipoteca y el carro. Recordemos el caso del maestro transitorio, Pablo Mass Oquendo, que chocó y murió de vuelta a su casa desde el segundo trabajo y que inspiró las manifestaciones multitudinarias de maestros en el 2022. Mientras en el estado más pobre de los Estados Unidos, Mississippi, el ingreso medio es de $42,000 anuales, en Puerto Rico, el ingreso medio es de $19,775 anuales. A esto, añadimos que el desempleo incluye a más de la mitad de la población en edad de trabajar del país.

 

Peor aún, no solo trabajamos de sol a sol, sino que no tenemos posibilidad de poder dejar de trabajar algún día. El gobierno de Pierluisi, los legisladores y senadores, junto a la Junta de Supervisión Fiscal, se han encargado de destruir los sistemas de retiro. Con la excusa de su insolvencia, de que no hay dinero, cierran los sistemas de beneficios definidos para crear otros de contribución definida (401k), que es un ahorro al que los patronos no contribuyen. Así, dejan a los jubilados en la miseria. Desde los maestros hasta los jubilados de la UTIER, el gobierno les deja un futuro de hambre para poder beneficiar a compañías de los 401K, como Life Solutions. En le caso de los jubilados de la UTIER, la jueza Laura Taylor Swain indicó que había que pagar solamente 16 millones de la deuda, lo cual permitiría pagar el sistema de retiro; pero el gobierno insiste en pagar más. Ahora amenazan con el 401K de Life Solutions a los empleados de la Universidad de Puerto Rico.

 

Y, además, llegar a la edad de jubilación en Puerto Rico, es un milagro. La mayor parte de los trabajadores con dos o tres trabajos no tienen seguro médico porque trabajan «part time» y no cumplen con los requisitos. Es horrible porque a veces no cualifican para la reforma por sus bajos ingresos. En Puerto Rico, cerca de 13% de las personas no tienen seguro médico alguno. En 2019, el legislador del PIP, Dennis Márquez (Periódico Metro), denunciaba que 400,000 personas no tenían seguro médico. A pesar de la pobreza, en Puerto Rico, la participación federal de Medicaid es de 15% y en Mississippi de 76.4%. Eso quiere decir que Medicaid paga una porción mucho más pequeña para salud en Puerto Rico que en el estado más pobre de los EEUU. Los beneficiarios del Plan Vital, que depende de la asignación de Medicaid, solo cuentan con un promedio de $2,144.00 por año para gastos médicos por persona, mientras la media en otros estados es de $6,763.00. Si alguien sin seguro médico se enferma, ¿cómo paga los tratamientos? Sabemos que muchos ni van al médico por esto. Los planes fiscales de la Junta han incluido reducciones en los pagos a hospitales para pacientes del Plan VITAL cuando ya había empezado la pandemia (marzo de 2020). La crueldad de la Junta no tiene límites.

 

Si era difícil comprar casa o carro antes, ahora es mil veces más difícil. El aumento en los intereses por el gobierno de Estados Unidos, la FDIC, hace casi imposible la compra de una casa o de un carro. Como sabemos, no existe transportación pública para la mayor parte de la población en Puerto Rico, así que hay cada vez más carros viejos y «destartalados» en la calle, como dijo Pierluisi, quien siempre viaja en carros de lujo. Más aún, la Ley 60 (de las leyes 20 y 22) permite que los ricos que viven fuera de la isla compren propiedades a granel y dejen en la calle a las personas que no pueden pagar los alquileres que ellos imponen. Hay alcaldes comprando propiedades por un dólar, influencers y CEOs de cripto monedas comprando edificios completos para desplazar a personas de bajos recursos. Conocido es el caso de Puerta de Tierra.

 

Lo peor es que el gobierno no solo no les cobra impuestos, si no que hasta les da dinero a los inversionistas, aún los religiosos. En lugar de resolver el problema de vivienda en la isla, el gobernador anuncia con bombos y platillos que le darán 32 millones de dólares a la Iglesia de Font, entre fondos federales y estatales. El descaro de este pillo bien conocido es que se atrevió a decir en el púlpito que él recibiría esos fondos, pero no otras personas con toldos azules porque, en vez de arreglar sus casas, se compararon televisores con fondos de recuperación. Igualmente, el gobierno le ha dado cerca de 200 millones a la iglesia católica para arreglar sus templos después de los desastres naturales, mientras la iglesia les sigue negando el retiro a cientos de maestros que se jubilaron de escuelas católicas. Millones para las iglesias de los ricos, para los millonarios que comparan edificios completos y nada para los trabajadores ni los jubilados que han perdidos sus casas con desastres naturales. Los jóvenes no encuentran casas donde vivir tampoco, mientras los edificios se destinan a viviendas caras y a R B&Bs.

 

Un cambio radical para la clase trabajadora

 

Mientras esté la dictadura de la Junta de control fiscal y el gobierno que privatiza y hace menos accesible y más caros todos los servicios; mientras sigan destruyendo los sistemas de retiro; mientras se nos nieguen los servicios médicos; mientras no haya dónde vivir ni transportación para poder ir al trabajo… la clase trabajadora se encontrará en un callejón sin salida. Necesitamos un cambio radical.

 

A diferencia de los partidos reformistas que siempre dicen defender a la clase trabajadora en sus reclamos económicos, pero que solo quieren administrar la colonia, los socialistas aspiramos a que los seres humanos se liberen del trabajo de 16 horas que los explota por una miseria, a que terminen las privatizaciones para que tengamos servicios básicos, a que vivamos en paz en una sociedad de iguales, donde a nadie tenga que morir por falta de servicios médicos ni tenga que quedarse sin casa. Cada cuatro años, nos atontan con las elecciones buscando que votemos por ellos. Nosotros vamos a las urnas soñando que algunos de estos políticos se apiaden de nuestra situación y legislen para mejorar nuestras condiciones de vida. Pero sabemos que sus palabras son mentiras. Nos olvidan cuando suben al poder y nos prometen que la próxima vez lo harán. Bajo la dictadura de la Junta de Supervisión Fiscal, nadie tiene derechos. Bajo la dictadura de los bonistas y los cripto, seguiremos desplazados y con dos o tres trabajos para sobrevivir. Entonces, ¿qué podemos hacer?

 

Como dijo Roque Dalton, necesitamos una aspirina del tamaño del sol: SOBRE DOLORES DE CABEZA

 

Es bello ser comunista,
aunque cause muchos dolores de cabeza.

 

Y es que el dolor de cabeza de los comunistas
se supone histórico, es decir,
que no cede ante las tabletas analgésicas,
sino sólo ante la realización del Paraíso en la tierra. Así es la cosa.

 

Bajo el capitalismo nos duele la cabeza
y nos arrancan la cabeza.
En la lucha por la Revolución, la cabeza es una bomba de retardo.

 

En la construcción socialista, planificamos el dolor de cabeza, lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario.

 

El comunismo será, entre otras cosas, una aspirina del tamaño del sol.

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