De Vieques a la Huelga Magisterial

Algunos apuntes sobre el desarrollo histórico del MST

| Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST)

| Publicado el 26 agosto 2022

Nota de la redacción: El siguiente escrito recoge el mensaje ofrecido por el compañero Ricardo Santos Ortiz en el acto de celebración de los 40 años de historia y lucha del MST, el sábado 13 de agosto de 2022. El mensaje lleva el título de, «40 Aniversario del MST; De Vieques a la Huelga Magisterial»,  pero lo acortamos para efectos del formato de publicación de la página de Bandera Roja en Línea. Esta es la segunda publicación de los mensajes del acto de nuestro 40 aniversario, y aborda el periodo histórico entre la lucha por sacar a la Marina de Guerra del territorio viequense y la huelga magisterial realizada por la Federación de Maestrxs de Puerto Rico (FMPR) en el 2008. 

Buenas noches, compañeras, compañeros, amistades, familiares, camaradas. Es para mí un orgullo compartir con ustedes en esta noche de celebración de los 40 años de lucha del MST. Hay tres elementos fundamentales que no pueden faltar en una celebración como ésta, pues de alguna manera son las herramientas principales que han servido, a nuestra organización, para labrar su camino por cuatro décadas. En primer lugar, el análisis histórico de la realidad de la clase obrera, sus luchas y circunstancias. En segundo lugar, la práctica de materializar nuestras ideas en actos que afecten la realidad que vivimos. Y no menos importante, la capacidad de reír, vacilar y disfrutar en cada momento que podamos, pues nuestra misión final siempre será la plena felicidad. En esta noche haremos las tres cosas. Compartiremos unas reflexiones históricas, aplicaremos nuestros principios en el comportamiento y las dinámicas que llevaremos a cabo y vacilaremos como mejor lo sabemos hacer tan pronto acabemos con los actos más protocolares.

Hoy tengo la encomienda de compartir una reflexión de uno de los períodos históricos más definitivos de nuestra organización: el periodo que comprende la lucha final por la salida de la Marina Yanqui de Vieques que comienza en 1999 hasta la Huelga Magisterial de 2008.

La muerte de David Sanes y la rápida reacción de Tito Kayak y el liderato viequense pusieron los ojos del País en la Isla Nena. Veníamos de la Huelga del Pueblo. Las organizaciones de lucha y la nueva y vieja guardia militante estaban asimilando la derrota huelgaria. Sin embargo, contrario a la dinámica de dispersión y depresión que provocan los finales amargos de la lucha, había una sensación de satisfacción porque pudimos palpar la gran capacidad de indignación que tiene nuestra gente. También, se habían desarrollado de manera formal e informal núcleos de trabajo a nivel político, sindical y comunitario con ansias de seguir luchando. Vieques fue nuestra esperanza.

El MST desarrolló su propio análisis de la situación. Innumerables viajes a la Isla Nena. Reuniones con los diversos sectores de la comunidad. La reactivación de los contactos que en décadas pasadas se habían cuajado, fueron la materia prima de nuestro análisis. El período inicial de la desobediencia civil con la creación de varios campamentos como el del PIP, el del Cayo la Yayí, el Luisa Guadalupe, el de la Federación de Maestros y otros ayudó grandemente a crear la acumulación de fuerzas necesarias para poder materializar la consigna de Todo Puerto Rico con Vieques. En esos campamentos llegaron miles de personas a pasar días y semanas; conocer la realidad de Vieques; y lo más importante conspirar para la siguiente etapa de la lucha que daría comienzo tan pronto la Marina comenzara lo desalojos y bombardeos.

