Una política energética bajo control obrero

| Publicado el 25 octubre 2012

Miguel Báez Soto
Bandera Roja

Distintos sectores plantean que una de las principales razones para los altos costos de energía en Puerto Rico es que la AEE es un monopolio. De ahí que sostengan que el objetivo principal debe ser quebrar ese monopolio abriendo la producción, distribución y mercadeo a la competencia total capitalista. Presentan esta salida como la vara mágica, que no solo abaratará los costos energéticos, sino que también, acabará con la corrupción y la ineficiencia en la agencia.

El coro de voces incluye desde la Asociación de Industriales hasta la Cámara de Comercio. También lo han planteado sectores profesionales al servicio de las empresas como el Centro para la Nueva Economía. El presidente de la Cámara de Comercio planteaba “Puerto Rico está preso de un monopolio. ¿Cómo es posible que una corporación pública tenga presos a 3.7 millones de personas?” Estos voceros, como buenos portavoces del capitalismo expresan su aspiración de que el sector privado tenga el control total del manejo de la energía en el país. Sin ningún recato proponen que se privatice totalmente uno de los servicios públicos esenciales al pueblo.

La AEE ha sido un monopolio como corporación pública por 60 años. Desde entonces controló totalmente el manejo de la energía proveyendo un servicio seguro y barato a los capitalistas. Esto permitió que el pueblo se beneficiara en parte de este servicio barato y accesible. Los altos costos de los combustibles y el agotamiento gradual de los beneficios del modelo de desarrollo colonial comenzaron a encarecer y afectar los servicios de la agencia. Ya para el año 2000, con el objetivo de diversificar la producción y abaratar los costos, se privatizó el 30% de la producción energética con la construcción de la Eco Eléctrica y la AES. A pesar de que estas producen energía a un costo menor a los 8 centavos el Kwh este se paga a más de 25 centavos y en doce años no se han reducido las tarifas como se había prometido.

Esta situación y la desesperación de los empresarios por la desenfrenada competencia que provoca la globalización los ha llevado a reclamar el fin del monopolio de la AEE.
Ninguno lo expresa mejor que Luis A. Ferré Ranjel, Director del El Nuevo Día, cuando asevera “mientras la AEE sea un monopolio del Estado no habrá reforma energética que valga”. Pretenden poner fin al limitado control gubernamental que existe sobre esta agencia bajo el modelo de Corporación Pública.

Mientras este modelo le sirvió bien a sus intereses los capitalistas toleraron la ineficiencia y la corrupción que los partidos (PNP, PPD) a su servicio, han provocado en la agencia. Han tolerado por décadas los efectos de las leyes de cabotaje y el control federal sobre nuestro comercio que son factores principales que provocan el encarecimiento, no solo de los combustibles, también de los artículos básicos de subsistencia. La gran industria se queja de los altos costos energéticos pero olvida que paga una tarifa 13% más baja que el pueblo consumidor según los datos de la AEE para 2011. Según estos para ese año solo había 707 consumidores industriales de un total de 1.4 millones de consumidores. Los empresarios y la industria olvidan a su conveniencia que también gozan de subsidios e incentivos que le son negados al pueblo pobre.

Además de las ataduras coloniales, el problema en la AEE es que se ha utilizado para beneficio en primera instancia, de los capitalistas ya sean estos grandes, medianos o pequeños bajo el patrocinio tanto del PNP como del PPD. Este modelo hay que superarlo eliminando el control colonial e implantando una nueva política de manejo de la energía bajo el monopolio autogestionado de los trabajadores y el pueblo pobre. Solo así, bajo un gobierno independiente y socialista que garantice el control obrero y popular, habrá poder real para comenzar a poner fin a nuestros problemas energéticos.