Unidad en la acción y trabajo de masas: labor de los y las socialistas ante el gobierno neoliberal

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| Publicado el 1 octubre 2010

Vie, 2010-10-01 16:03
Foto por:RBS
Hugo J. Delgado-Martí
Comité Central-MST

La clase trabajadora en Puerto Rico enfrenta las más intensa ofensiva por parte de la burguesía y sus representantes en el gobierno en los últimos años. La ley 7, las alianzas público privadas, la ley de permisos, la ley de incentivos industriales, el gasoducto del norte y del sur junto a una reforma laboral que se asoma, son las manifestaciones de la estrategia económica de la burguesía norteamericana que opera en Puerto Rico y sus representantes de turno nuevo-progresistas y popular-democrático. Los objetivos de esta estrategia son: abaratar los costos de producción en Puerto Rico a costa de los derechos adquiridos, convenios colectivos, y el nivel de vida del trabajador puertorriqueño; facilitar la industria de la construcción para producir un despunte en la economía que sabemos será temporero; utilizar los recursos económicos acumulados por el Estado como fondos de inversión ante la crisis financiera mundial; domesticar la clase obrera puertorriqueña por medio de la rendición y destrucción de sus instrumentos de lucha.

La ofensiva neoliberal, privatizadora, y anti-obrera viene de parte de toda la clase burguesa en Puerto Rico y es independiente del partido político en turno. Los ataques frontales y directos con el objetivo de destruir las uniones los retomó el gobierno de Sila María Calderón contra la Unión Independiente Auténtica de Acueductos (UIA), Aníbal Acevedo Vilá le dio seguimiento en su intento de destruir a la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR). La ley de incentivos industriales se aprobó bajo el final del mandato del gobierno Popular y busca facilitar la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica, asestándole un duro golpe a la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER). No debemos olvidar que durante gobierno popular ocurrieron los aumentos en costos de matrícula de la UPR, peajes, agua, luz eléctrica. La resistencia al gobierno Popular estuvo llena de dificultades por razón del dominio ideológico en los medios noticiosos por parte de sectores vinculados al PPD, al autonomismo, al colonialismo y uno que otro melón. Las huelgas de la UIA, magisterial y estudiantil fueron “huelgas impopulares” que eran atacadas día a día en todos los periódicos, programas de radio y televisión.

La apabullante victoria electoral del gobierno de Luis Fortuño le permitió a la burguesía abrir paso al este lograr control partidista de todas las ramas de gobierno. Las diferencias y luchas al interior del PNP no fueron obstáculo para articular dicha ofensiva. La labor de Fortuño la facilitó el movimiento obrero menguado y débil por los más de 10 años de ley 45 junto a la política de desmovilización ante el gobierno PPD. En tiempos de Aníbal la AFL-CIO, la CPT y algunos líderes sindicales de izquierda acuñaron el término “huelga mediática” junto al pensamiento “la mejor huelga es la que no se hace”. Con llamados aguerridos y virulentos contra el gobierno neoliberal de Fortuño, en acciones individuales de desobediencia civil, y hasta llamando a la huelga general intentaron demostrar en la práctica la huelga general mediática: la huelga que nunca se hizo. Desde iniciado el mandato de Luis Fortuño se han realizado varias manifestaciones masivas “del pueblo”, . Sin embargo, los despidos en el gobierno pusieron de manifiesto la incapacidad de cada unión de parar la producción, y movilizar sus matrículas.

Unas pocas excepciones se vislumbraban desde iniciado el gobierno de Fortuño: la Federación de Maestros, y los estudiantes universitarios constituirían la primera línea de defensa de la clase obrera puertorriqueña. Ante la crisis ideológica de los lideratos sindicales burocratizados serán estos sectores sociales, dirigidos principalmente por socialistas los que organizarán la gente que resistirá las medidas neoliberales.

La victoriosa huelga estudiantil sirvió de aliento y esperanza a los sectores militantes de la clase obrera, que ven la posibilidad de derrotar al gobierno de Fortuño en la experiencia universitaria. Con todo lo victoriosa que fue la huelga estudiantil, los socialistas no podemos glorificar los procesos de lucha desde una perspectiva acrítica sino que debemos evaluar los factores objetivos y subjetivos que lograron tal victoria.

La Universidad de Puerto Rico representa una mina de oro para el afán destructor de la agenda neoliberal. La privatización espontánea se ha convertido en la alternativa neoliberal ante la resistencia universitaria a la privatización directa. La reducción de beneficios a estudiantes, reducción de cursos, reducción en la calidad de la educación, los aumentos en los costos de estudio, tienen el efecto de fomentar la emigración de los estudiantes de clase trabajadora hacia las instituciones privadas. El objetivo es convertir la UPR en una institución clasista, elitista y conservadora donde solo los sectores más adinerados tendrán acceso bajo un clima de estudios dictatorial, en donde el pensamiento crítico y la disidencia se callan por la fuerza del reglamento de estudiantes. La resistencia estudiantil es en ese sentido una oposición al proyecto de explotación, control social y marginación.

Por otro lado, el patrono-gobierno tiene claro lo que algunos aún dudan, la FMPR es la organización que tiene la fuerza social y política que corre la rueda de la resistencia magisterial. Dentro de la estrategia privatizadora del gobierno el Departamento de Educación es otra mina de oro, sin embargo el costo político de un enfrentamiento con el magisterio por la defensa de sus permanencias podría costarle las elecciones al gobierno de turno, o en el mejor de los casos desatar una conmoción social de envergadura nacional. La lucha magisterial podría entonces convertirse en catalítico de la resistencia general en el país. Las actitudes sectareas, fraticidas y violentas contra el liderato y la militancia de la FMPR sólo benefician al patrono en su afán de debilitar la lucha.

Las experiencias universitaria y magisterial demuestran que el futuro de la lucha por el socialismo no está en la creación de estructuras nacionales sin base social, sino en el trabajo de masas con la gente en sus centros de trabajo y estudio.