Nuestra conclusión fue que para afectar los intereses de la Marina y hacer que Vieques no sea opción para el ejército, había que imposibilitar las operaciones militares. En décadas pasadas, esta había sido la conclusión de los pescadores viequenses. Y su estrategia principal había sido el desafío en el mar. Sin embargo, esta vez, las condiciones habían cambiado un tanto.  Tomamos la decisión de preparar brigadas que pudieran llegar sin ser detectadas al campo de tiro y con el uso de luces de bengalas, anunciar nuestra presencia y retar con nuestras vidas las bombas de las naves que apuntaban los montes y playas orientales de Vieques. Nuestro cálculo era una apuesta parecida a la ruleta rusa: que, ante la coyuntura de protestas y el ojo público, los militares evitarían una muerte adicional a causa de sus armas. Apostamos a la prudencia del ejercito yanqui.

Nuestra estrategia no terminaba ahí, requería parar las maniobras y obligarlos a buscarnos pues necesitaban asegurar el despeje del área. Pero no nos quedaríamos esperándolos, la estrategia se resumía en tres palabras: ENTRAR, DETENER y SALIR.

La preparación de esta misión incluyó tecnología que las generaciones actuales probablemente nunca han tenido en sus manos: me refiero a mapas satelitales en papel y brújulas, por dar un ejemplo. Con estos mapas nos guiábamos o nos perdíamos por las colinas, taludes y bayahondas que había que recorrer para llegar a la zona de tiro. Misiones previas a las entradas se encargaban de depositar suministros en puntos estratégicos del camino, pues para llegar se podía tomar varios días para evitar ser interceptados.

Fueron varias las brigadas que enviamos. Algunas lograron el objetivo y pudimos detener los bombardeos. Eso implicaba días de tranquilidad para el pueblo viequense y millones de dólares que perdía la Marina. En esos tiempos, la Marina alquilaba la zona de tiro a ejércitos de otros países y los costos de las maniobras eran millonarios.

La lucha no se limitó al contorno de la isla viequense.  Participamos de innumerables manifestaciones en la Isla Grande y fuimos clave en la respuesta ante los primeros desalojos de desobedientes civiles. Junto a otros grupos organizamos una masiva y militante manifestación en la entrada del Fuerte Buchanan. Allí no fue la primera vez que se desplegaron los ya míticos escudos, pero pienso que fue una de las veces que con más contundencia pudimos enfrentar a la fuerza de choque y mantenerlos a raya con los escudos de madera que habíamos confeccionado. Sin duda, posterior a este evento, los escudos comenzaron a ser parte integral de las manifestaciones más confrontativas de nuestro país.

Si algo podemos aprender de la lucha de Vieques, es sin duda la fuerza que nos brinda la unidad en la acción.  Pero no la unidad que suprime las diferencias, sino la unidad dentro de la diversidad de tácticas y estrategias. El respetar a los sectores que realizaban desobediencia pacífica, a quienes apoyaban desde afuera, quienes saboteaban cientos de metros de verja y quienes, como nosotras, apostábamos a detener el tiro y no ser arrestados. Esa diversidad fue la clave del éxito. Y aunque la historia es más compleja de lo que el tiempo me permite exponer, se pudieron manejar las diferencias y evitar en gran medida que unas tácticas afectaran a las otras.

Sin embargo, el precio de esta lucha fue alto. Los cientos de arrestos fueron solo parte del saldo, pues muchas personas comprometieron su salud, empleo y tiempo para que esto se materializara. No hay lucha sin sacrificio. En el caso del MST, decenas de miembros durmieron en la cárcel federal, algunos por semanas y hasta meses.  Como parte de la represión uno de nuestros miembros tuvo que cumplir un año de cárcel por eventos ocurridos en las inmediaciones del ROTC del Recinto de Río Piedras. Me refiero al compañero Pedro Colón Almenas.  Pedro fue arrestado por una escaramuza que se formó entre la UJS y miembros del ROTC, en donde un oficial de rango del ejército se llevó pal de pescozás bien merecidas. De toda la gente presente, solo arrestaron a Pedro, que apenas estaba comenzando en la organización. Previo y posterior a su arresto fue sometido a presiones para que se convirtiera en chota de quienes rompían verjas en Vieques y hacían otras maldades. El compa se mantuvo firme. Y por eso siempre tendrá nuestro mayor respeto.

La lucha de Vieques tuvo a su vez un impacto invaluable al interior del MST, decenas de jóvenes se estrenaron en la lucha durante este proceso.  Algunos no habían tirao una piedra en la universidad cuando ya estaban participando de las brigadas y otras importantes tareas. Ya se imaginan cómo llegaron esos muchachos a la IUPI, ¡ni el Ché les hubiera soportado!

Pues ese combo de jóvenes decididos y decididas fue parte importante de una huelga poco recordada: la huelga del CUCA del 2005. Fue una huelga contra el alza en las matrículas. Su carácter clasista fue uno de sus ingredientes principales, pues al interior del estudiantado se debatía intensamente el impacto a las distintas clases sociales y se puso en la mesa de discusión la propuesta de la Matrícula Ajustada a los Ingresos. Fue una huelga de portones, poco simpática para los medios y para sectores tradicionalmente solidarios. A pesar de estar con todas en contra ejercieron presión suficiente para poner a la administración a negociar. Si bien, no se lograron los objetivos, de ahí salió parte importante del relevo histórico de nuestra organización y los antecedentes de las huelgas subsiguientes que tanto apoyo y masividad tuvieron. Muchos de estos nuevos cuadros dejaron más adelante el pellejo en la huelga magisterial a la que procederé a hacer referencia.

Hablemos entonces de la Huelga Magisterial del 2008. A 14 años de distancia aún no se ha dicho lo suficiente de lo importante y trascendental de dicho proceso huelgario.  Debemos, no obstante, comenzar por los antecedentes.  Bajo la presidencia de Renán Soto en la FMPR, el Caucus de Maestros del MST y CODEMI promovió la discusión al interior de la Federación, sobre la conveniencia de aspirar a ser el representante exclusivo del magisterio al amparo de la recién aprobada Ley 45 de 1998. El debate era si se debían -o no- organizar bajo una ley de sindicación sin derecho a la huelga y con garras para prohibirla. Las posturas oscilaban entre el someterse con la esperanza de lograr enmiendas futuras y de otra parte, mantener las organizaciones bonafides al margen de esta nueva ley. En el debate interno de la Federación, el MST planteó que era necesario asumir el reto. Que no se le podía dejar el campo limpio a la Asociación y que había que crear las condiciones para que cuando fuera necesario tirarse a la calle y retar al estado. Dicha postura fue la que prevaleció y la Federación, de manera institucional se metió en ese juego logrando ganar ampliamente las elecciones de representación sindical.  Los años pasaron y el grupo de militantes del MST junto a decenas de militantes federados lograron asumir el liderato del sindicato. Fueron años en los que se trabajó de manera estratégica desarrollando las estructuras y acumulando fuerzas para enfrentar una pelea que por años se había pospuesto. Uno de los antecedentes de la Huelga más importantes fue la desafiliación de la AFT mediante referéndum efectuado en el 2005. Esta victoria ayudó a rescatar las cuotas, que como vampiros, chupaba la AFT a cambio de ningún beneficio relevante. Pero más aún, le dio la libertad a la Federación de ejecutar sin ataduras su visión sindical.

Acercándonos más a la huelga, la misma fue en el marco de la negociación colectiva. Luego de más de un año de negociación con el gobierno popular de Aníbal Acevedo Vilá y en pleno año electoral, los minutos empezaban a contar. No solo se trataba de justicia salarial. Lo más importante y lo que constituía la ficha del tranque era garantizar que no se diera la privatización de las escuelas, el asunto de los procesos de organización escolar y los topes de estudiantes por salón.  Todas estas demandas eran sin duda reclamos dirigidos a transformar la educación pública del País. Crear condiciones para que las escuelas y sus comunidades tuvieran verdadero poder ante la burocracia corrupta del Departamento de Educación.

El proceso de agitación para una huelga que en el fondo lo que planteaba era un proyecto de País, por medio de las comunidades escolares tomó años. La ola magisterial venía con fuerza y las protestas escalaron hasta que se comenzaron a realizar grandes manifestaciones seguidas, siendo la marcha hasta el capitolio quizás la más grande en la historia magisterial. Esa acumulación de fuerzas y el apoyo de las comunidades escolares prendieron las alarmas del gobierno que sabía que quienes timoneaban esta lucha no escatimarían en aprovechar la coyuntura. Su respuesta fue descertificar “preventivamente” a la Federación antes de que se decretara la huelga bajo el argumento de que la Ley 45 prohibía el promover la huelga. La ley 45, como herramienta de la burguesía, fue ejecutada por el sistema y sus lacayos con lazos, togas y corbata para intentar aplastar la voz del magisterio.

Ante esa realidad, lo que venía se hizo inevitable, 10 días de huelga en todo el sistema escolar. Claro que hubo escuelas con poca militancia. Pero cientos de escuelas se convirtieron en salones al aire libre impartiendo clases de vergüenza y dignidad. Las clases se dieron en la calle para todo el País.

El fin de la huelga tuvo un saldo mixto. Por un lado, la Federación fue descertificada y su matrícula se redujo estrepitosamente. No se pudo negociar un nuevo convenio y después de dos fallidos intentos la Asociación, corriendo sola, se agenció la representación exclusiva del magisterio. Las bases organizativas de la Federación se redujeron ante la falta de recursos, las rupturas de sectores desafectos y la incapacidad de contrarrestar la campaña antihuelguista que demonizó la gesta magisterial.

Por el otro lado, la política de privatización fue frenada y se logró un aumento de $150 mensuales. El resto de los trabajadores del sector público sufrieron por el contrario los despidos de la Ley 7 del 2009 y la congelación de los convenios colectivos por espacio de más de una década. La ofensiva patronal arroyó a los sindicatos del sector público en general. La diferencia con el magisterio fue simplemente que se dieron a respetar. Eso explica en gran medida cómo es que la Federación resurgió gracias al trabajo titánico de muchos de nuestros militantes y miembros del sindicato que no se quitaron. También explica que el miedo a la Ley 45 se perdió y con nuevas estrategias se generó en los pasados meses una nueva ola de lucha magisterial que obtuvo el aumento salarial más grande visto en el sector público de Puerto Rico. Hoy el sindicalismo puertorriqueño sigue con la brújula perdida. Pero los ejemplos de lucha del magisterio sirven sin duda de punto de partida para relanzar al nuevo sindicalismo clasista que aspiramos.

Toda esta historia pudiera ampliarse para detallar los nombres de los seres que aportaron destacadamente a su realización. Hoy no los menciono, aunque la mayoría de ustedes les conocen. Pero lo hago con toda la intención de resaltar que la vasta mayoría de nuestros errores y aciertos fueron producto de las discusiones de quienes estuvimos dispuestas a meterle el pecho a los retos.  Desde mi entrada a la UJS en el 1993, hasta el presente siempre hemos cumplido con esa máxima de que nuestra práctica sea el producto del mayor esfuerzo por la toma de decisiones informadas, inteligentes y decididas por quienes la ejecutan. Por eso, no necesitamos de centralismos democráticos que maquillen la cohesión de grupo. La cohesión se construye respetando las diferencias y chocando las ideas.

Para finalizar, aprovecho este espacio para hacer un llamado a la reflexión. En tiempos tan difíciles y de tanta desesperanza para los oprimidos, las organizaciones revolucionarias que se atreven a insistir en esa manía de un mundo solidario, feminista y socialista se hacen una necesidad. Nadie nos dará las victorias que merecemos. Yo apuesto a que le ganaremos la partida al capitalismo. Se trata de una batalla por la existencia misma de la humanidad.

Socialismo o Barbarie.

¡Viva Puerto Rico Libre y Socialista!

¡Qué viva el MST!

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